Juan José Romero Zúñiga es epidemiólogo de la Universidad Nacional (UNA), y uno de los especialistas más mediáticos en esta pandemia.
Su lectura de los datos y de la evolución de la covid-19 en Costa Rica es frecuente en los medios nacionales, donde su criterio es solicitado para interpretar qué está pasando y hacia dónde se dirige el país con el SARS-CoV-2.
El 19 de agosto, Romero y Agustín Gómez Meléndez, estadístico de la Universidad de Costa Rica (UCR), publicaron un artículo en la sección de opinión de La Nación donde advierten de la carencia en Costa Rica de “inteligencia epidemiológica”.
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La definen como el uso de datos (en cantidad y calidad suficientes) para detectar brotes o cambios en las tendencias de enfermedades y, entre otros, conocer su localización, identificar patrones en los individuos afectados, fuentes de contagio y medios de transmisión. Esta es una de las bases para que los gobiernos tomen decisiones con impacto en la salud pública.
Romero y Gómez critican la falta de datos de calidad, sistematizados por medio del uso de herramientas informáticas modernas, y la carencia de cooperación inter e intrainstitucional, para visualizar la información en tiempo real y facilitar la toma de decisiones en salud.
No solo por la pandemia. También para controlar otros eventos que impactan la salud y las economías, como las enfermedades transmitidas por alimentos (ETA) y la resistencia a los antimicrobianos (RAM).
Los datos a los que hacen referencia los autores los manejan, en diferentes plataformas, el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
La CCSS, por ejemplo, tiene el Expediente Digital Único en Salud (EDUS) el cual, para el control de la vacunación, cuenta con el Sistema Integrado de Vacunas (SIVA).
Otras instituciones que forman parte del sector salud, tienen sus propias bases de datos. Entre ellas, Acueductos y Alcantarillados (AyA), el Instituto Nacional de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), y el Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa).
El artículo de Romero y Gómez apareció 24 horas antes de que el Poder Ejecutivo anunciara ajustes en las medidas de restricción sanitaria, este 20 de agosto, justo cuando el número de casos nuevos, hospitalizaciones y muertes por esta causa va en crecimiento.
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Las dos más importantes: la eliminación de la restricción vehicular diurna, los fines de semana, y un plan piloto para partidos de fútbol con presencia de público. La Nación conversó con Romero este 21 de agosto. Este es un resumen.
– La publicación del artículo coincide con el anuncio de ajustes en momentos epidemiológicos críticos. ¿Tiene que ver con tomar decisiones a ciegas?
– Hay que ubicarnos en el contexto de qué es la inteligencia epidemiológica para decir por qué afirmamos que no se está utilizando. Yo diría que se utiliza muy poco. En salud, necesito tomar decisiones en términos de cuánta gente puede salir beneficiada o perjudicada de una decisión que se tome.
“Si no los tenemos y tomamos una decisión es como echar un salto al vacío. Necesitamos datos y buenos datos. Hay una enfermedad crónica: la ausencia de datos de calidad”.
— Juan José Romero
“La inteligencia epidemiológica busca que, a partir de los datos que recogemos, logremos detectar cuándo estamos frente a una potencial epidemia y cuándo se nos está saliendo de las manos. También nos permite ver la eficacia de las medidas en cualquiera de las fases de la pandemia.
“Para eso se necesitan datos, y muchos. También se necesitan buenos datos. Si no los tenemos y tomamos una decisión es como echar un salto al vacío. Necesitamos datos y buenos datos. Hay una enfermedad crónica: la ausencia de datos de calidad”.
– ¿Qué clase de datos son los que se toman como base para anunciar medidas?
– En cuestiones como la salud, necesitamos datos duros, fuertes, que sustenten la toma de decisiones. El país decide cuando tenemos la variante más contagiosa, más virulenta, que ha producido más muerte... ¡Dios guarde no hubiese vacunación! Creo que este no era el momento para tomar esa decisión, cuando tenemos a delta ganando terreno en prevalencia, cuando tenemos apenas un 50% de la población con una dosis de la vacuna.
“(Los ajustes) comienzan en setiembre, pero resulta que faltan diez días para que empiece ese mes, y el incremento lo hemos venido viendo como una tendencia que va para arriba. Las hospitalizaciones no nos dejan mentir. Hace 15 días estábamos con 820 internados en la Caja. Y comenzamos otra vez a subir y superamos los 1.000 actualmente. Esta tendencia no es de la última semana, viene hace días. No estamos hablando de cualquier cosita, son muchas personas internadas. ¿Era el momento de tomar esa decisión? Yo, personalmente, creo que no era el momento”.
– Su artículo revela cómo se han venido manejando los datos en salud, no solo para la pandemia.
– Conseguir datos de calidad no es de hoy para mañana. Requiere de tiempo. Hay sistemas de captura de datos para la pandemia que se pudieron haber mejorado desde el principio, y que se podrían tener disponibles para quienes hacemos análisis.
– Mencionan el desperdicio de recursos, como los disponibles en las universidades.
– Si pensamos en la salud como una cuestión transversal a la vida de las personas, la institucionalidad, en sus distintas formas, deberían compartir datos que tienen que ver con salud. Cuando hablamos de ‘individualismo’ es que los datos de uno no se ponen al servicio del otro. No tenemos un sistema general de gestión de datos. Al final, los esfuerzos individuales siguen siendo individuales cuando deberían de ser multiplicativos.
– ¿No tenemos ni suficiente cantidad ni calidad de datos para la toma de decisiones, como las que se anunciaron el 20 de agosto?
– Se están tomando decisiones con los mejores datos disponibles, en teoría, según decía la exministra de Salud, María Luisa Ávila. La cosa es si estos son los datos. Yo tengo una frase: los datos son los datos. Cuando queremos tomar decisiones, necesitamos los datos. El dato es el que orienta en la toma de decisiones.
“¿Qué pasa con las restricciones? Para mi gusto, no se debió tomar esa decisión. ¿Por qué? Resulta que el Observatorio del Desarrollo (de la UCR), hace un análisis cada cierto tiempo para ver cuál es el porcentaje de aportación en la reducción según ciertas medidas restrictivas. En apariencia, la restricción vehicular de fines de semana no tiene mayor peso como sí lo tiene la nocturna cualquier día de la semana. ¿Por qué no tienen peso? Esa es la pregunta”.
“Creo que este no era el momento para tomar esa decisión, cuando tenemos a delta ganando terreno en prevalencia, cuando tenemos apenas un 50% de la población con una dosis de la vacuna”.
— Juan José Romero
– ¿Hay que preocuparse por ese tipo de decisiones en estos momentos epidemiológicos?
– Se hace una inteligencia epidemiológica muy básica.
– ¿De muy baja calidad?
– Sí.
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– Ustedes hablan de modelos arcaicos, ocurrentes, de hojitas de Excel... y de una inteligencia epidemiológica sumida en la ignorancia.
– Nosotros queremos ir un poco más allá. Ahorita el tema es covid, pero vuelvo a ver la resistencia a los antimicrobianos, que mata más a gente por año que covid. Cuando hablamos de problemas sociales, ahí, también se aplica la inteligencia epidemiológica.
– ¿Por qué publicaron el artículo en este momento?
– Este es un sentimiento mío, de hace décadas. Insisto. Veinte años después (de incluir en la maestría en Epidemiología de la UNA un curso sobre gestión del dato), el país sigue trabajando con hojitas de Excel. Venimos hablando de esto hace años. Lo que buscamos es tener la mayor calidad y cantidad de datos, y que se usen, que sean útiles.
“Cuando hablamos de ‘individualismo’ es que los datos de uno no se ponen al servicio del otro. No tenemos un sistema general de gestión de datos”.
— Juan José Romero
“Esto es un mal global. Manejar bases de datos de cosas que son sustanciales es arcaico. Tenemos sistemas más eficientes y confiables que permiten la intercambiabilidad en tiempo real. Si yo quiero convencer gente, necesito datos.
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“Decir esto podría tener un efecto contraproducente. Si yo le digo a la gente que no estamos utilizando los datos de forma correcta, la gente se va a cuestionar por qué la obligan a quedarse en la casa, a no usar el carro, si están usando los datos a puro instinto”.
– ¿Cuál es su pronóstico del impacto de estos ajustes?
– Lejos de reducir los contagios y hospitalizaciones, van a subir. Yo deseo, con todo mi corazón, que todos mis años de estudio y las horas que le dedico al estudio de esta cosa no me sirvan de nada y en este momento me equivoque.
“Digo que vamos a tener más internamientos, más personas en UCI y más fallecidos, no por esta decisión de si liberamos o no, sino por el cúmulo de decisiones que tienen que ver con menos restricciones. Creo que vamos a ir para arriba y vamos a tener más hospitalizaciones, porque ya las estamos teniendo”.