La diabetes tipo 2 es una de las enfermedades crónicas no transmisibles que vio aumentadas sus cifras de mortalidad en el 2020 y 2021, los dos años pandémicos en que todos los servicios de salud priorizaron la atención de los enfermos con covid-19.
La mortalidad por diabetes pasó de registrar una tasa promedio de 20,6 muertes por 100.000 habitantes en los años previos a la pandemia (del 2010 al 2019) a 42,3 muertes por 100.000 como promedio en los dos primeros años pandémicos (2020 y 2021).
Este dato sale de un análisis del equipo de investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad Hispanoamericana (UH), que lo dio a conocer este viernes 16 de diciembre.
“Esta diferencia es estadísticamente significativa, por lo cual podemos concluir que el SARS CoV-2 (el coronavirus que causa la covid-19) incrementó la tasa de mortalidad por diabetes en Costa Rica, lo cual marca la tendencia alcista que ha tenido esta enfermedad en los últimos años”, explica el epidemiólogo y coordinador de la investigación, el médico Ronald Evans.
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El análisis revisa otros cuatro padecimientos crónicos, cuya atención también quedó relegada a un segundo plano para atender las olas pandémicas que llenaron hospitales a lo largo y ancho del país.
Hipertensión arterial, o presión alta, es uno de esos cuatro padecimientos. Según la revisión de datos, realizada con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el promedio de mortalidad por esta causa se situó en 15,8 muertes por 100.000 habitantes entre el 2010 al 2019.
Sin embargo, en los dos primeros años pandémicos la tasa de mortalidad por hipertensión subió a un promedio de 27,2 muertes por 100.000.
En relación con las muertes por infarto agudo al miocardio y accidentes cerebrovasculares (derrame cerebral), los datos no arrojan diferencias significativas.
El promedio de muertes por infartos entre el 2010 y el 2019 se situó en 32,7 decesos por cada 100.000 habitantes. Para el 2020 y el 2021, el promedio de muertes por esta causa fue de 32,8.
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Por su parte, los derrames cerebrales en ambos periodos tuvieron una tasa cercana a 28 muertes por 100.000.
Cuando se analiza en conjunto la mortalidad por el grupo de cinco enfermedades crónicas no transmisibles (diabetes, hipertensión, enfermedad isquémica, infarto al miocardio y accidentes cerebrovasculares) se nota un aumento en la tasa promedio de mortalidad entre los periodos revisados.
Para los años que van del 2010 al 2019, la tasa promedio de mortalidad por esas cinco causas fue de 153,5 muertes por 100.000 habitantes. En los primeros dos años pandémicos, esta tasa subió a un promedio de 177,1 decesos por 100.000.
Años de vida perdidos
El análisis de la Universidad Hispanoamericana también revisa los años de vida perdidos por muerte prematura. Toman como base una esperanza de vida al nacer de 77 años, pues la covid-19 también afectó ese indicador que antes de la pandemia se ubicaba alrededor de los 80 años.
En el bienio 2020-21, según el análisis de la UH, se perdieron 9.989 años de vida por muerte prematura a causa de hipertensión arterial, para una media anual de 4.995 años de vida perdidos. Por su parte, en el quinquenio 2015-19 se perdieron prematuramente 13.979 años de vida, para una media anual de 2.796 años.
Los accidentes cerebrovasculares produjeron 14.139 años de vida perdidos en los primeros dos años pandémicos, con un promedio anual de 7.070 años. En el quinquenio 2015-2019 el promedio anual se situó en 6.722 años potencialmente perdidos.
“¿Qué fue lo que pasó? Creo que la principal causa, pero no la única, ha sido el deterioro que ha tenido la atención de los pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles, especialmente los diabéticos, hipertensos y cardiópatas.
“La atención ha sido mala. Además, mucha gente no asistió a los hospitales y clínicas por miedo. Todas las demás enfermedades pasaron a ser secundarias y esto, indudablemente, afectó indicadores como la mortalidad”, explicó Ronald Evans.
A esto se suma el daño que el virus ocasionó porque es una enfermedad multisistémica, que no solamente afecta esl sistema respiratorio, como se creyó al principio.
“Esto tiene que haber lesionado mucho el sustrato anatómico de muchas enfermedades y las hizo más proclives a afectar a las personas”, agregó el médico.
Él considera probable que esa tendencia al alza en la mortalidad se mantenga por más tiempo. ¿Cuánto? No sabe.
“Hay signos premonitorios un poco feos y negativos por lo que vemos en otras partes del mundo. La covid nos ha dejado con una deuda de inmunidad, que se está haciendo más proclive a complicaciones”, agregó Evans, para quien estos nuevos escenarios representan todo un desafío para los sistemas de salud.
Un sondeo de La Nación realizado en varios Ebáis del país, en octubre anterior, reveló hallazgos realizados por los técnicos de atención primaria en salud (Ataps) a su regreso a las visitas domiciliarias.
Los principales, fueron estos:
- Personas que interrumpieron el control de enfermedades como diabetes, presión alta y asma. Suspendieron medicamentos por miedo a ir al Ebáis, o redujeron las dosis para “rendir” los fármacos.
- Rezago en otros esquemas de vacunación infantil y para adultos mayores.
- Desconocimiento de los medicamentos que toman para controlar sus enfermedades.
- Personas que perdieron el aseguramiento por dificultades económicas, que incluyen la pérdida de empleo o la reducción de jornadas laborales.
- Mucha necesidad de consulta por salud mental debido a episodios de ansiedad y depresión, que se exacerbaron o se detonaron con la pandemia.