El 22 de marzo, el país cumplió cinco años de tener la Ley de Control de Tabaco (número 9028). Han sido cinco años en los cuales los no fumadores han recuperado su derecho a espacios libres del humo del cigarro.
Este es, quizá, uno de los mayores logros que destaca el actual coordinador del Programa de Control de Tabaco, en el Ministerio de Salud, Roberto Castro Córdoba.
El médico asumió la coordinación del programa en noviembre pasado, pero desde siempre ha sido un defensor del derecho a la salud. El siguiente, es un resumen de la entrevista.
¿Cuál es el principal resultado tras cinco años de Ley Antitabaco?
Es el mejor logro de salud pública de este siglo. Fue una lucha muy interesante que este país tuvo y donde se hizo una reflexión interna con oposición manifiesta de quienes querían que esto no se aprobara.
”Desde que se ratificó en mayo del 2008, se trabajó un proyecto con la red antitabaco que contó con el apoyo internacional de organizaciones que nos permitieron conocer la experiencia de otros países en materia de control de tabaco.
”Su aprobación fue una decisión valiente de los diputados del periodo 2010-2014. Esta ley ha tenido la particularidad de ser una donde la ciudadanía se empoderó, sobre todo porque vino a cambiar una situación: los fumadores asumían que tenían un derecho a fumar.
”Pero esta ley demostró que lo que existía era el derecho a la salud.
”La Ley 9028 les salvó la vida a cientos de personas de bares que fumaban humo de segunda mano porque no existían zonas de fumado. Hoy en día, ya ni siquiera existen zonas de fumado. Nuestra ley es mejor que las de Europa, porque no tenemos zonas para fumar.
”No hay publicidad, promoción ni patrocinio, tenemos advertencias sanitarias. Tenemos un registro con la declaración jurada de los insumos, espacios libres de humo de tabaco rotulados; así como un impuesto que financia todas las campañas de control”.
¿Qué dejó por fuera la ley que podría ser retomado en un futuro?
Se podrían mejorar dos o tres aspectos. El tema es que no hay un ambiente para discutir la ley y modificarla para bien, sin que se modifique para mal. Por ejemplo, se podría contratar personal para hacer cumplir la ley o que las advertencias sanitarias fueran de una proporción mayor. Y (también se podrían) aclarar las nuevas opciones del producto de tabaco, incluido el uso de cigarrillo electrónico.
¿Hacia dónde se enfila la lucha antitabaco?
Estamos tratando de fortalecer una visión más hacia aplicar la ley con instrucciones del ministro de articular los programas de las instituciones que reciben fondos. Tenemos un observatorio de estrategias e intervenciones.
¿Cuál papel están asumiendo hoy las tabacaleras?
No tenemos relación con las tabacaleras. Las autoridades sanitarias no se tienen que reunir con la industria tabacalera.
¿En qué se utilizan los recursos generados por esta ley?
Nosotros hemos abierto una cartera de proyectos. Se han estado haciendo actividades con las municipalidades con los domingos familiares sin humo para crear lugares donde la gente pueda hacer sana diversión sin tabaco.
¿Cuánta plata se ha recolectado y cuánta se ha ejecutado?
Unos ¢150.000 millones que se han repartido entre cuatro instituciones. La CCSS ha hecho grandes inversiones, sobre todo en el programa de cáncer.
¿Quién controla el uso efectivo de esos dineros?
Cada una de las instituciones reporta al Ministerio de Salud. Estamos mejorando el formulario con la intención de tener una mejor información de los programas que desarrollan con la intención de articularlos.
Un estudio reciente reveló que los ingresos por impuestos no cubren una parte de los gastos en salud. ¿Cómo se piensa revertir esa situación?
Para poder resarcirse, tendría que subirse un poco el impuesto o esperar que el efecto en estos cinco años de la disminución de la prevalencia del consumo vaya impactando cada día menos en las finanzas de los hospitales de la Caja.
”Nuestra estrategia es no discutir la Ley 9028. No creemos que exista el ambiente político para intentar modificarla”.
¿Qué esperan para los próximos diez años?
Nos gustaría ver que hemos sostenido resultados. En los objetivos de desarrollo del milenio para el 2030 se establecía como meta una reducción y nosotros ya la superamos. Hace unos años, la prevalencia era 14,7, unos 15 cigarros por día. Hoy la prevalencia es de , 8,9 y se consumen 10 cigarrillos. Eso es una gran disminución.
”Solo poder decir que logramos mantener resultados sería un gran éxito. El país tiene que consolidar lo que ha estado haciendo, pero la primera meta es no echar atrás.
”Nosotros estamos promoviendo una ley de la vida para la población joven, a quienes estamos insistiendo en que la moda es no fumar. Con solo consolidar estos resultados, ya sería un gran avance”.