La tasa de contagio para este lunes en Costa Rica llegó a 1,45, según el análisis realizado por la Universidad Hispanoamericana (UH).
El epidemiólogo Ronald Evans, coordinador del informe, señaló que este indicador aumentó un 74,9% en la última semana.
Horas antes, Luis Rosero Bixby, demógrafo y salubrista público del Centro Centroamericano de Población de la Universidad de Costa Rica (CCP-UCR), había ubicado a este indicador en 1,25 con datos al domingo.
“Está claro que estamos en una nueva ola”, dijo Rosero en entrevista con La Nación.
La tasa de contagio o tasa R es un indicador que refleja a cuantas personas sanas, en promedio, infectaría un portador del virus SARS-CoV-2, causante de la covid-19. Si este indicador es mayor a 1 implica que la transmisión va en aumento.
Una tasa de 1,45 implicaría que un grupo de 100 personas con el virus infectarían a 145, es decir, la enfermedad crecería un 45% de un grupo a otro.
A lo interno del país hay provincias donde la situación es aún más preocupante.
“San José y Heredia, presentaron valores tan elevados como 1,6″, subrayó el especialista.
Y en Puntarenas y Guanacaste, lugares con los índices más bajos del país, este es superior a 1: 1,19 y 1,21, respectivamente.
“El promedio diario de casos semanal saltó de 362 a 589, para un aumento bruto de 227 casos por día, es decir, en tan solo ocho días se incrementó en un 62,7 %”, cita la actualización de la UH.
Sin embargo, el promedio del miércoles, jueves y viernes anteriores fue de 900 diarios, como hacía meses no se reportaba.
En conferencia de prensa este lunes, el ministro de Salud, Daniel Salas, indicó que la semana pasada cerró con 4.987 casos, situación que describió como “franco aumento”. Además, señaló que los números de fallecidos también suben, sin detallar la cifra.
El reporte de los últimos tres días se dará a conocer este martes.
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Cambio ‘drástico’
Los nuevos análisis de la tasa de contagio o R contrastan con el informe emitido el viernes por la Universidad Hispanoamericana (UH), en el que el valor fue el más bajo en las últimas ocho semanas, en 0,83.
Tanto Rosero como Evans tienen la misma explicación para este fenómeno.
Ambos consideran que muchas personas que registraron síntomas durante la Semana Santa no acudieron a realizarse las pruebas diagnósticas y esperaron para examinarse.
Por ello, primero se vio una disminución de casos en el análisis de la semana anterior y ahora, los número se inflan, al juntarse los contagios correspondientes a dos semanas.
Evans ya lo advertía desde el viernes: “este cambio no debe dar pie a ilusiones infundadas. Más bien podría tratarse de un espejismo y no sorprendería ver en esta semana un incremento de casos que fueron la consecuencia de la vida loca tomada por algunos durante los días festivos”.
Rosero complementa: “esto pudo llevar a números más altos hoy. Sin embargo, el mayor problema no es tanto de estadísticas; el problema es que estas personas estuvieron infectando a otras”
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Números crecientes, pese al ‘espejismo’
De acuerdo con Rosero, aun cuando se toma en consideración la posible acumulación de casos de dos semanas en una sola, los números siguen al alza y eso es preocupante.
Si se toman en cuenta únicamente los posibles casos de la última semana, la tasa de contagio seguiría en números superiores a 1 y, eso, ya debe “encender las alarmas”.
Por ejemplo, el análisis de Rosero indica que si se tuviera una tasa de 1,1 (100 personas infectan a 110), en un mes, el país estaría contabilizando cerca de 1.200 casos diarios.
Si la tasa estuviera en 1,2, se verían unos 1.500 casos por día. Lo anterior se traduciría también en que unas 1.000 personas tendrían necesidades de hospitalización, 450 de ellas de cuidados intensivos.
“Conviene notar que en los peores momentos de la pandemia, el año pasado, el pico de hospitalizaciones fue de 700, de ellos 250 en cuidados intensivos”, cita el reporte del CCP-UCR.
Para Rosero, este es el momento en el que el Gobierno debe reforzar el mensaje y tomar medidas que no sean “tan problemáticas para la economía nacional”, como restricción vehicular fines de semana o reducir aforos en actividades.
“En términos de salud pública sería ideal un ‘martillazo’ de una semana, pero nuestra economía no lo resistiría”, reconoció el demógrafo.
Para el especialista, si la situación se vuelve grave y hay un desborde de hospitales sí deberían tomarse medidas más drásticas.
A esto se le une la presencia en nuestro país de variantes del virus que han mostrado ser más transmisibles.
Rosero señaló que, con estas variantes, la cantidad de infecciones podría ser mayor de la que creemos, pues solo se hacen análisis genómicos a un porcentaje reducido de casos y eso no es representativo de la población.
Las autoridades de salud, sin embargo, no anunciaron nuevas medidas, pero advirtieron que se darán si la situación empeora.
Evans indica que este momento podría llegar pronto y pondrá a “las autoridades de salud y al primer mandatario, ante la eventualidad de dar un martillazo duro y certero para regular cuanto antes una situación que se puede escapar de la manos”.
Mientras tanto, dijo, Rosero, de la acción los ciudadanos depende controlar la expansión del virus.
Sugirió, por ejemplo hacer “confinamientos voluntarios” por unos días, durante los cuales no se salga de la casa a menos que sea estrictamente necesario.
Esto último, sin embargo, no es factible para un sector muy grande de la población cuya única posibilidad de trabajo y sustento se encuentra fuera del hogar.
Vacunación podría alivianar carga
Pese a la situación, Rosero mantiene un nivel de esperanza en la vacunación. Para él, en las últimas dos semanas se ha avanzado en la protección de los adultos mayores.
“Esto podría evitar una demanda en hospitales, evitar muertes y que el impacto de esta ola no sea tan devastador”, apuntó.
Su esperanza es que la llegada de más vacunas agilice el proceso. Según sus cálculos, pronto deberíamos estar en la posibilidad de vacunar a 150.000 personas a la semana.
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