Un médico de la Caja le comunicó a Ernesto, vecino de San Sebastián, San José, que ya no había ningún otro tratamiento para su tumor en el tallo cerebral.
Los mareos, vómitos y el crecimiento del pólipo continuaron luego de una cirugía para extirparle el quiste, y de utilizar muchos medicamentos. El adormecimiento de la mitad de su cuerpo empeoró la situación y lo dejó en silla de ruedas. Un amigo dentista le aconsejó un “remedio” para acabar con los síntomas: marihuana.
“Me dijo que en Estados Unidos a los pacientes con sida o cáncer les estaban tratando las náuseas y vómitos con cannabis. Yo perdí mucho peso porque vomitaba hasta cuatro veces al día. Llamé a un conocido que tenía marihuana y le dije que yo quería probar”, relató Ernesto, de 44 años. Por motivos de seguridad, él pidió que lo identificaran con ese nombre.
Él, quien era piloto comercial, le dio dos “jalones” a un puro, por primera vez en el 2013, luego de más de 20 años de no fumar marihuana. “Al día siguiente de haber fumado, amanecí sin náuseas, pude desayunar, almorzar y cenar, y no vomité”, contó.
El caso de Ernesto no es único en el país. En Guanacaste, una madre que prefirió reservar su identidad, le agrega cannabis en la comida a su hija de 7 años para controlarle los ataques de epilepsia. Según la mujer, la niña pasó de tener 10 ataques al día, a cero en cuatro meses, con ayuda de esta planta.
El médico Isaías Salas Herrera, fundador y director del Centro Nacional de Control del Dolor y Cuidado Paliativo de la CCSS, que atiende a más de 9.000 pacientes al año, reveló que algunos le han confesado “en secreto”, que usan la marihuana. “Dicen que les estimula el apetito y les mejora el sueño. Me han dicho que la usan en forma de infusión”.
Estas personas recurren a tal planta para tratar sus síntomas en momentos en que en el Congreso apenas se inicia la discusión de un proyecto sobre el uso medicinal de la marihuana.
Dicha iniciativa, impulsada por el legislador Marvin Atencio, del Partido Acción Ciudadana (PAC), permitiría el cultivo y uso de la hierba con fines terapéuticos, bajo supervisión del Estado.
Fuerte debate. El plan de Atención se tramita en la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Asamblea Legislativa. Según el proponente, estudios científicos han demostrado el potencial de esta hierba para el tratamiento de enfermedades como el sida, el cáncer, la epilepsia y la esclerosis múltiple.
La iniciativa propone que el Ministerio de Salud y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) vigilen el adecuado uso de la marihuana medicinal.
El 20 de marzo, la Junta Directiva de la CCSS acordó dar su visto bueno al plan. Mario Devandas, uno de los nueve directores de la Caja, alegó en ese momento que, si la iniciativa se aprueba y los productos superan todas las pruebas, incluido el aval del Ministerio de Salud, la institución los va a incorporar al cuadro de medicamentos.
Al respecto, el ministro de Salud, Fernando Llorca, evitó adelantar criterio sobre el proyecto. Según detalló, su cartera trabaja en la redacción de un informe técnico que espera enviar al Congreso en unas tres semanas.
No obstante, dijo que son conscientes de que en el país hay personas que están empleando el cannabis con fines medicinales y recreativos. Sobre este último uso, aclaró que están en contra.
Eso sí, indicó que existe alguna evidencia científica internacional sobre efectos positivos que puede tener la sustancia, pero únicamente para ciertos casos y como última opción terapéutica.
Si bien en Costa Rica no es prohibido el consumo de esa planta, la ley sobre estupefacientes establece una pena de 8 a 15 años de cárcel a quien distribuya, comercie, transforme, extraiga, cultive, almacene o venda la droga.
Pese a que existe esta prohibición, Ernesto armó en el cuarto de pilas de su casa una especie de laboratorio donde aprendió a extraer de la planta la sustancia que le ayudaba a controlar náuseas.
“Yo controlaba mis propias dosis. Le di un poco de ese aceite a una señora con párkinson, que tenía que fumar marihuana cada media hora para reducir sus temblores y me llamó muy contenta para decirme que no había tenido temblores desde hacía horas”, relató Ernesto.
No obstante, explicó que existen muchas variedades de marihuana, según sea el padecimiento. Por eso, instó a que el Congreso regule el uso medicinal para que las investigaciones recomienden las adecuadas para cada mal. “En el mercado negro, uno no sabe qué tipo de marihuana le venden. Yo, por ejemplo, voy a prueba y error”.
¿Uso medicinal? Isaías Salas, de la Clínica del Dolor, apoya el uso de los cannabinoides (compuestos químicos que pueden sintetizarse de la marihuana) para cuidados paliativos. Para él, allí hay un “gran futuro” para tratar enfermedades neurológicas.
Salas centró su tesis de maestría en Medicina en la Universidad de Cardiff, Gales, Inglaterra, en el uso de los cannabinoides para el cuidado paliativo. En su investigación, aplicó debajo de la lengua un spray de un medicamento llamado Sativex, a base de cannabis , a una muestra de 100 pacientes con esclerosis múltiple. “El paciente mejoraba de forma importante. Controlaba el dolor durante la noche y los espasmos”, aseguró.
Sin embargo, para Luis Eduardo Sandí, director del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), no existe la marihuana medicinal. “Tiene muchos componentes que pueden afectar múltiples funciones en el cerebro, el corazón, la coordinación y producir dependencia. Es peligroso”, advirtió.
Sandí admitió que la evidencia científica indica que la hierba tiene sustancias que se pueden extraer parar producir medicamentos, pero, sostuvo, que no es válido “fumarse toda la planta”.
“Los cannabinoides se utilizan para aliviar algunos males como náuseas, vómitos en pacientes con sida , cáncer y para el dolor y convulsiones; pero en los casos donde la medicina tradicional no ha dado resultados”, dijo.
Para Ernesto, este “tratamiento” le devolvió calidad de vida, pues le redujo la sensación de adormecimiento. “Tenía disfunción eréctil. Cuando me tomé el aceite, pude tener una erección; hacía tiempo no me pasaba”.
El IAFA cree que esta flexibilidad en su uso podría generar abuso. “Lo usan sin supervisión médica. Ya sea fumada, en crema o té, ingresan gran cantidad de sustancias que puede volver a la persona adicta”, recalcó Sandí.
Ernesto actualmente no prepara el aceite, pues un amigo le trajo de Holanda un frasco con CBD o cannabidiol que, según dice, sabe mejor y también le ayuda a sobrellevar su enfermedad.
Él conoce las alertas del IAFA sobre el uso sin indicación médica, pero, se cuestiona: “¿A quién pregunto cuál es la dosis? Estoy tratando de quitarme la pensión por invalidez de encima. He invertido parte de ella en tratar de curarme. No me resigno”.