Las primeras imágenes que se le vienen a la mente a Juan Ignacio Silesky cuando se le menciona la covid-19 incluyen una Unidad de Cuidados Intensivos repleta de pacientes jóvenes, martillando el oído con el incesante sonido de las alarmas de los aparatos de ventilación mecánica y registro de signos, y con el personal trabajando arduamente.
Son imágenes reales que él vivió como jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), del Hospital San Juan de Dios. Hoy, con la reducción en la cantidad de pacientes críticos gracias a la vacunación anticovid, los enfermos son menos y la carrera diaria no es tan intensa. La rotación de personal durante los períodos más agudos de esta emergencia sanitaria fue lo que impidió que muchos llegaran a sufrir el síndrome de burnout, o del trabajador quemado, aseguró Silesky.
LEA MÁS: Ver morir a decenas de enfermos de covid-19 tiene a cardiólogo con atención psiquiátrica
En los peores momentos de la pandemia, ese servicio del San Juan llegó a tener hasta 34 pacientes ventilados críticos. No en pocas ocasiones el hospital tuvo que derivar pacientes a otros centros de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) ante el incremento en el número de casos.
El avance en el conocimiento de esta enfermedad permitió cerrar el año pasado con 280 casos atendidos (96% requirió ventilación mecánica) y una mortalidad del 31%, mientras que en otros países superaba el 50% de los enfermos en UCI.
“Las experiencias vividas en esta pandemia han variado en el tiempo. Fue un reto atemorizante tener una enfermedad nueva, con un comportamiento totalmente diferente, con pocas herramientas terapéuticas y sin mucha luz sobre cómo tratar a estos pacientes. Dichosamente, el personal de salud lo asumió con valentía e hizo frente a la situación, que era, al inicio, de incertidumbre, con una carga laboral que técnicamente se triplicó y que tenía muchas exigencias.
LEA MÁS: Conozca cómo es la vida en las unidades de cuidados intensivos en tiempos de pandemia
“Con el advenimiento de la vacunación, la cantidad de pacientes críticos con esta patología ha disminuido. No solo en cantidad sino en severidad. También la evolución de estos pacientes ha sido muy benigna en comparación con los primeros casos, independientemente de la variante. Seguimos perdiendo algunos pacientes, sobre todo añosos que no han querido vacunarse”, comentó. El siguiente es un resumen de su relato sobre los primeros dos años pandémicos en la UCI del San Juan.
Trabajo se multiplicó
“Ha sido una situación que no nos esperábamos. Con un aumento en la carga laboral y mentalmente muy desgastante. Al principio, la mortalidad fue muy alta. Imagínese usted la inversión en esfuerzo y trabajo sin tener un fruto positivo del mismo. En nuestro servicio, perdimos a un colega, que no es solo la pérdida desde el punto de vista académico del recurso, sino porque era uno de nosotros y a pesar de todo lo que le dimos, al final lo perdimos y todavía nos sigue doliendo.
“Para este momento, la realidad ha cambiado. Estamos retornando a lo que usualmente estábamos manejando, con una variedad de patologías que nosotros manejamos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). Aquí el personal sigue trabajando a pesar del sinsabor que tuvimos por la pérdida de nuestro colega.
“Hasta donde yo creo no me ha dado covid. Posiblemente, si me dio porque muchos pasan asintomáticos, sobre todo los que nos vacunamos. Tampoco he tenido que ser hospitalizado. Ni mis otros dos colegas intensivistas. Hicimos un sistema de rotación con el fin de no estar sumidos con esta patología y con esta carga de trabajo, tratando de equilibrar entre nosotros las cargas laborales para no quemarnos.
“Dichosamente, no experimentamos un gran embate en cuanto al síndrome de burnout en nuestra unidad. Pero sí hubo momentos de desgaste importante”.
Períodos más críticos
“La parte más preocupante fue en los inicios, cuando empezamos a tener uno o dos pacientes, y en cuestión de una semana pasaron a diez y seguían llegando, sin saber hasta dónde íbamos a llegar. Dichosamente, la institución organizó muy bien el manejo, y logró distribuir los pacientes críticos.
“Sacamos las pantallas de los ventiladores de los cubículos, esto fue de gran ayuda para disminuir el riesgo de infección entre el personal. También la hemodiálisis, se hicieron añadidos para manejar las máquinas de soporte renal continuo fuera de la unidad. Muchos de esos cambios se mantienen porque, a pesar de que los casos vienen bajando, todavía no hemos bajado la guardia.
“¿Nuestro ánimo? Es un poco difícil saber si la carga aumentada durante la pandemia incidió en algún persona. Usualmente, el perfil de quienes trabajan en una Unidad de Cuidados Críticos es un perfil de personas un poco obsesivas y no muy tolerantes. Aunque pueda parecer negativo, en el manejo de pacientes críticos más bien es una característica adecuada.
“Sí, es cierto que todos hemos pasado momentos muy difíciles. Psicológicamente, hemos estado un poco agotados. También enfrentarse a ciertas situaciones negativas nos ha hecho desarrollar mecanismos para enfrentar esas situaciones. Ahora sí nos sentimos con menos carga. Estar en una parte de la Medicina que nos gusta y nos apasiona, junto al apoyo familiar y de compañeros, han sido los bordones para caminar en estos momentos tan difíciles”.