Samuel nació el 20 de enero sin mayores complicaciones. Un bebé hermoso y saludable que, once días después de su nacimiento, empezó a peregrinar por hospitales luego de convulsionar varias veces y presentar somnolencia profunda, baja respuesta a estímulos e hinchazón abdominal.
Después de decenas de exámenes que incluyeron electroencefalogramas, ultrasonidos y una punción lumbar, tanto en el Hospital Enrique Baltodano de Liberia (Guanacaste) como en el Nacional de Niños, en San José, los médicos determinaron que el recién nacido presentaba una intoxicación por tomar leche materna contaminada con anís de estrella.
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La fuente de la contaminación fue un té que contiene esa sustancia, llamado Mother’s milk, y que su mamá tomó para aumentar la producción de leche para Samuel, su primer hijo. Las consecuencias de la intoxicación del pequeño mantuvieron en una prolongada angustia a sus papás, Camila Catarinella Gómez y Andrew Mercer, y a las familias y amistades de ambos.
La historia trascendió por las redes sociales de parientes y amigos. La Nación conversó telefónicamente con Camila Catarinella, quien confirmó lo sucedido.
Según su relato, ella buscó en redes sociales algún producto que le ayudara a aumentar la producción de leche para su bebé. El té lo compró por Amazon, pero asegura haberlo visto promocionado aquí y conocer a otras mujeres que también lo consumen con el mismo propósito.
“El 31 de enero, tuvo el primer cuadro neurológico con convulsiones. Lo trasladamos en ambulancia al hospital de Liberia de donde salió con un primer diagnóstico de hipoglucemia (bajonazo de azúcar). Yo empecé a darle más leche y para eso comencé a tomar más de ese té, entre 3 y 5 tazas diarias, pero nunca me pasé de lo que la caja decía que había que tomar.
“Siete días después, sufrió otra convulsión y otra vez regresamos de emergencia a Liberia donde lo internaron varios días. Le hicieron una punción lumbar y como todos los exámenes seguían saliendo normales lo refirieron al hospital de Niños. Aquí fue donde los médicos nos preguntaron si alguien consumía cualquier producto que tuviera anís de estrella, y les hablé de este té”, relata Caterinella.
Ahí fue cuando ella se dio cuenta de que ese anís tiene una toxina que puede ser transmitida por medio de la leche materna. Fue la que le provocó a Samuel convulsiones, espasmos musculares, la mirada perdida. Lo convirtió en un bebé que no se despertaba y no pedía comida.
“Se decidió suspender la leche materna y menos de doce horas después Samuel se transformó en otro bebé: más despierto, con los ojos abiertos, pupilas de buen tamaño, seguía con la mirada, pedía comida y lloraba. A Samuel yo no le conocía el llanto porque era un bebé que nunca lloraba”, cuenta Camila mucho más relajada y en calma después de un mes de angustia e incertidumbre.
Anís, un viejo conocido
La directora del Centro Nacional de Intoxicaciones, de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), Viviana Ramos, confirmó que las intoxicaciones de bebés lactantes con leche materna contaminada con anís de estrella es un tema que se conoce desde la década de los noventa.
Solo el Hospital Nacional de Niños (HNN), dijo, registró 119 casos en un brote que se dio entre el 2002 y el 2003, que fue el periodo de mayor auge epidemiológico por estas intoxicaciones.
Actualmente, se registran hasta cinco casos al año de bebés intoxicados cuando las mamás consumen cualquier producto que tenga anís estrellado, especialmente, la especie que se produce en Japón. Los bebés más afectados son los de dos meses o menos.
“La ingestión, adulteración o contaminación de la especie Illicium anisatum (I. anisatum) con Illicium verum (I. verum) puede provocar efectos adversos muy graves. Debido a la similitud de ambas especies se ha dado la confusión en la comercialización y con ello un aumento en el número de intoxicaciones.
“La relación entre dosis altas de anís de estrella y síntomas neurológicos en niños se ha conocido desde hace tiempo, ya que algunos de sus componentes son potentes inductores de convulsiones. Se pueden presentar alteraciones en el sistema nervioso central, como irritabilidad, movimientos anormales en los ojos, temblor fino en los dedos de las manos, rigidez en miembros superiores e inferiores, dificultad respiratoria, cianosis, debilidad para succionar en neonatos e infantes; eventualmente podrían presentarse convulsiones”, explicó la especialista.
Hasta el momento, confirma, no hay ningún antídoto para la intoxicación con anís de estrella. El tratamiento es para controlar los síntomas y de soporte. Tampoco, agregó, existen estudios sobre la preparación ni estandarización de la dosis, y no existe información sobre uso pediátrico.
La información que trae el té que consumió Catarinella indica que “las declaraciones no han sido evaluadas por la FDA (la agencia de Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés)”. Una advertencia de esa agencia, del 2019, dice lo siguiente: “No dar a los bebés ‘tés’ elaborados con anís estrellado. Los ‘tés’ preparados que contienen anís estrellado se han asociado con enfermedades que afectan a los bebés. Las enfermedades iban desde efectos neurológicos graves, como convulsiones, hasta vómitos, nerviosismo y movimientos oculares rápidos”.
En la etiqueta del producto, afirma Ramos, se advierte a las mujeres embarazadas o en lactancia materna consultar al médico antes de usarlo.
La recomendación que la experta en intoxicaciones hace a las madres es que eviten consumir esos productos o cualquiera de origen natural mientras están en periodo de lactancia para evitar cuadros similares a los sufridos por Samuel. Aconseja llamar al Centro Nacional de Intoxicaciones para evacuar cualquier duda que tengan sobre este tema, por mínima que sea.
“Siempre hay factores idiosincráticos en la población infantil que hacen que unos niños puedan ser más vulnerables que otros al contacto con estas sustancias. Por eso, es mejor que las mamás no se expongan y que nos llamen si tienen dudas”, dijo Ramos. El número del Centro Nacional de Intoxicaciones está disponible las 24 horas, los siete días de la semana: 800-INTOXICA (4686-9422).