El 4 abril de 2022 llegó al Hospital Max Terán Valls, en Quepos, un especialista en Oftalmología. El nombramiento encendió la esperanza para las 244 personas que desde hace dos años hacen fila por una solución para sus problemas de la vista. Rápidamente, esa esperanza se apagó.
Una de las personas que estaban felices con la llegada del especialista era Alba Godínez, vecina del barrio Inmaculada, en Quepos, para quien cada día es mayor la preocupación de perder la vista.
La mujer, de 56 años, padece pterigion, que es el crecimiento en el ojo de una capa roja que invade la córnea y, que de no tratarse a tiempo, afecta la visión de manera parcial o total.
Aunque la operación para retirar esa capa es sencilla y en algunos casos ni siquiera requiere intervención quirúrgica, ella tiene 10 años de dar vueltas entre hospitales, oficinas y consultorios, sin recibir atención efectiva. El último golpe se lo llevó días atrás al enterarse que el oftalmólogo enviado a su cantón no tiene herramientas para trabajar.
“Yo tengo más de diez años con esto (pterigion), lo tengo muy avanzado”, expresó Godínez, quien relató que días atrás le ofrecieron una referencia para el Hospital Monseñor Sanabria, en Puntarenas, lo que requeriría un traslado de más de 100 kilómetros.
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No es la primera vez que a la paciente le ofrecen una referencia para el hospital puntarenense. Según dijo, en los últimos años, realizó, al menos, tres gestiones para ser atendida en ese centro médico, sin que la cita se concretara.
“¿Para qué me van a referir? Me han dado tres referencias y no sirve de nada”, expresó con clara indignación en su voz.
¿Por qué la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) envió un oftalmólogo a un centro médico que ni siquiera tiene dispositivos para diagnóstico y cirugías?
Para encontrar una respuesta hay que remontarse a noviembre de 2021. De acuerdo con la Auditoría Interna de la CCSS, el director de la Red Integrada de Prestación de Servicios de Salud del Pacífico Central, Wilburg Díaz Cruz, aceptó la asignación del especialista y se comprometió a dotarlo de los instrumentos necesarios.
“Esta Dirección de Red en coordinación con la Dirección de dicho nosocomio (Max Terán Valls) se comprometen a brindar el espacio físico y equipo médico especializado necesario”, manifestó Díaz en un oficio enviado a la Gerencia Médica el 16 de noviembre de 2021.
No obstante, la compra de aparatos o insumos no se llevó a cabo. La Auditoría Interna constató que las autoridades médicas de esa región esperaron hasta abril, cuando llegó el médico oftalmólogo, Jorge Chawaan Abaad, para definir qué se requería.
El proceder de Díaz es contrario a la metodología de la CCSS para la distribución de especialistas, que fue definida desde 2019. Esa normativa establece que “la dotación del especialista se acompañe con la dotación de la infraestructura, equipamiento y tecnología necesaria”.
Ante esta situación, Olger Sánchez Carrillo, auditor interno de la CCSS, emitió un oficio de advertencia el 24 de mayo del presente año. Iba dirigido a Díaz y a Randall Álvarez, gerente médico; a Priscila Balmaceda, coordinadora de la Comisión Técnica para el Análisis y Asignación de Especialistas y a Roberth Vega Solís, director del Hospital Max Terán Valls.
Sánchez llamó la atención a esos funcionarios pues, según declaró, nombrar un especialista sin equipo de trabajo “podría generar una afectación a los derechos” de los asegurados. Además, apuntó que ese tipo de problemas provoca retrasos en la atención de pacientes e incrementa las listas de espera.
Además, dijo el auditor, los asegurados del Pacífico central se ven obligados a trasladarse “largas distancias” debido a la carencia de herramientas en el centro médico de Quepos.
La Nación se comunicó directamente con Wilburg Díaz Cruz, director de la Red Integrada de Prestación de Servicios de Salud del Pacífico central, para consultar sobre el tema, pero rehusó contestar.
“Usted no tiene que llamarme a mí, para eso hay una oficina de prensa”, respondió Díaz y alegó que adquirir los equipos para oftalmología requiere una “una serie de actividades administrativas”
- ¿A qué actividades se refiere?
- Vea señor, ahorita estoy en otras actividades y no puedo dedicarle a usted un gran tiempo de atención.
Voces de afectados
Olga Marta Vargas Villegas, vecina de Parrita, es otra de las personas que espera la atención de un especialista. La paciente, de 66 años, tuvo que esperar cuatro años para una cita con un oftalmólogo y ahora espera que le digan cuándo podrán operar la catarata que tiene en el ojo derecho.
Mientras la CCSS le define una fecha, doña Olga lidia con problemas emocionales, pues le deprime notar que cada día ve menos. También la agobia no poder hacer actividades que antes disfrutaba y hacía con facilidad, como leer un libro o cocinar.
“Me dicen que la lista de espera está muy llena, que no hay cupo (...) Lo que más me preocupa es que no me dicen cuándo me podrán operar y yo ya veo muy borroso”, comentó la paciente.
Confiesa que el padecimiento, además, afectó actividades que disfrutaba, como leer y cocinar para su familia. “Ya nada es igual. A veces estoy haciendo cosas y me tengo que sentar para ponerme alguna tela que me tape en el ojo, porque me duele con la luz”, añadió.
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Patricia Pérez Cascante, de 48 años, vive una situación similar. A inicios de 2020, durante una cita de consulta externa, le dijeron que sus problemas de vista, probablemente, están relacionados a la hipertensión que padece desde hace años. Sin embargo, desde entonces espera una cita en Oftalmología.
Hasta junio del presente año, aproximadamente, el Hospital Max Terán Valls dispuso de lámpara de hendidura, oftalmoscopio, tonómetro y otros elementos básicos para la consulta de Oftalmología, pero aún carece de tecnología para aplicar exámenes auxiliares para diagnosticar y realizar cirugías.
Aunque el informe de la Auditoría Interna indica que la lista de espera para cirugías oftalmológicas es de 244 personas desde 2019, el número crecería si se revisan registros de años 2018, 2017 y 2016.