Con 45 años, Marvin Enrique Matamoros Marín tiene un dedo amputado en su pie izquierdo y cuatro de su pie derecho por complicaciones relacionadas con la diabetes.
Este vecino de San Antonio de Escazú es taxista informal y asegurado por el Estado. Tiene unos dos años de estar luchando contra esa enfermedad que le ha complicado su vida; sin embargo, debe seguir trabajando para poder pagar los servicios básicos y llevar alimentación a su hogar.
Hace 10 años le cortaron un dedo de su pie izquierdo y pensó que el problema ya estaba resuelto. Sin embargo, hace dos años, después de una larga caminata para conseguir una casa de alquiler, se le hizo una llaga que observó tres días después.
Fue al Ebáis, le dieron dos cremas, pero el problema no cedió. Volvió al Ebáis porque la llaga empeoró y fue entonces cuando lo refirieron a la Clínica del Pie Diabético, del Hospital San Juan de Dios, donde le amputaron cuatro dedos de su pie derecho.
A partir de aquel momento, comenzó un calvario de dolor y de visitas frecuentes al hospital donde le están dando seguimiento para que su situación de salud no empeore.
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Cada cierto tiempo le realizan procedimientos para reducir el riesgo de una nueva amputación. Pero, a pesar de estar recibiendo una atención óptima, sus condiciones sociales no han mejorado.
Sigue trabajando taxista informal para ganarse algo, labora con una bota que le facilita la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), come lo que hay, y asegura que le dicen que debe comprar zapatos especiales pero no lo puede hacer porque primero tiene que comer.
Por recomendación médica, Matamoros no puede apoyar su pie, pero lo hace para trabajar. Aunque usa muletas siempre apoya al pie cuando debe montarse o bajarse del carro que alquila para trabajar.
“Quiero que me ayuden con una pensión del Régimen No Contributivo, quizás con ese dinero me alcance para comer y pagar servicios”, pidió.