La covid-19 nos despojó de muchas cosas. Una de las más esenciales para el ser humano ha sido la oportunidad de despedir como hasta hace poco se hacía a los seres queridos que mueren víctimas de esta enfermedad.
El enfermero y psicólogo, experto en Cuidados Paliativos, Javier Rojas Elizondo, lo resume así: “las muertes por covid implican un duelo traumático. Para entenderlo, hay que entender la teoría del trauma: estamos sintiendo un trauma y no solo a nivel individual; lo estamos sintiendo a nivel país y mundo. Es una fuerza intensa y traumática”.
“En este caso es un país en duelo por todo lo que estamos viviendo. Los escenarios de la pérdida son muchos. Es una vivencia traumática que está dejando huella. Probablemente, nos reconozcan en algunos años como la generación covid”, dijo.
Lo que hasta ahora eran los rituales de despedida y entierro, caracterizados por el acompañamiento familiar, los rezos, las velas y los novenarios ―al menos, en la tradición católica―, ceden el paso a un ataúd sellado, sin posibilidad de ver o acercarse para despedir a ese ser querido por el temor al contagio, incluso después de morir.
“No hay duda que esta pandemia nos viene a hacer un corte. Estas muertes son imprevistas y traumáticas”, dijo Rojas.
Para el ser humano, a nivel cerebral y no solo emocional, es importante registrar la certeza de que aquel ser querido ya no va a estar más físicamente. Por eso, a lo largo de la historia y en las diferentes culturas, se han creado rituales de despedida.
“Hay una serie de conexiones neurológicas que nos permiten darnos cuenta de que esa persona falleció. Es el principio de certeza. Cuando nace el bebé, la mamá revisa ese cuerpo... eso se llama certeza de vida. Es el contacto ojo a ojo. Esa fotografía entra directamente a las neuronas y queda grabada para siempre.
“En la muerte también debería suceder esto. Por eso, para los allegados es importante mirar el cuerpo y hacen fila ante el muerto para mirarlo, para tener certeza de su muerte. La sociedad necesita mirar al muerto. Es una necesidad muy profunda, muy biológica”, explicó Rojas, quien además es jefe de Psicología del Centro Nacional de Control del Dolor y Cuidados Paliativos, de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Eso lo corta bruscamente covid, reitera. Una reacción ante esa nueva realidad, dijo, puede ser el adormecimiento.
FUENTE: Gina Coto, jefa de Trabajo Social, HSJ; y Javier Rojas, jefe de Psicología del Centro Nacional de Control del Dolor y Cuidados Paliativos. || DISEÑO / LA NACIÓN.
“Puede ser que racionalmente me lo digan, yo entienda pero mi cerebro no tiene una profundidad de certeza. ¿Cómo puedo mirar el cuerpo? Una de las grandes deudas que nos está dejando este coronavirus es desde la realización de la despedida hasta que la persona fallece. De alguna forma nos corta esto”, manifestó el psicólogo.
Profundo miedo a morir
“Hay mucho miedo frente al morir y no hay duda que el coronavirus nos abre todos estos miedos. Detrás del covid hay mucho, mucho, mucho miedo. El más profundo de todos, es el miedo a mi propia muerte y de alguna forma la covid nos viene a hablar mucho de este miedo”, dijo Rojas.
Por eso, entre los duelos que enfrenta la gente está el que le provoca ese microorganismo sobre su propia capacidad de vivir. Un virus con el potencial de dañar el cuerpo pero también la economía, la dinámica familiar, el entorno social conocido hasta hace pocos meses.
En muertes inesperadas, como las que está dejando covid-19 en el país y el mundo, explicó el psicólogo, hay una enorme carga de “no comprendo”: ¿por qué fue a ese lugar? ¿por qué no me despedí cuando él lo hizo? ¿Por qué no la cuidé más? Si tan solo...”
Sin duda, agrega Rojas, covid carga todavía más a quienes pierden a alguien de forma inesperada, ocasionándoles lo que él describe como un “sufrimiento devastador”.
“Hay dolor agudo. Suele doler en alguna parte del cuerpo, aunque sea emocional. Hay gente que le duele el pecho, a otros el estómago. Puede tener una herida y duele...
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“Puede haber un sentimiento de odio, venganza o impotencia: odio hacia alguien que hizo algo, de lo más sencillo a lo más fuerte. Hay una memoria dolorosa reiterativa: cuando lo intubaron, cuando gritaba, cuando no dormía. Es una imagen dolorista (sic) que suele quedarse dando vuelta en el cerebro”, agregó Rojas.
FUENTE: Javier Rojas, jefe de Psicología del Centro Nacional de Control del Dolor y Cuidados Paliativos. || DISEÑO / LA NACIÓN.
Este raudal de emociones, que se puede expresar también físicamente al punto de enfermar a las personas, tiene que tratarse con ayuda profesional.
En colaboración a Psicología del Hospital Calderón Guardia, que se encontraba desbordada por la demanda de ayuda, el Centro de Control del Dolor y Cuidados Paliativos abrió un grupo para manejar el duelo en personas que han perdido familiares por covid.
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El programa, con una reunión virtual por semana durante ocho sesiones, se inició la semana anterior con 15 personas.
Ya se está conformando el segundo grupo para lo cual los interesados pueden contactar a Javier Rojas al correo jrojasel@ccss.sa.cr