El hombre, de unos 60 años, llevaba cuatro días tirado sobre una acera del parque La Merced, en San José, totalmente desvanecido sobre su propio excremento. No se movía. Parecía muerto. Tenía una herida abierta en su cabeza.
A diferencia de decenas de habitantes de la calle que merodean por los alrededores del Hospital San Juan de Dios, aquel se notaba realmente mal.
Por eso, contrario a lo que dicta el protocolo hospitalario de no salir a la calle a traer enfermos, personal de Trabajo Social con el apoyo de Enfermería buscó el permiso de la dirección médica del San Juan de Dios para atenderlo.
“Corrimos para que él aceptara la ayuda, y al final no quiso. Mientras ellos estén cognitivamente bien no se les puede obligar a ser atendidos.
“Nos dijo que era de Guanacaste y que tenía muchos años de vivir en la calle. Quedó ahí, donde lo encontramos, frente a la puerta de médicos. Parecía estar agonizando”, relató este viernes Gina Coto Villegas, jefa del servicio de Trabajo Social en un intento por explicar la rutina que se vive en el San Juan con estos pacientes.
Todas las semanas, este hospital josefino recibe un promedio de diez personas en situación de calle que llegan a emergencias, la vía frecuente de ingreso.
El San Juan está rodeado por una de las áreas más extensas de la llamada zona roja de la capital, en donde se calcula que viven más de 2.300 indigentes, el 61% de todos los que tiene registrados el Sistema de Información de Población Objetivo (SIPO) en el país.
Dicho sistema está a cargo del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), ente rector en el tema de pobreza e indigencia.
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Todos los días, unas dos personas en indigencia ingresan gravemente enfermas al San Juan. Siete de cada diez, logran egresar a los pocos días luego de que se les tratan sus heridas o la descompensación causada por enfermedades de fondo, como la diabetes. Y sí, ellos vuelven a la calle, en donde viven.
Pero entre tres y cuatro personas requieren subir a hospitalización para cirugías o tratamientos más prolongados debido a su precaria estado de salud, dijo Coto.
La situación de calle de estos pacientes representa un enorme reto para el San Juan de Dios porque no los puede enviar a dormir a una acera mientras se recuperan, por ejemplo, de una cirugía.
Este tipo de pacientes, relató Coto, han llegado a pasar internados hasta seis meses, si no se les encuentra antes algún albergue o un centro de cuido que esté dispuesto a recibirlos. Un día de hospital, dependiendo del servicio, ronda los ¢500.000.
“Sí, es una situación que va en aumento. El número crece, y las instituciones tienen recursos y capacidades limitadas. Las necesidades de estas personas son inmediatas, no así los recursos que tenemos para resolverlas", reconoció Coto.
Los pacientes en condición de calle que quedan internados, muchas veces ‘bloquean’ las camas hospitalarias por muchas semanas y meses, limitándole a otros enfermos la oportunidad de un internamiento, dijo Marco Vinicio Umaña Ramírez, jefe interino de Emergencias en el Calderón Guardia.
La situación en este otro hospital con los indigentes no es tan crítica como en el San Juan. En promedio, cada mes ahí atienden alrededor de dos personas en situación de calle, confirmó Umaña.
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Hasta ahora, no hay un estudio que registre el perfil de enfermedades y de mortalidad de estas personas. Consultas con dos de los hospitales capitalinos más importantes, el San Juan y el Calderón Guardia, concluyen en que los motivos más frecuentes para que un indigente caiga en emergencias es porque su vida está corriendo un verdadero riesgo.
La principal causa de ingreso a los servicios de salud en ellos son las crisis agudas provocadas por el alcoholismo y la adicción a otras drogas.
El mejor ejemplo de esto fue lo que sucedió en el 2019, cuando 79 personas se intoxicaron con guaro adulterado con metanol; 29 de ellas fallecieron, y casi todas eran habitantes asiduos de las calles, comentó Marco Vinicio Umaña Ramírez.
Enfermar en la calle
Los padecimientos más frecuentes de los habitantes de la calle:
FUENTE: ENTREVISTAS DE LA NACIÓN || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
También están las descompensaciones de enfermedades crónicas, como la diabetes, la presión alta y enfermedades cardiovasculares que los lanzan a las salas de shock con infartos agudos al miocardio.
En las mujeres en indigencia, los ataques sexuales están entre las causas más frecuentes; también, las infecciones de transmisión sexual y los embarazos.
No hace pocos días, el San Juan atendió a una mujer habitante de calle que se fugó del centro de rehabilitación de adictos en donde estaba.
Al caer nuevamente en el parque La Merced, fue atacada sexualmente por varios individuos quienes, durante la agresión, le quebraron una pierna.
“Tuvimos que correr con el OIJ (Organismo de Investigación Judicial) para ayudarla a poner la denuncia, y volver a buscarle un lugar mientras se recupera del ataque. Este es el pan de cada día”, agregó Gina Coto, quien coordina un equipo de 23 trabajadoras sociales, con un área especialmente dedicada a la atención de personas en abandono.
Cuando los hospitales detectan un embarazo en una mujer en indigencia, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) está en la obligación de atender y dar seguimiento antes, durante y después del parto.
Esta situación se complica cuando son mujeres adictas que no acuden a los servicios de salud o se escapan de los centros que les dieron cobijo. Cuando los niños nacen, si no hay una red de apoyo familiar cercana, pasan a manos del Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
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Apoyo institucional
Vivir en la calle, y estar enfermo, es una de las peores cosas que le puede pasar a un ser humano, comentó Mariella Echeverría, jefa del Departamento de Servicios Sociales y Económicos, de la Municipalidad de San José.
Esta alcaldía tiene un centro dormitorio con capacidad para recibir a 102 personas en situación de calle cada noche. Solo en el 2019, ese centro dio 31.409 servicios de dormitorio nocturno. Solo en ese año, atendieron por primera vez a 892 personas, informó Gilberth Torres Cordero, administrador del centro.
Cuando quienes viven en condición de calle caen en los servicios de salud es porque, muchas veces, otros los llevan ante la imposibilidad de estas personas de trasladarse por sus propios medios.
Esta función, en no pocas ocasiones, la realiza la Policía. Marcelo Solano Ortiz, director de la Policía Municipal de San José, confirmó que cuando los servicios de salud llegan a la calle es por requerimiento directo de estos cuerpos de seguridad.
"Somos quienes hacemos la llamada de emergencia para que esta población pueda tener acceso a los servicios de salud.
“La cantidad de personas habitantes de calle que se encuentran con la salud deteriorada es muy visible, es un número importante, dudo que haya un censo. Con mucha facilidad se observa habitantes de calle que salen de cirugías que necesitan asistencia, que están en silla de ruedas, o que tienen bolsitas para orinas o heces (colostomías)”, comentó el funcionario.
Solano recordó que hace apenas 15 días encontraron a un hombre muerto en la vía pública, un habitante de calle con historia de VIH (virus que causa el sida).
La CCSS no tiene un registro específico que identifique a estas personas como habitantes de la calle.
Cuando ingresan a los servicios hospitalarios, se les atiende como a cualquier otro ciudadano, sin fijarse en su condición, aclaró Ana Josefina Güell, vocera de la Gerencia Médica.
La Caja también dispone de una modalidad de aseguramiento por el Estado para esta población.
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“Cuando se logran documentar los requisitos para la aprobación del aseguramiento por el Estado, los fondos provienen de Fodesaf (Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares); de lo contrario, la CCSS asume los costos de atención”, agregó Güell.
Ocho de cada diez personas en indigencia sufren alguna adicción y alcoholismo. Pero la capacidad institucional para brindarles una salida a este problema es escasa. En la CCSS, solo se resuelven las crisis agudas.
El Instituto de Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) ha aumentado un poco su capacidad precisamente para atender a este tipo de pacientes.
Esa es la institución rectora en materia de adicción y, por lo tanto, responsable de girar las políticas para prevenir y tratar ese problema. Sin embargo, para la población en indigencia solo dispone de 95 espacios en diferentes centros subcontratados especialmente para su atención.
Desde el 2017, han atendido a 1.000 personas, que corresponde a la capacidad instalada de estos servicios. La inversión anual proyectada para el 2020 es de ¢900 millones, informó la trabajadora social del IAFA, María José Rodríguez.
El IAFA, reconoció Rodríguez, no está en capacidad de dar seguimiento a cada uno de esos casos; así que difícilmente se sabrá cuántos de ellos están en franca recuperación de su situación como adictos.
El viceministro de Desarrollo Humano e Inclusión Social, Francisco Delgado Jiménez, reconoció que la situación integral de la población en indigencia es una de las problemáticas que más ha aumentado en los últimos años, en cuanto a volumen de casos y complejidad.
Se está tratando de reorganizar el trabajo entre instituciones clave para la atención de estas personas; entre ellas, la CCSS y el IAFA, al tiempo que se impulsa el desarrollo de iniciativas con participación de las municipalidades, como en el caso de San José, y de organizaciones no gubernamentales.
Jiménez confirmó que se coordina con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) para que el próximo censo de población incluya, por primera vez, a la población en situación de calle.
* Nota corregida por el editor a las 8:45 a. m. del lunes; el parque en mención es La Merced, actualmente llamado Braulio Carrillo