Aunque todavía faltan algunas semanas para que las lluvias arranquen con fuerza en gran parte del territorio nacional, los primeros aguaceros de estos días se han convertido en el preámbulo para recordar una importante premisa: el SARS-CoV-2 y otros virus respiratorios suelen aprovechar estos momentos para diseminarse entre la gente.
“Esto ocurre por la naturaleza del virus, que le gusta el frío, la humedad y la cercanía de las personas”, explica Juan José Romero, epidemiólogo de la Universidad Nacional (UNA).
Las lluvias obligan a las personas a encerrarse y a acercarse más entre ellas. Ya no será tan frecuente la permanencia en espacios abiertos. Se cerrarán ventanas en casas, oficinas y transporte público para que no se filtre la lluvia.
“Habrá más chance de que haya aires respirados compartidos. Si hay alguna persona contagiada con la covid o con cualquier otro virus respiratorio, esto hace más fácil el contagio.
“Sería de esperar que, de no poner todo el cuidado en el cumplimiento de los protocolos, tuviéramos en la época lluviosa un incremento en los casos. Una ola más o menos parecida a la del año pasado”, agregó el epidemiólogo.
A finales de febrero, Werner Stolz, del Instituto Meteorológico Nacional (IMN), informó de que este año la estación lluviosa se adelantará una semana.
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En el Pacífico Sur de Costa Rica, dijo el experto, se prevé que la estación húmeda se inicie en la última semana de marzo.
En el centro del país, las lluvias llegarán entre abril y mayo, y ya para ese mes los aguaceros serán la constante en la totalidad del territorio.
Huésped, la clave
Aunque en Costa Rica no se experimentan los inviernos del hemisferio norte ni tampoco los australes, la reducción en la radiación solar de hasta un 30% durante la temporada de lluvias podría tener un impacto, afirma el microbiólogo y salubrista Darner Mora Alvarado, quien dirige el Laboratorio Nacional de Aguas.
Mora ha sido enfático en aconsejar a la población la conveniencia de aprovechar la ventilación natural, los espacios abiertos y la luz del sol como herramientas que da la naturaleza para ayudar en la lucha contra la covid-19, sobre todo en verano.
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“Al haber menos radiación, habrá menos eliminación del virus en el ambiente y también menos producción en el organismo de vitamina D, indispensable para el funcionamiento del sistema inmunológico.
“Pero en la tríada huésped (persona), agente (en este caso, SARS-CoV-2) y ambiente, sin duda el factor humano es el fundamental. Sí me atrevo a decir que en la próxima temporada lluviosa vamos a comprobar la madurez del costarricense en el cumplimiento de las medidas básicas: lavado de manos, uso de mascarilla y distanciamiento físico”, dijo Mora.
El médico y epidemiólogo, Rónald Evans, investigador de la Universidad Hispanoamericana, asegura que no hay asociación comprobada del SARS-CoV-2 ni con el calor, ni con el frío, el viento o la humedad.
“Este coronavirus actúa diferente. Parece que no necesita la ayuda de ciertas condiciones para favorecer su crecimiento. Es lo interesante y raro de este virus, que siempre nos está dando sorpresas al por mayor.
“Parece que hay otras condiciones más importantes, y entre ellas sin duda destaca el comportamiento humano. Cuando llega el invierno pudiera haber una reactivación porque la gente se recluye más en espacios cerrados. La lluvia, en sí misma, no va a ocasionar un incremento o a desencadenar un nuevo rebrote”, advirtió Evans.
El médico recalcó que en Costa Rica todavía son muy pocas las personas inmunizadas por la vacuna y por la infección, y subrayó que son muchos los susceptibles a enfermar.
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“El virus está ahí, no se ha ido. Es cuestión de que encuentre ocasiones propicias para poder diseminarse. Puede perfectamente suceder un aumento de casos, porque el virus se ha comportado así. Nos da una tregua.
“Va a seguir bajando, lleva ya ocho semanas descendiendo. De repente hubo un pequeño repunte, que todavía no es para asustarnos. Por un tiempo podría continuar el incremento, sobre todo si hay cambios en el comportamiento humano”, destaca quien enfatiza que si se abandonan las reglas del juego por parte de la gente, hasta podría darse una nueva ola.
Para Darner Mora, aflojar en el cumplimiento de las medidas podría ocasionar hasta un 50% o más de casos.
“Si ahora estamos en poco más de 400, podríamos llegar a 1.000 o más si no mantenemos las medidas de contingencia. Con el fin del verano, se nos va a quitar una, que son las ventajas que nos da la madre naturaleza. Al reducirse la luz solar, habrá más propagación”, acotó
Romero, por su parte, ha percibido cierto descuido de la gente.
“Hemos tenido un incremento de más o menos un 10% hace tres semanas. Pasamos de 300 casos nuevos al día a alrededor de 400 en cuestión de dos semanas. También hay un pequeño incremento de hospitalizaciones. La gente se está descuidando”, aseveró.