El intenso rastreo de covid-19 en Pavas, el noveno distrito del cantón central de San José, no solo permitió hallar 54 enfermos positivos entre las 1.201 personas a quienes se les tomó la muestra, del 25 al 27 de junio pasados.
El seguimiento que hasta ahora han hecho los equipos de salud logró identificar a 396 enfermos más luego de investigar los contactos de cada uno de los primeros 54 casos positivos, informó Alberto Ferrero, gerente de Coopesalud, la cooperativa que contrata la CCSS para dar atención primaria en esa comunidad.
Todas estas personas se mantienen aisladas en sus domicilios, muchos de los cuales son ranchos ubicados en uno de los 17 precarios de este distrito, o en cuarterías, lo cual transforma en un reto mayúsculo para estas familias y para el personal de salud la adaptación de las recomendaciones sanitarias sobre distanciamiento físico en condiciones extremas como estas.
Imposible, por ejemplo, pensar en la opción de enviar a estas personas a hoteles o albergues adaptados para el aislamiento físico que demanda la pandemia, aclaró Ferrero.
La apuesta es al cumplimiento de las medidas básicas de higiene, como el lavado de manos, y a la vigilancia diaria que realizan los equipos de salud a estas personas.
PAVAS
FUENTE: MUNICIPALIDAD DE SAN JOSÉ Y COOPESALUD. || J.C. INFOGRAFÍA/ LA NACIÓN.
“No habría albergues ni hoteles que dieran abasto. Solo en Rincón Grande hay 47.000 personas (88.000 viven en los 9,3 km2 de este distrito). Estamos centrados en lograr que, con los recursos existentes y el soporte que el sistema ofrece, podamos hacer una contención lo suficientemente fuerte. Es en este tipo de comunidades donde se va a determinar el ritmo de contagio”, manifestó el médico.
La intervención es compleja porque va más allá del aspecto sanitario. También implica llenar las necesidades de manutención de muchas de estas familias mientras dura el periodo de aislamiento, de 14 días. Para esto, han contado con la ayuda de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), que se ha encargado de la provisión de comestibles.
Según Ferrero, tras la toma de muestras en un intenso trabajo de campo de tres días, continuaron con un promedio diario de hasta 170 pruebas para rastrear más casos.
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“Nos hemos propuesto tener el máximo porcentaje posible de detección para poder intervenir oportunamente. El trabajo más intenso no ha sido el testeo, sino el trabajo posterior atendiendo consultas de infecciones respiratorias agudas y la toma de muestras.
“Todo este proceso ha revelado una cara muy positiva de esta comunidad: en medio de toda la problemática social, con narcotráfico y pandillas, en esta misma comunidad hay muchas familias y personas responsables, con un nivel de educación suficiente para poder comprender las indicaciones de la pandemia y colaborar en este esfuerzo”, destacó Ferrero.
Coopesalud administra 25 Ebáis en el Área de Salud de Pavas, y formó parte del equipo interinstitucional que ingresó a este distrito a realizar un muestreo masivo, aleatorio, para detectar la circulación del nuevo coronavirus.
En el operativo también participó la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el Ministerio de Salud, la Municipalidad de San José, Fuerza Pública y la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
El 23 de junio, Pavas cambió a alerta naranja tras registrar un importante incremento en el número de casos, pues pasó de 22 positivos por covid-19 al inicio de la emergencia nacional a 42 en la semana previa a incrementar el nivel de alerta.
Complejidad y diversidad
En los cuatro meses de emergencia nacional por covid-19, la pandemia ha dibujado diferentes escenarios de infección: el virus llegó al país con turistas extranjeros; luego el riesgo se concentró en los repatriados, pasó a enfocarse en los transportistas centroamericanos, luego en peones agrícolas en la zona norte, y, más recientemente, en comunidades urbano-marginales de la Gran Área Metropolitana (GAM).
Es aquí donde aparece Pavas y, en los últimos días, cantones como Alajuelita, Desamparados y Tibás, que empezaron a engrosar la lista de territorios en alerta naranja, donde el “martillo” golpeará con medidas más restrictivas a sus habitantes en aras de bajar la curva de casos.
Pavas es un distrito complejo y diverso. En 9,3 km2, hay 17 precarios y una mezcla socieconómica entre su población que convierte en todo un reto el manejo de la pandemia, por cualquier ángulo que se mire.
Hay una amplia zona de precario (un 12% de su población vive así), donde destacan Loma Linda, Tarzán, Bellavista, Cristal, Nueva Esperanza, El Relleno y El Caracol.
También hay una zona intermedia, explicó Ferrero, donde sobresale el centro del distrito y Villa Esperanza, más urbanizados, hasta llegar al este: una zona con casas en mejores condiciones, lotes más grandes y habitantes de mayores ingresos, residentes en sitios como Rohrmoser.
“Esta es la historia de Pavas. Es una historia mixta donde hay un poco de todo lo que hay en el país. Desde que se inició la pandemia, teníamos clarísimo lo que iba a pasar y nos comenzamos a preparar tanto desde las medidas de bioseguridad con los funcionarios, la capacitación, con la consulta de infecciones agudas y la educación a la población”, dijo Ferrero.
Pavas es también una comunidad centinela, donde los equipos de salud han acumulado experiencia en el rastreo de enfermedades respiratorias y otras de tipo infeccioso. Un punto a su favor cuando recibieron la noticia del incremento de la alerta a naranja y tuvieron que organizar en 24 horas un megaoperativo de rastreo de casos.
En un tiempo récord, organizaron cinco equipos, de diez personas cada uno, incluyendo tres Ataps (Asistentes Técnicos en Atención Primaria en Salud), responsables de convocar a la población seleccionada para el muestreo, confirmó Montserrat Navarro, jefa de Enfermería de Coopesalud y epidemióloga.
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Ferrero y Navarro coinciden en que este personal ha sido clave en la respuesta exitosa de la población al llamado, pues acudieron, casa por casa, a convencer a la población sobre la necesidad de tomar la muestra.
“La ciencia es lograr la confianza de la población, que ya se tiene tras muchos años de trabajo aquí, más el conocimiento de las comunidades, que ayuda a identificar las personas enfermas o en riesgo de enfermarse”, explicó Navarro.