Desde mediados de julio, la campaña de vacunación contra la covid-19 en Costa Rica tomó mayor velocidad gracias a la donación de 500.000 dosis del Gobierno estadounidense. Desde entonces, ninguna semana ha tenido menos de 200.000 vacunas aplicadas.
Sin embargo, ese hecho ha coincidido con un incremento de casos y de hospitalizaciones por el virus pandémico. Por esa razón, no ha faltado quienes aprovechen este panorama para decir que la vacuna no funciona o que no lo hace de forma tan eficiente.
Tales afirmaciones son rechazadas por especialistas consultados por La Nación. Exploramos el fenómeno con ayuda del médico y epidemiólogo Ronald Evans, del biomatemático Tomás de Camino y de la infectóloga y pediatra María Luisa Ávila, así como las estadísticas nacionales e internacionales.
Sí, es cierto que estamos en lo que otros especialistas han descrito como una nueva ola pandémica y que hay más de 1.000 personas hospitalizadas. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja y tiene al menos cinco factores que influyen.
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1- Una dosis no es suficiente
La primera razón es que nuestro país decidió aplicar las dos dosis con 12 semanas de diferencia entre una y otra. Esto permitió captar a más población y darle algo de protección versus tener muy pocas personas con esquema completo y una gran cantidad de población sin protección del todo.
Los tres entrevistados coinciden en que esta fue la mejor vía, dado que no hay suficientes dosis para toda la población. Sin embargo, esto ha llevado a que muchas personas se sintieran como ya protegidas cuando aún no lo estaban y bajaran su guardia.
A partir de la semana anterior, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se aboca principalmente a aplicar segundas dosis y completar esquemas de quienes ya están cumpliendo la fecha indicada.
Los datos más recientes de la CCSS señalan que al lunes 16 de agosto el 57,11% de la población nacional ya había empezado su esquema, pero el 39,69% solo cuenta con una dosis. Estas personas no alcanzan una protección suficiente como para evitar desarrollar síntomas y complicaciones del virus.
“La protección con una solo dosis es más baja”, resume Evans.
Ávila complementa: “se requieren las dos dosis para una mayor protección; con dos dosis se reduce la posibilidad de enfermarse, de hospitalizarse y de morir. De ahí que si usted solo tiene una dosis, debe seguir con las medidas de protección adicional”.
En una entrevista anterior, Guiselle Guzmán, jefa del Área de Salud Colectiva de la CCSS recordó que una sola dosis da una protección de un 30% a un 40% (dependiendo del producto y de las características de cada individuo), pero al inyectarse por segunda vez, la protección puede subir a más de 80% o 90%.
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2- Muy poca población con esquema completo
Al último corte de la CCSS solo el 17,42% de los habitantes tiene ambas inyecciones. Aunque esto les da mayor protección a nivel individual, no es suficiente como para generar protección colectiva.
“El fenómeno poblacional no llega a ese nivel de reducción considerable de los contagios. Para eso se necesita de un porcentaje alto de la población que esté vacunada para que se vea reflejado en los contagios”, expresó De Camino.
Evans coincide: “cualquiera de las vacunas que se está aplicando requiere de un gran número de vacunados con ambas dosis para poder ver una reducción sustancial en el número de infecciones reportadas”.
Ávila puntualizó: “si tiene dos dosis, sígase cuidando”.
La infectóloga dio una mirada más global y expuso que a nivel mundial solo el 24% de la población ha completado el esquema.
“Esto hace que el virus circule, y al circular en su proceso de adaptación muta y pueden aparecer más variantes a las previamente descritas”, comentó.
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3- El efecto no es mágico ni inmediato
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Cuando la segunda dosis de la vacuna llega a nuestro brazo, la protección que esta ofrece no se da en el acto. Nuestro organismo debe generar los anticuerpos necesarios de manera que, si entra en contacto con el virus, pueda reconocerlo y atacarlo.
Los anticuerpos toman tiempo en generarse y multiplicarse. Por ello, se debe esperar de dos a tres semanas después de la segunda dosis para considerar que la persona tiene protección contra el patógeno.
Si una persona con su esquema completo se expone al virus antes de que su cuerpo haya generado la protección necesaria, podría enfermarse y complicarse.
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4- Ninguna vacuna es perfecta ni ‘bloquea’ las infecciones
Una vacuna nos protege, pero no nos hace ni 100% inmunes ni inmortales. Tampoco evita que se transmita el virus, aunque sí se baja su nivel de transmisibilidad.
“La vacuna con dos dosis llega a proteger entre un 90% a un 95% en lo que se refiere a evitar los casos más graves, que evitan admisión a cuidados intensivos y a las muertes, no al contagio”, afirmó Evans.
Para de Camino, el seguir portando el virus y tal vez ni siquiera percatarnos, mantendría algún nivel de transmisión activa.
“La vacuna no bloquea la infección, es decir, siempre va a haber transmisión. Lo que queremos es llegar a niveles de hospitalización más bajos.
“Estamos viendo más hospitalizaciones porque la vacunación no es homogénea, estamos viendo sectores geográficos del país en los que hay una vacunación mucho menor y esto también tendría repercusión sobre las hospitalizaciones”, añadió.
Además, hay otros factores que deben tomarse en cuenta. Por ejemplo, hay individuos en los que la efectividad de la vacuna no es igual que en otros.
La efectividad debe verse como un espectro, en el que hay personas que, según sus características, pueden tener un umbral mayor (o menor) que otras.
“La edad es importante. Conforme envejecemos, nuestro sistema inmunitario pierde fuerza. No es lo mismo cómo recibe una vacuna alguien de 80 años, que alguien de 30″, aclaró Ávila.
También podría variar la efectividad entre quienes, por algún motivo, tienen su sistema inmunitario comprometido (personas con VIH o quienes tuvieron un trasplante y deben tomar inmunosupresores). Ellos tendrían algún tipo de respuesta, pero sería menor al de una persona saludable.
A esto también hay que agregarle que algunas personas están más expuestas al virus y tienen más oportunidades de infectarse, como quienes trabajan en un hospital.
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5- El efecto de variantes más transmisibles
Variantes como la delta, que ha mostrado ser hasta dos veces más transmisible, hace que se entre en una especie de competencia en la que se debe vacunar a cierto ritmo para que se logre contrarrestar la influencia del virus.
Estimaciones del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (CCP-UCR) hablan sobre la necesidad de al menos 250.000 vacunaciones semanales, cifra que ya se ha logrado en otras ocasiones, pero que en las últimas dos semanas no se alcanzó.
Recientes publicaciones del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) aseguran que las vacunas siguen siendo eficaces para prevenir hospitalizaciones y muertes por la variante delta, pero no así las infecciones ni los síntomas más leves de la enfermedad.
Esto haría que el virus siga transmitiéndose de forma eficiente, aunque menos letal.
Los especialistas consultados insistieron en que es necesario mantener medidas como el lavado riguroso de manos, el uso de mascarilla en sitios cerrados o donde no pueda guardarse distancia, y evitar aglomeraciones y sitios cerrados con mala ventilación.
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