Relatar en una nota periodística la ansiedad de muchas personas por la vacuna contra la covid-19 ha sido una de mis constantes desde diciembre, cuando Costa Rica comenzó la campaña para inmunizar contra esta enfermedad a 4,5 millones de habitantes.
En mayo, de alguna manera, crucé la frontera porque soy del Grupo 3, de los cinco identificados dentro de las prioridades para vacunar.
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Ese grupo lo integramos personas con algún factor de riesgo, cuya salud se podría complicar más si contraemos el SARS-CoV-2, el coronavirus que produce la covid-19.
Y, sí, empecé a preocuparme todavía más por mi vacunación al enterarme que llamaban a personas más jóvenes que yo en otras Áreas de Salud, con un avance rápido de la vacunación en los grupos.
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En la siguiente entrega del podcast ‘Reporteras de covid’ no relato solamente mi experiencia como persona con factor de riesgo que necesitaba –y quería– la vacuna.
También comparto el criterio de un especialista en Epidemiología que responde a la pregunta que muchos se hacen luego de recibir la dosis: ¿Por qué, si me vacuno, no puedo salir con amigos, abrazar a mis seres queridos, o caminar por la calle como lo hacía antes de la pandemia?
El relato, en el siguiente post de ‘Reporteras de covid’: