Los países todavía no han aprendido la lección que pandemias anteriores les dejaron para enfrentar las crisis que desencadenen nuevos embates globales de enfermedades, como lo está haciendo ahora la covid-19.
SARS-CoV-2 encontró a la gran mayoría de las naciones con las manos arriba en algo fundamental: el desarrollo de guías bioéticas para orientar la toma de decisiones en los servicios de salud en momentos de crisis, apegadas al respeto al derecho a la salud y la vida de las personas.
“El mundo está avisado de la pandemia desde inicios de año. Hay muchas cosas que se podrían haber hecho desde ese momento. Esta no va a ser la última pandemia del siglo 21, sin temor a equivocarme.
“Para la próxima deberíamos estar preparados. Sí tenemos cómo responder de manera preventiva”, manifestó la especialista en Bioética Gabriela Arguedas Ramírez, profesora de Ética Médica de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Arguedas forma parte de grupos académicos internacionales de Bioética donde se ha discutido el tema la pandemia.
La ocasión más reciente fue en el Congreso Mundial de Bioética, que se realizó de manera virtual hace poco más de un mes.
“Hemos estado en varias reuniones discutiendo este y otros aspectos que tienen que ver con todas las aristas bioéticas de la pandemia. No es lo solo lo que pasa en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). No solo se restringe a quién se da ventilación y a quién no.
“El abordaje es sumamente complejo, varía entre países y a lo interno de los mismos países. Vamos a ver escenas más dramáticas entre más desorganizada esté la institucionalidad de un país. Donde no hay centralización, sin ente rector con injerencia o sin sistemas de salud centralizados, en escenarios como esos vamos a encontrar más situaciones trágicas. Lo hemos visto en toda Centroamérica y en países sueramericanos”, afirmó Arguedas.
Para la especialista, es un hecho que Costa Rica pasará por un proceso de asignación de recursos escasos que va a implicar para los profesionales en salud tomar la decisión de cómo priorizar la atención de los enfermos.
En las discusiones académicas en las cuales ha participado, dice, se han abordado los riesgos a los que se exponen los países por asumir estos procesos de manera intempestiva, casi a golpe de tambor con las crisis en ciernes.
Para Arguedas, uno de los principales retos en la construcción de las guías es blindar la asignación de los recursos ante posibles prejuicios.
“En Inglaterra, se generó un gran debate, y tuvieron que retrotraer la guía por exigencias de los grupos con discapacidad, porque la guía podía insinuar o legitimar decisiones que podrían afectar de manera directa a personas con discapacidad. En Estados Unidos, Suecia y Holanda, han negado el acceso a oxígeno a personas con discapacidad o con edad avanzada.
“Un reto es cómo asegurar un método para la evaluación de pacientes y la asignación justa de los recursos que esté blindado frente a cualquier forma de prejuicios.
“Si estamos en una Unidad de Cuidados Intensivos, o en un escenario donde las UCI están desbordándose, que es lo que ya está pasando en Costa Rica, hay que evaluar de qué manera se asignan recursos de manera justa, con el objetivo de salvar el mayor número de vidas. Ojo: uno de los puntos que ha generado más debate (en las discusiones académicas) es si lo que se debe salvar es número de vidas o la mayor cantidad de vida por vivir”, dijo Arguedas.
Consideró que la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) necesita esa guía bioética, aunque sostuvo que lo ideal es que el sistema de salud se hubiera tomado el tiempo necesario para desarrollarla cuando no se estaba en una situación de emergencia.
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“Ese es uno de los principales puntos en ética de la salud pública: hay que prever crisis y prepararnos. Una tarea es desarrollar este tipo de guías antes de que sean necesarias, porque cuando ya se instaló la crisis hay muchos conflictos que tienen que ver con otras dimensiones, que hacen más difícil desarrollar una guía. Es parte de lo que está en debate en estos espacios”, comentó la bioeticista.