Lo que sucede en Chile en estos momentos, con una crisis hospitalaria por el repunte en el número de enfermos y muertes por covid-19 pese a tener una alta cobertura de vacunación, es el mejor ejemplo para Costa Rica de que la vacuna es una herramienta importante, sí, pero no debería ser considerada la única para afrontar la crisis detonada por la pandemia.
Bajar la guardia con otras medidas complementarias al inmunizante, más que conocidas por la población, no solo se convertirá en un boomerang que retornará con una nueva y más agresiva ola pandémica, como pasa en Chile.
Ese peligroso exceso de confianza en una única medida y el relajamiento en las demás, también impactará negativamente en el bolsillo de todos los habitantes del país, especialmente los más vulnerables, y retrasará la anhelada reactivación económica en tiempos pandémicos.
“La vacuna no es la única herramienta ni es la más perfecta para controlar la enfermedad. No hay que confiarse en que ahora que hay vacuna las otras medidas de protección no son necesarias.
“La reapertura económica se resiente si las personas bajan la guardia”, advirtió Gustavo Mery, asesor en sistemas y servicios de salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Mery fue uno de los cuatro especialistas que participaron en el foro virtual El ritmo de la vacunación y sus repercusiones en la reactivación económica, organizado por “Página quince” de La Nación, la tarde-noche de este jueves, bajo la coordinación de la editora de “Opinión”, Guiselly Mora.
En su charla, titulada La vacuna contra la covid-19: una herramienta imperfecta para la recuperación económica, el experto de la OPS reconoce que los países han visto en la vacuna la forma para escapar de la crisis generada por la pandemia.
“En ella, los países han puesto su esperanza para recuperar la economía, pero hay cuatro necesidades claves junto a la vacuna”, advirtió el experto.
La primera, explicó, es acelerar el paso de la vacunación; la segunda, no confiar en que ahora que se tiene ese fármaco las otras medidas de protección no son necesarias.
La tercera necesidad es, más bien, un reto mayúsculo: resolver la gran inequidad que reveló el impacto de la pandemia, que tampoco fue equitativo entre países.
“No sorprende que la región más golpeada sea la más desigual, y esa es Latinoamérica y el Caribe. Las medidas deben dirigirse a apoyar a los más vulnerables, pero también a disminuir ese nivel de desigualdad”, afirmó.
La cuarta necesidad, agregó Mery, es no perder de vista que la salud y la fortaleza económica van de la mano y son parte de una misma fórmula para que un país progrese. Por eso, reiteró, es necesario proteger y mantener la inversión en salud.
“Si queremos tener una sociedad más preparada para el futuro, debemos mantener esa inversión en salud”, agregó el experto, quien destacó el ejemplo de Costa Rica, país que, según dijo, tiene un sistema que le ha permitido defenderse de la pandemia y no ser tan afectado como otros de la región.
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Cuatro deberían ser las prioridades nacionales en este contexto, asegura:
Primero, involucrar a la comunidad. Luego, elevar la salud como una prioridad esencial para la seguridad humana e impulsor para el desarrollo social y económico.
Tercero, dijo, proteger la inversión en salud, y aquí es prioritario fortalecer el primer nivel de atención.
Por último, reconocer la necesidad de trabajar en alianzas internacionales para procurar la recuperación económica, y en esto, dijo, Costa Rica ha jugado y tiene un rol importante.
Avance lento y desigual
En una semana, Costa Rica cumplirá cuatro meses de estar inmersa en la campaña de vacunación quizá más compleja de toda su historia.
El propósito es vacunar a 3,7 millones de personas, poco más de un 70% de su población actual, recordó la segunda panelista, María José Quijano, farmacéutica y docente en la Universidad de Ciencias Médicas (Ucimed), quien analizó el ritmo de la vacunación en el país.
“Estamos sumamente determinados por la cantidad de vacunas que ingresen de las diferentes compañías farmacéuticas. Los incrementos (en la velocidad del proceso) no son abismales, pero el ritmo no se ha visto afectado, ha habido un incremento. De los siete millones (de dosis adquiridas), se han entregado poco más de un millón de dosis”, precisó Quijano.
A este paso, advirtió, al país le tomará alrededor de un año y dos meses alcanzar la meta que se propuso. Actualmente, añadió, el ritmo promedio de avance es de 70.000 dosis semanales.
“Si continuamos así, no se cumpliría la meta, pero lograríamos alcanzar un porcentaje de la población total que tendría al menos una vacuna, y esto genera cierto porcentaje de inmunidad”, aseguró.
Quijano aclaró que el ritmo de vacunación se ve condicionado por cuatro elementos: la producción mundial de vacunas, el proceso logístico interno, los recursos humanos disponibles en las diferentes Áreas de Salud y el comportamiento de la población.
“Lo más importante es el compromiso que, como ciudadanos, debemos tener. De nada sirven los esfuerzos del Gobierno si bajamos la guardia. Hay una falsa sensación de que no hay un riesgo inminente.
“No funciona que una parte de la balanza ponga un gran esfuerzo en aumentar el ritmo de vacunación, si la otra parte no colabora”, recalcó la farmacéutica.
En ese contexto, el tercer panelista, Martín Rama, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial (BM), considera estratégico considerar la importancia de tomar decisiones colectivas ante una situación de gran incertidumbre, como la actual.
“Esto es un gran desafío, mucho mayor en la región latinoamericana. Uno de los grandes riesgos es que América Latina regrese a soluciones populistas de antaño, las soluciones mágicas”, dijo Rama como parte de su ponencia La incertidumbre impregna todo pronóstico económico.
América Latina, dijo Rama, es la región más afectada de las seis en las que divide el mundo el BM.
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“Tenemos elementos de un dinamismo económico enorme, pero vamos a tener una multiplicación de la desigualdad. Medidas más radicales de confinamiento van a ser más difíciles, y vamos a tener más presión a políticas más de tipo populista, por el cansancio de la gente”, advirtió el economista.
Para Rama, vacunar a todo el mundo no es realista. “La vacuna es una de las fuentes. Hay que evaluar qué funciona más: no es lo mismo cerrar las escuelas que los comercios o gimnasios. Hay mecanismos de organización de la actividad que pueden dar menos nivel de contagio sacrificando menos la economía”, aseguró.
Sin duda alguna, Costa Rica se enfrenta a un escenario complejo, afirmó el cuarto panelista, el ingeniero Rodolfo Romero, investigador de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien presentó la ponencia Ciencia de datos, productos que apoyan el proceso de toma de decisiones.
Esa universidad integró un equipo, con alrededor de 15 investigadores de siete unidades académicas, para desarrollar diferentes proyectos vinculados con el efecto de la pandemia.
Para él, la articulación y el trabajo interinstitucional tienen que seguir fortaleciéndose. Esa debería ser una de las grandes lecciones de esta crisis.