La hipótesis gana adeptos alrededor del mundo, y también en Costa Rica: ómicron, la nueva variante del SARS-Cov-2, el coronavirus que ocasiona la covid-19, podría ser el inicio del fin de la pandemia.
Su alta capacidad de contagio pero baja agresividad para enfermar gravemente a las personas y matar, serían las cartas más fuertes para que ómicron se convierta en la llamada “vacuna natural” que inmunizará a millones y, aunque cueste creer, devuelva la salud. Con su explosiva generación de casos, estimularía lo que nunca se vio con la vacunación: la inmunidad de rebaño, y lo haría con un bajo impacto en hospitalizaciones y muertes comparado con variantes anteriores, como delta.
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En Sudáfrica, donde se detectó la nueva variante el 24 de noviembre, hay un 65% menos de hospitalizaciones a pesar del incremento acelerado en la curva de casos, que bajó igual de rápido a final de año. En Escocia, las hospitalizaciones cayeron un 60%; y en Inglaterra, un 40%, según reportan medios internacionales, como BBC.
El microbiólogo y salubrista, Darner Mora Alvarado, se atreve a pronosticar que ómicron llevará a la humanidad de la pandemia a la endemia, al final del año. Es decir, de una crisis sanitaria global causada por una enfermedad como la covid-19, a una situación similar a la de la influenza, una enfermedad de presencia habitual entre las personas.
“Ómicron será la vacuna natural que salió de África. Esta mutación es el mecanismo normal que debe tener un virus para llegar al final del camino y pasar de ser pandémico a ser endémico. Ese es mi pronóstico, y es positivo. Es la ley de la naturaleza”, aseguró Mora.
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“Las etapas que hemos vivido son parte de la evolución epidemiológica: empezamos con variantes muy agresivas, entre ellas la delta, y ahora ómicron, que supera a delta unas seis veces más (en contagiosidad), pero con una gran ventaja: produce menos enfermedad, menos síntomas graves. Esto lleva a la hipótesis de que podríamos estar en el principio del fin de la crisis sanitaria por la covid. No de la sindemia”, aclaró el microbiólogo, quien además dirige el Laboratorio Nacional de Aguas.
Según los últimos datos de reproducción del virus, proporcionados por especialistas de la Universidad Hispanoamericana, la llamada tasa R del nuevo coronavirus llegó a 2,09 con ómicron, la semana pasada, su punto más alto hasta ahora en casi dos años de emergencia nacional por la pandemia. La circulación de la nueva variante fue confirmada en Costa Rica el 19 de diciembre, menos de un mes después de que se detectara en Sudáfrica.
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Esa nueva tasa de 2,09 representa un aumento de 113,27% en los últimos siete días y quiere decir que un grupo de 100 personas con el virus SARS-Cov-2 infectaría a 209: más del doble. Eso es lo que se espera de ómicron que, hasta ahora, no refleja un impacto paralelo en los servicios de salud. Sin embargo, hay que dar tiempo a las próximas semanas, para verificar las consecuencias de las fiestas de fin de año.
Según especialistas consultados por La Nación, la cuarta ola pandémica ya comenzó de la mano de ómicron. Los datos más recientes del Ministerio de Salud, del 28 de diciembre, registran un aumento en las muertes, que pasaron de siete por semana a 11, pero una reducción en la hospitalización de un 20% en el mismo periodo.
Hospitalizaciones y muertes siguen siendo la clave
El médico y epidemiólogo de la Universidad Hispanoamericana, Ronald Evans, coincide en que lo que estamos viendo forma parte de la historia natural de los virus: al principio, dijo, atacan con mucha fuerza y causan mucha letalidad, pero con las mutaciones pierden fuerza.
“Comienzan a aparecer formas transitorias del virus, y esta (ómicron) podría ser una de ellas. Pero asegurarlo definitivamente podría ser muy peligroso”, advierte al agregar que la humanidad también ha avanzado en todo este tiempo hacia la inmunidad.
Para Evans, a estas alturas de la pandemia, probablemente más de 1.000 millones de personas pueden haber tenido la enfermedad en el mundo, cinco veces la cifra registrada por los conteos oficiales. Uno de ellos, el de la Universidad Johns Hopkins, que para este 3 de enero reportaba más de 292 millones de casos en todo el mundo, y 5,4 millones de muertes.
Solo en Costa Rica, se han aplicado más de 7,7 millones de vacunas contra la covid-19; un 76,4% de la población meta ya tiene su primeras dosis, un 67,8% completó el esquema de dos dosis, y un 5,9% tiene la tercera dosis, según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) al 27 de diciembre pasado.
“Ya no estamos en la misma situación de diciembre del 2020, cuando nuestro sistema inmunitario no tenía experiencia alguna. Ya no es así. Hay muchos millones de vacunados, además de millones que han tenido la enfermedad. Esto hace a la humanidad tener condiciones defensivas muy superiores a las de hace dos años. La tendencia es a disminuir la letalidad, como se ha visto en todo el mundo.
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“Los casos han aumentado exponencialmente pero las muertes están aplanadas. En el Reino Unido se han visto 180.000 casos de ómicron pero apenas poco más de 40 muertes. Antes la letalidad antes era de hasta un 5%. Yo me atrevería a decir que, en efecto, el virus está cambiando a formas transitorias que lo llevan no a una inocuidad total, pero sí a una pérdida de su capacidad de virulencia (agresividad para enfermar y matar)”, dijo Evans quien asegura que, a la larga, este virus quedará endémico a partir del año entrante, como la influenza y otras enfermedades que no están erradicadas pero están controladas.
El epidemiólogo afirma que esta es una etapa de transición hacia un estado endémico de un virus controlado por la vacunación, por la misma evolución natural de la enfermedad, y por la Ciencia que, según Evans, no solo ha avanzado en la capacidad de producir nuevas vacunas para prevenir y reducir mortalidad y complicaciones por la covid-19, sino nuevos medicamentos para tratar la enfermedad.
Aunque se prevé un ascenso explosivo en el número de casos, y un descenso igual de vertiginoso, los expertos consultados por La Nación afirman que las variables de cuidado son el número de hospitalizaciones y muertes.
Darner Mora se atreve a ver con ojos más positivos el incremento de contagios esperado con ómicron: “Eso es una noticia positiva que nos lleva a lo siguiente: el número de camas y de pacientes en Cuidados Intensivos (UCI), y el número de muertes que nos traerá esta explosión de casos, será mucho menor que lo que ya hemos pasado. Esa explosión de casos podría ayudar a la gente a generar más inmunidad”, pronosticó.
Por su parte, el epidemiólogo de la Universidad Nacional (UNA), Juan José Romero Zúñiga, considera probable que ómicron sea el principio del fin de la pandemia. “Si bien es cierto vamos a tener muchos casos, serán olas de corta duración, con poca ocupación hospitalaria y una letalidad más baja.
“Que ómicron sea más transmisible pero bastante menos virulento, podría ser porque venga a actuar como un reforzador del sistema inmunológico frente las vacunas, a infecciones previas o ante sistemas primerizos para la infección (...). Se da una suma potenciada entre infecciones por todas las variantes existentes hasta el momento, combinada con la vacunación, y todo esto podría producir un efecto colectivo de inmunidad que haga que se reduzca sustancialmente la enfermedad y en algún momento se llegue a un nivel endémico con curvas estacionales, típicas de los virus respiratorios. Pareciera ser una hipótesis bastante razonable desde lo científico”, afirma Romero.
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La vacunación contra la enfermedad sigue siendo un elemento estratégico en lograr el control de la pandemia, lo mismo que las medidas de autocuidado que se han promovido en estos meses; principalmente, el lavado de manos con agua potable y jabón, el uso correcto de la mascarilla y el distanciamiento físico, a lo que se une la permanencia en espacios abiertos y ventilados.