El cáncer de próstata es el más común y el segundo más mortal para los hombres costarricenses, después del de estómago. En el último año, ocho ticos fallecieron cada semana como causa de este tumor, para un total de 445. Esto representa un aumento de 15% en comparación con los 420 decesos registrados en 2020. El 83% de las muertes se dio en mayores de 70 años.
Así lo indican datos divulgados la mañana de este miércoles por la Dirección de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud, con base en información recopilada por el Instituto de Estadística y Censos (INEC).
Además, en el 2016 (año más reciente para el cual hay datos) se reportaron 1.044 diagnósticos de esta enfermedad, un promedio de tres diagnósticos diarios.
La mayor parte de los fallecimientos por esta causa se deben a una detección tardía, cuando el tumor ya se ha expandido. Esto es así porque el mal no registra síntomas en sus primeras etapas.
Para una detección temprana hay dos componentes necesarios: una prueba de sangre donde se analice el nivel de antígeno prostático, un ultrasonido y un examen físico. Un hombre debería realizar este proceso una vez al año después de llegar a su cumpleaños número 40.
Las primeras dos son algo que no parece incomodar a los pacientes, pero la tercera sí. Sin embargo, este examen físico es vital para detectar las dimensiones de la próstata y revisar si hay anomalías en ella. El tamaño de una próstata sana es similar al de una nuez.
¿En qué consiste? Con la mano cubierta por un guante, un médico introduce un dedo lubricado por el orificio anal y, a través de la pared rectal, puede sentir la próstata. Cuando está sana, esta glándula se siente suave, como el cartílago de la punta de la nariz; pero, al desarrollar un cáncer, esta es dura al tacto, como una piedra.
“La principal razón de las muertes es la detección tardía, pero muchos hombres le huyen al examen (tacto rectal), y esto puede pasarle una factura muy cara a su salud”, comentó en una entrevista anterior Gonzalo Azúa, especialista en cáncer de próstata.
“Una detección temprana hace que el cáncer pueda tratarse de forma curativa, con radioterapia o con cirugía. Esto mejora las posibilidades de supervivencia y da calidad de vida”, agregó.
Periodista de Ciencia y Salud. Trabaja en La Nación desde 2009 y en periodismo desde 2004. Graduada de Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica, donde egresó de la maestría en Salud Pública. Premio Nacional de Periodismo Científico 2013-2014. Premio Health Systems Global 2018. Becada del Fondo Global de Periodismo en Salud 2021.
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