La covid-19 le está dando una tregua a los costarricenses, pero la pandemia no ha acabado y la circulación del virus se mantiene alta en el país y en el mundo. Por esa razón, los especialistas no descartan una nueva ola pandémica ni nuevos brotes que podrían afectar especialmente a grupos específicos.
Esa nueva ola llegará en algún momento del 2022, afirmó Ronald Evans, epidemiólogo e investigador de la Universidad Hispanoamericana. Él no espera incrementos bruscos en las próximas semanas.
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Los especialistas coinciden en que los no vacunados serían los que corren mayor riesgo de infectarse y complicarse en caso de nuevas olas. Esto ya comenzó a verse en nuestro país con los niños, quienes por sus características aún no tienen una vacuna diseñada para ellos. Los adolescentes también se han visto afectados, porque fueron los últimos en inmunizarse y la cobertura no ha llegado a los mismos niveles.
El análisis de la Hispanoamericana resaltó que los menores de edad han sido el grupo etario con mayor aumento de infecciones durante 2021. En este año los casos aumentaron en un 343% en niños y adolescentes, contra un 224% en adultos y un 187% en adultos mayores, quienes fueron la primera población en ser inoculada.
Pero los no vacunados no serán la única población susceptible de una nueva ola. La infectóloga y exministra de Salud María Luisa Ávila habla de personas que requieren una tercera dosis para completar la respuesta que muchas personas obtienen con dos, como las personas inmunocomprometidas (personas con enfermedades en el sistema inmunitario o trasplantados de órganos en quienes las defensas no pueden construir la misma respuesta con la vacuna).
Para ellas nuestro país ya negoció nuevas dosis para el año entrante, pero las autoridades no han especificado las fechas ni qué tipo de condiciones de salud están dentro de la lista. Lo mismo sucederá con los adultos mayores. En Costa Rica, de momento solo los funcionarios de la primera línea de atención a la pandemia han recibido dosis adicionales. Los demás quedan para el año entrante.
Para Evans, también es necesario pensar en la población vacunada seis o nueve meses atrás, a la que no se le ha aplicado ningún refuerzo, de ahí la necesidad de aplicar el refuerzo lo más pronto posible a los que recibieron el fármaco durante los primeros seis meses de este año, en orden decreciente.
“Sabemos que el Gobierno tiene planificado la compra de un lote grande de vacunas Pfizer para este propósito, que llegarían al país en el 2022. La pregunta que nos hacemos es cuando precisamente. ¿Será en enero o en abril? ¿Muy tarde o a tiempo para evitar otro zarpazo del coronavirus?”, planteó.
La posibilidad de una nueva ola sobre la que hablan los expertos ya es una realidad en países con tasas altas de vacunación, como Reino Unido y Alemania que están teniendo repuntes en casos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluso se refirió a Europa como el “nuevo epicentro de la pandemia”.
“Hay que tomar en cuenta lo que sucede en otros países para avizorar lo que podría ocurrir en Costa Rica. Israel y Reino Unido, durante este año, lideraron por bastante tiempo los países con las más altas tasas de vacunaciones en el mundo contra covid-19 y en setiembre y octubre enfrentaron picos muy altos de casos″, recalcó Evans.
La diferencia con esa nueva ola, al menos por lo que ocurre en otras partes, es que “la mortalidad ha seguido un camino diferente, al disminuir notoriamente”. En otras palabras, las vacunas aun cuando vayan perdiendo efectividad para prevenir enfermedad leve, se mantienen fuertes para evitar la mortalidad.
Esta situación también la resaltó días atrás el epidemiólogo Juan José Romero: “tenemos que ver lo que está ocurriendo en países con alta cobertura vacunal, que tienen brotes o rebrotes de la enfermedad. Hay hospitales llenos, pero con pocas muertes”.
Además de las vacunas, el mantenimiento de medidas como mascarillas, lavado de manos y distanciamiento contribuirán a que el impacto sea menor.
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Primero olas pandémicas, luego brotes endémicos
Juan José Romero es claro al afirmar que las olas seguirán mientras siga la pandemia, pero con diferentes magnitudes, muy distintas a las anteriores. “Olas pandémicas de menor magnitud. De los tamaños ya vistos, no, a no ser que venga una variante nueva para la cual las vacunas no funcionen, ahí sí podríamos tener olas epidémicas importantes”, dijo.
María Luisa Ávila coincide “vamos a tener rebrotes, piquitos, olas. Entonces, tenemos que ser muy buenos surfeadores para navegar esas olas y salir victoriosos”.
Los especialistas señalan que es importante destacar que no podemos olvidar que Costa Rica está inmersa en la realidad mundial. Además, el virus es muy contagioso y eso provocará que todavía después de la pandemia enfrentemos brotes.
Daniel Salas Peraza, ministro de Salud, apunta: “no podemos desligarnos del evento pandémico a nivel mundial. No es una epidemia de dengue o de influenza que se comporta muy diferente a nivel de países tropicales o de otros lugares. Con covid-19 es más uniforme y estamos inmersos en una dinámica mundial”.
La viróloga Eugenia Corrales Aguilar subrayó que aunque eventualmente la pandemia acabe y entremos en una fase de endemia y se vean menos casos, no podemos subestimar al virus.
“El famoso ‘convivir con el virus’ no quiere decir que no tenga importancia. Todos los años vamos a tener gente que se va a infectar, que se va a hospitalizar. Va a haber gente que se va a morir y que se va a morir aunque tenga la vacunación. La vacunación no es un blindaje completo, pero sí vamos a tener mucho menor impacto. ¿Con eso saldremos de la pandemia? No sé, porque depende del virus y el virus también depende de nosotros”, aseveró la viróloga.
Para la especialista, el comportamiento del virus entre la población será como el de la influenza, pero con síntomas que pueden ser más graves para la población más vulnerable. Por eso, insistió, no podemos pretender dejar de ver hospitalizados y muertos cada año, situación que también se da con influenza.
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No depender únicamente de las vacunas
Una de las razones para cuales posiblemente hayan menos olas es que no podemos confiarnos y depender únicamente de las vacunas como medida para el control de la enfermedad.
Las mascarillas, la higiene de manos y el evitar sitios poco ventilados son necesarios para mantener bajo control el virus. A esto se le deben unir políticas de salud pública como un buen nivel de realización de pruebas diagnósticas y aislar a las personas contagiadas.
La mascarilla permanecerá como compañera de actividades durante mucho tiempo más.
“Las olas vienen y van, y que una ola baje no quiere decir que vaya a ser la última. Parte de lo que causa la baja en la enfermedad son las mascarillas, lo que queremos es que siga bajo. A mí me aburre llevar mascarilla, como a todo el mundo, ya quisiera dejar de usarla, este todavía no es el momento”, comentó el químico especialista en aerosoles Jose Luis Jiménez, quien desde el año pasado estudia la transmisión del virus.
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