Una de las ventajas de Costa Rica es la estacionalidad de la circulación de los virus respiratorios. Desde hace años se sabe que en los meses lluviosos las enfermedades respiratorias alcanzan su “temporada alta”, lo cual se refleja en un mayor número y complejidad de los casos y en hospitales más llenos.
No haber previsto esta estacionalidad con suficiente antelación es lo que cuestiona al Ministerio de Salud el epidemiólogo de la Universidad Nacional (UNA), Juan José Romero Zúñiga. El experto le achaca a esta falta de previsión la saturación de servicios como emergencias o cuidados intensivos.
El 20 de setiembre, casi seis meses después de que empezara a subir el número de enfermos, Salud emitió una alerta sanitaria ante la saturación de los servicios hospitalarios, especialmente, los del Nacional de Niños.
Este jueves, 117 menores estaban internados, lo que representa un 271% de ocupación sobre las camas habitualmente destinadas a pacientes respiratorios (67 camas). El hospital tiene 305 camas y este jueves registraba un 79,5% de ocupación, informó el director médico, Carlos Jiménez Herrera.
“Yo pienso que no fue oportuno. Si nosotros sabemos cómo es la naturaleza de los virus respiratorios podríamos tomar las figuras de las curvas epidémicas de los últimos años y vamos a ver que prácticamente se posicionan una sobre la otra, con un quiebre en los años 2020 y 2021 por la incursión de covid.
“Digo que no es oportuna (la alerta sanitaria) porque llegamos tarde. No es oportuna porque pudimos evitar la magnitud del tipo de casos. Si desde mayo, abril y junio empezamos a trabajar en una campaña de promoción de buenas prácticas para la prevención de las infecciones respiratorias, en agosto podríamos reducir la cantidad y esa plétora que tenemos hoy, concentrada en el Hospital de Niños, se podría haber evitado”, enfatizó el epidemiólogo.
Para el epidemiólogo e investigador de la Universidad Hispanoamericana (UH), Roberto Carlos Salvatierra Durán, con una ocupación hospitalaria tan alta y con enfermedades respiratorias en proceso de hasta 15 días de incubación, hay que ver “con cuánta fuerza nos agarrará ahora la espuma de la ola”. A su criterio, la transmisión sostenida se registra desde hace varias semanas, incluso, meses.
“El colapso (del Hospital de Niños) ya está. Lo que esperamos es cortar la cadena de transmisión. Podríamos ver una disminución en entre 4 y 5 días pero probablemente a nivel escolar. No sería inaudito dar una semana de vacaciones a los estudiantes. Otro ‘receso lluvioso’ para dar una pausa al sistema de salud nacional”, recomendó Salvatierra.
Según dijo, los que ahora manejan los números oficiales son los equipos del Ministerio de Salud. “Como médico, cuando tenemos ocupaciones importantes, como en el caso del Hospital de Niños, hubiera sido más adecuado emitir las alertas mucho más antes”, recalcó.
El epidemiólogo de la UH recomienda utilizar un sistema de aviso, dice, casi de forma meteorológica.
“¿A qué me refiero? El Meteorológico nos dice si salimos con o sin sombrilla. En el momento en que vemos el aumento de casos respiratorios, como lo vemos desde hace algún tiempo, deberían decirnos que está empezando un nuevo brote de enfermedades e insistir en las recomendaciones del uso de mascarilla. Nosotros deberíamos tener un sistema de alerta a nivel nacional que nos diga que nos estamos acercando a un momento de mayor transmisibilidad”, explicó.
Para la vocera del Colegio de Microbiólogos, Fabiola Jiménez, es difícil determinar si tanto la alerta sanitaria del Ministerio de Salud como la declaración de emergencia institucional de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) fueron emitidas oportunamente.
Según dijo, desde hace varias semanas se vienen dando las alertas de parte del Hospital de Niños, como “una bola de nieve” que ha venido creciendo sin que la gente reaccione.
La microbióloga encuentra relación entre el pico de virus respiratorios y la llamada brecha inmunológica: “los niños venían de estar encerrados en un periodo muy importante de su vida en el cual pasaron sin exposición a agentes microbianos. Ahora salen, van al kínder y a paseos, y a su sistema inmunológico le toca ponerse al día”.
En su criterio, es posible que tenga relación con la brecha inmunológica, pues llama la atención que virus que antes daban cuadros leves ahora desarrollan cuadros más complejos. Adicionalmente, dijo, gracias a las técnicas de diagnóstico con paneles respiratorios ahora se pueden detectar coinfecciones (una misma persona infectada con varios virus).
Fabiola Jiménez considera ideal que las personas retomen voluntariamente la práctica de medidas como el lavado de manos, uso de la mascarilla, distanciamiento social y físico, y el protocolo del estornudo y el tosido.
“Después de la pandemia uno esperaría que la población valore el uso correcto de la mascarilla. Pero si esto sigue aumentando, (el retorno al uso obligatorio) sería el paso que le correspondería tomar a las autoridades de salud. Es un escenario que esperaríamos no tener, pero si la gente no responde habría que valorarlo”, advirtió Jiménez.