Las muertes relacionadas con la covid-19 cayeron en forma abrupta esta semana, registrando valores promedio inferiores a las diez personas por día.
Según el Ministerio de Salud, en los últimos tres días (10, 11 y 12 de febrero) se registraron 16 decesos: tres el miércoles, nueve el jueves y cuatro este viernes.
La cifra total acumulada llega a 2.714 muertes relacionadas con la covid-19 desde el pasado 6 de marzo: 1.022 mujeres y 1.692 hombres.
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Las víctimas mortales tenían entre dos y 101 años, y en su gran mayoría eran adultos mayores (1.867 personas). Otros 843 fallecidos eran adultos y se registran cuatro menores de edad.
Entre el miércoles y viernes, el Ministerio de Salud contabilizó 1.335 casos nuevos confirmados: 486 el miércoles 10 de febrero, 418 el jueves, y 431 casos este 12 de febrero.
En total, se han registrado 199.187 casos desde marzo del 2020.
Al día de hoy, 350 enfermos permanecen hospitalizados; 168 de ellos en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Desde la segunda semana de enero, el país registra una caída importante en la curva de casos confirmados, y sobre todo, de pacientes hospitalizados.
Tal tendencia ha sorprendiendo positivamente a muchos, especialmente a quienes habían proyectado para esas fechas un colapso de los servicios de salud.
El demógrafo Luis Rosero Bixby proyectó para estos días, reducciones también en la mortalidad producto de la caída en el número de casos, sobre todo, de la tasa R, o tasa de contagio de la covid-19.
A finales de enero, el demógrafo estimó que en dos semanas las muertes caerían a diez o menos por día, que es lo que efectivamente sucede en la actualidad.
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La tasa R, que mide la velocidad con la que se disemina el virus, se colocó en 0,83, lo cual quiere decir que cada 100 personas portadoras del virus pueden infectar a 83.
La tendencia a la baja en este indicador suma cuatro semanas consecutivas.
Entre las causas que explicarían esta situación se encuentra el comportamiento natural de la epidemia, que tiende a caer después de experimentar un pico.
También incide el comportamiento de la población que, contrario a lo que muchos podrían creer, ya ha adoptado prácticas como el lavado de manos y el uso de la mascarilla.
Entre las hipótesis también figuran la calidad del servicio de salud y factores ambientales, como la temporada de verano, que podría motivar a las personas a permanecer en lugares abiertos al aire libre, y más expuestos a la luz solar.