Un 7,76 es la tasa más baja en la historia.
En los últimos 20 años es la tasa más baja. Esto significa que por cada 1.000 fallecieron 8 niños menores de un año. Esto habla muy bien de Costa Rica. Por encima solo están Chile, Estados Unidos y Cuba. Costa Rica ocupa el cuarto lugar en América.
¿Cuál es el reto: bajar más o mantener lo alcanzado?
Esto requiere varias cosas: mejorar la detección oportuna del riesgo de parto prematuro o de la malformación desde los niveles locales (Ebáis, Áreas de Salud), y reforzar el conocimiento del equipo médico para hacer un adecuado diagnóstico con referencia oportuna. Esto estaría impidiendo muertes infantiles por diagnósticos equivocados o tardíos. Sabemos que hemos mejorado pero falta mucho.
”¿Dónde voy a tener yo los recursos para mantener esto? Es un reto muy grande que no sé cómo lo vamos a manejar. Cómo le digo a los médicos, es un esfuerzo de equipo y un esfuerzo personal”.
¿Cuáles son los riesgos potenciales en Limón y Cartago?
Cartago se mantiene en ese rango de 9,3 y 9,5… Hay áreas indígenas de difícil acceso donde se llega tardíamente a los centros de salud. Limón: sí, definitivamente pasó de tener una tasa de 8,5 a 10,6; es un desastre. Aquí interviene la calidad en la atención prenatal, áreas indígenas muy aisladas, la pobreza... A pesar de los esfuerzos, Limón es una provincia que no sabemos por qué no logra remontar.
¿Qué pasa con las llamadas muertes prevenibles, tanto de niños como de madres?
Este es un reto para Costa Rica. El año pasado, hubo 19 muertes maternas. En el 2014 fueron 21. Hay una disminución de la mortalidad materna que hace que Costa Rica siga teniendo una mortalidad oscilante. Todavía no tenemos una explicación. Esto es un problema de salud pública y Costa Rica no lo ha resuelto todavía. El 80% de las muertes maternas son prevenibles.