La cantidad de suicidios en mujeres subió un 50% entre el 2019 y 2020, al pasar de 54 a 81 muertes por esa causa, según datos del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) que repasan el comportamiento suicida en los habitantes de Costa Rica, según sexo, en el periodo que va del 2015 al 2020.
En esos seis años fallecieron 2.159 personas por esa causa; de ellas, un 17,5% fueron mujeres (378 muertes) y 82,5% hombres (1.781 decesos). El porcentaje de féminas pasó de representar un 16% de todos los suicidios en el 2015, a ser un 21,4% en el 2020.
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Para conocer las causas de ese incremento entre las mujeres se requieren estudios más profundos. De momento, esos estudios no existen, advierten especialistas en psicología, psiquiatría y medicina forense consultados por La Nación, que han analizado el comportamiento suicida.
No obstante, alertan sobre la necesidad de poner atención a estas cifras y al hecho de que el promedio anual de suicidios en Costa Rica se ha mantenido en 360, sin bajar, desde hace más de una década. Al contrario, se han registrado años, como el 2018, en el cual se traspasó el umbral de los 400 suicidios anuales.
Internacionalmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que una persona decide acabar con su vida cada 40 segundos, un comportamiento que es considerado un problema de salud pública en crecimiento. Se agudizará por la crisis de salud mental generada por la pandemia de la covid-19.
Suicidios registrados en Costa Rica
Destaca el incremento, en un 50%, en los cometidos por mujeres entre 2019 y el 2020.
FUENTE: OIJ. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Estos números trascendieron en una charla sobre suicidio y comportamiento suicida, a finales de mayo, organizada por la Universidad Estatal a Distancia (UNED), con participación del OIJ, la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Asociación Costarricense de Salud Pública (Acosap).
“En ciencia tenemos que hablar de los temas para comprenderlos. Debemos enseñar a las personas que pueden ayudar cuando se sospecha de este tipo de trastornos”, explicó el investigador de la UNED Benicio Gutiérrez Doña, quien es parte del programa de investigación en ciencias psicológicas de esa universidad y está en Acosap, organización que considera el suicidio un tema sensible.
Líneas tenues
En el periodo 2015-2020, la relación hombre-mujer se mantuvo con predominancia masculina, tal y como ha sido la tendencia histórica en Costa Rica y en otras partes del mundo. En promedio, por cada mujer que se suicida lo hacen tres hombres. Sin embargo, en los años revisados esa relación tuvo variaciones: en el 2020 fueron más de seis hombres por mujer, o de cinco a una en el 2015.
La médico especialista en Medicina Forense, Magdalena Mora Torres, del OIJ, revisó datos del 2010 al 2016 y encontró una tendencia al alza en menores de edad, especialmente entre jóvenes de los 10 a los 20 años. El grueso de las víctimas de suicidio, dijo, está en hombres y mujeres en plena edad productiva, entre los 40 y 65 años.
Mora Torres reiteró en que auscultar las causas detrás de esos números se debe hacer con “responsabilidad y ética” antes de dar posibles razones, aunque adelantó que la complejidad de la problemática obliga a abordarla desde varias disciplinas.
Sinaí Valverde Ceciliano, psicóloga de la Secretaría Técnica de Salud Mental, en el Ministerio de Salud, destaca las alertas que salen de los números en su poder.
Por un lado, dijo, la presencia de más personas adultas mayores (PAM) víctimas de suicido (12 en el 2020 y 14 en el 2021). En el otro extremo, víctimas menores de 20 años: más de 20 suicidios en ese grupo en el 2020, y casi 20 un año después. Entre las mujeres, acotó Valverde, se nota predominancia en aquellas entre los 20 y 25 años.
Benicio Gutiérrez aclara que hay que empezar por diferenciar el suicidio de otros tipos de muertes; entre ellas la accidental, la natural o el homicidio. Y que las personas deben saber que el Manual Internacional de Enfermedades Mentales (DSM5) clasifica el comportamiento suicida como un trastorno mental.
“Se le da rango de suicidio cuando se demuestra que hay una intencionalidad previa”, acotó el especialista, quien afirma que, como cualquier otra enfermedad, el comportamiento suicida presenta comorbilidades, es decir, otros padecimientos asociados que pueden elevar el riesgo de una persona de querer acabar con la vida.
Esto es lo que se conoce como “la comorbilidad del acto suicida”, en la cual es importante tener presente que una persona que cometió un acto suicida muy probablemente tuvo enfermedades asociadas, como depresión, esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, trastornos de ansiedad, trastornos de conducta alimentaria, de consumo de sustancias, de personalidad límite, trastornos de personalidad antisocial y de adaptación.
“Un análisis de la Universidad de Australia con estadísticas de 204 países dice que del 2019 al 2020 aumentó la depresión mayor y los trastornos de ansiedad, con mucho mayor prevalencia en mujeres, entre las cuales están las de Costa Rica. Este aumento de la prevalencia en trastornos de depresión y ansiedad, es consistente con esta cifra de aumento del 50% en eventos suicidas en las mujeres”, explica Gutiérrez.
¿Qué se está haciendo?
La mayoría de personas que se suicidan han visitado o recibido tratamiento con profesionales en salud mental, y médicos generales previos a su muerte.
Los especialistas consultados coincidieron, por aparte, en que el sistema de salud pública costarricense ha invertido más en otros temas que en salud mental, incluido el suicidio. Tampoco hay recursos suficientes como psiquiatras o psicólogos, y hay pocos espacios, que se vuelven insuficientes para la atención de estos trastornos.
FUENTE: Campaña Aquí Estoy. DISEÑO/LA NACIÓN.
“No quiero ser pesimista, pero si de aquí a tres años no se hace una intervención estructurada, a corto plazo, las consecuencias serían muy serias. Aunque la población costarricense, en general, ha demostrado mucha resiliencia. Lo que estos datos demuestran es que hay una cantidad de casos de suicidio que no ha podido ser reducida en el último quinquenio”, advirtió Gutiérrez.
Sinaí Valverde, del Ministerio de Salud, asegura que a partir de algunos datos están enfocando intervenciones. Por ejemplo, citó el caso de Puntarenas, provincia que concentra el 11% de todos los suicidios registrados entre 2019 y 2021 (131 muertes por esa causa en tres años, por encima de Heredia, Limón o Guanacaste).
Según dijo, se trabaja a nivel comunitario en el desarrollo de planes de trabajo para prevenir el suicidio y abordar los comportamientos suicidas desde la realidad de cada comunidad.
Acciones específicas están en proceso con el Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), dijo Valverde, para identificar las principales vías donde hay puentes y zonas de riesgo de suicidios, incluidos edificios altos.
Marta Vindas, coordinadora de Psicología de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), aseguró que trabajan en el fortalecimiento de esa línea comunitaria, y citó el plan que se sigue en San Carlos, en donde se capacita al personal del primer nivel de atención en salud en el diagnóstico temprano de comportamientos de riesgo suicida.
“El gran porcentaje de quienes llegan a los hospitales son personas que no tienen antecedentes (o comorbilidades del acto suicida). En los últimos años, la mayor prevalencia es por violencia intrafamiliar y por situaciones económicas que no pueden enfrentar.
“Tenemos personas que se ven obligadas al tráfico de drogas o al lavado de dinero para solventar las necesidades económicas que no se pueden llenar por otros medios. Por eso, capacitar al personal para ese primer contacto y detección es fundamental. Ahí es donde empieza todo”, comentó Vindas.