Son comentarios de pasillo y también confesiones de consultorio: a varios funcionarios del Hospital San Rafael de Alajuela no los han querido llevar en bus o taxi debido al temor a la nueva enfermedad respiratoria covid-19.
Este centro regional se ha convertido en el epicentro de la emergencia pues ahí se detectó uno de los primeros casos confirmados, hace poco más de una semana: el de un médico de 54 años, quien durante el periodo de incubación del nuevo coronavirus interactuó con al menos 165 funcionarios del hospital; 14 de los cuales se infectaron.
Muchos se encuentran dentro de los 415 descartados hasta la fecha después de hacerse la prueba específica para covid-19. En total, en Costa Rica 27 personas han dado positivo por esa enfermedad, cuatro de los cuales han requerido internamiento por sus complicaciones respiratorias.
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Esta noticia la ha tenido que abordar psicológicamente la coordinadora de ese servicio en el San Rafael, Milagro Picado Arias. Su equipo, integrado por otras dos profesionales, es el responsable de brindar contención emocional a los funcionarios de este centro de salud en esta emergencia.
Ni en taxi ni en bus, es cierto, pero también se han encontrado con repartidores de comida express que no quieren llegar hasta ahí por miedo.
“Esta (emergencia) nos ha tocado muy directamente, pero esperamos salir adelante. En relación con otras situaciones, esta se ha visto incrementada por el impacto de la percepción social del evento, el temor generalizado, una combinación de exceso de información y desinformación”, explicó la psicóloga.
“Lo tomamos a veces con humor, a veces con dolor. Ha habido un cierto dolor, y una sensación de ser señalado por trabajar en el Hospital de Alajuela, cuando aquí se ha hecho un esfuerzo muy grande en el abordaje, la desinfección generalizada y las medidas de seguridad”, reconoce.
A pesar de algunas actitudes discriminatorias dentro de la misma comunidad, el estrés en esta primera semana no se ha salido de control, comentó Picado.
Ese es uno de los principales riesgos que enfrenta el personal de salud. En países como China o España, la intensidad del trabajo que ha implicado el abordaje de estos pacientes tiene ‘quemados’ a miles de profesionales en Ciencias de la Salud.
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Según dice, es parte del quehacer del hospital enfrentarse a situaciones extraordinarias.
Es ella quien ha tenido que escuchar en estos días las historias de rechazo que le cuentan los funcionarios en las terapias. Por ejemplo, cuando a una enfermera le impidieron subir al bus solo por trabajar en el hospital y llevar el uniforme que la identificaba como tal, o cuando ni los repartidores de comida se quieren acercar al centro médico.
Los funcionarios, dice Picado, también tienen temor a infectarse o a llevar la infección a sus hogares. A pesar de lo anterior, por ahora el estrés está bajo control: un 90% de los funcionarios no ha mostrado cambios importantes de humor, y un porcentaje similar percibe que no ha habido interacciones violentas.
“Hay una disposición de acompañar a los servicios en el momento en que se agudice la situación por cuadros de ansiedad y estrés, que son normales en una situación como esta”, aseguró Picado, quien también ha encontrado contención en otros profesionales de Psicología, tanto a nivel local como central de la Caja.
Ella también tiene familia. En su caso, sus dos padres adultos mayores, quienes se encuentran dentro de uno de los principales grupos de riesgo del nuevo coronavirus, y ha tenido que tomar medidas para protegerlos.