Justo antes de salir de su casa, usted toma su billetera, las llaves y, además, el implemento que ha acompañado sus jornadas desde hace 20 meses: la mascarilla. Sabe que muy probablemente a su alrededor haya quienes ya desecharon este equipo de protección personal y no lo quieren más en sus vidas. Sí, muchos ni siquiera esperaron a la publicación del decreto presidencial anunciado el 8 de mayo. Usted entra a tres lugares cerrados y en los tres es la única persona que lleva el tapabocas.
En ese momento comienza a pensar, ¿si el sentido de la mascarilla es que quien tiene el virus y no lo sabe proteja a las demás y baje el riesgo de contagiarlas, la mascarilla me estará sirviendo en algo si hay alguien con covid-19 y no usa la mascarilla?
Para responder a esa pregunta La Nación contactó a la viróloga Eugenia Corrales Aguilar, al epidemiólogo Juan José Romero, a la infectóloga María Luisa Ávila, al investigador de la Universidad de Costa Rica Rodolfo Romero y a José Luis Jiménez, especialista en química de aerosoles e investigador de la Universidad de Colorado en Estados Unidos.
La respuesta corta es sí, no tanto como quisiéramos, pero sí en un pequeño porcentaje que podría hacer la diferencia en algunos casos. Entonces sí tiene sentido seguirla utilizando.
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Paso 1: entender cómo funcionan las mascarillas
La idea es que las mascarillas funcionen como medida colectiva y todas las personas la acojan o al menos una mayoría. ¿Cómo es este trabajo? Cuando muchos de los infectados por el virus SARS-CoV-2 tosen, estornudan, hablan, gritan o cantan, partículas del virus salen disparadas a través de su saliva. De ellas, algunas, las más grandes, podrían impactar directamente en las personas cercanas y contagiarlas, pero en su mayoría caerán al suelo. Por el contrario, otras más pequeñas quedan suspendidas en el aire por más tiempo, viajarán más lejos y podrían infectar a quienes las inhalan antes de que caigan. Esta es la llamada transmisión por aerosoles.
“El virus queda flotando en el aire, como el humo del cigarrillo, por ejemplo. Y nosotros al respirar inhalamos partículas del virus. No toda persona con el virus expulsa estos aerosoles con el virus en todo momento y no todas lo hacen en la misma cantidad, pero debemos prevenir al máximo”, explicó Jiménez.
Entonces, el principal objetivo es que si hay alguien infectado que usa el cubrebocas hará que muchas partículas virales queden “atrapadas” en él y no salgan. Con esto se minimiza el riesgo de infectar a otras personas.
“Es un asunto de empatía. Es un asunto de que yo no sé si la persona que está a la par tiene un problema en el sistema inmune y por eso la vacuna no le funcionó al 100%. O no sé si la persona que está a la par tiene un hijo menor de cinco años que todavía no se ha podido vacunarse”, subrayó Corrales.
Desgraciadamente, el uso de esta no aporta una protección tan alta para bloquear el ingreso de partículas, aunque las N95 o KN95 lo hacen mejor. A esto hay que agregarle que el virus no solo entra por nariz y boca, también por los ojos.
Entonces, usar mascarillas en solitario no aporta mucha protección, sus probabilidades de infectarse serían altas si estuviera cerca de alguien con el virus y que anduviera su cara “desnuda”, pero de todas formas sí estaría más protegido que si no anduviera nada.
“Lo que se ha visto es que la mascarilla protege a quienes están a mi alrededor. A mí, en menor medida. Pero también depende del tipo de mascarilla que vayamos a usar. Por eso hay que buscar de varias capas, una que te quede bien. Así la protección será mejor”, manifestó Rodolfo Romero.
Corrales argumentó: “La evidencia científica hasta ahora demuestra que la mejor protección se da cuando la persona que está infectada es la que usa la mascarilla. Una persona infectada sin mascarilla se encuentra con una no infectada con mascarilla y las probabilidades de transmisión son de casi el 100%. Si la persona con el virus tiene mascarilla y la otra no, la protección está a un nivel ‘decente’”.
El problema, afirmó Corrales, se da cuando la persona sin el virus usa la mascarilla, pero la que está infectada no: “ahí hay muy poco porcentaje de protección a la infección”, sentenció.
Juan José Romero es un poco más optimista: “Sí tiene sentido. No tiene el mismo efecto que si todos la usamos, pero sí te protege más que exponer directamente tu cara”.
Ávila opinó igual: “al virus le va a costar más trabajo infectarlo si usted tiene su mascarilla puesta. Lo ideal sería que todos la tuvieran, pero mi acción sí puede ayudarme a prevenir”.
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Paso 2: entender las variables
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Debemos comprender también que en la transmisión de covid-19 hay varias variables que entran al juego. No todas las personas y situaciones tienen el mismo nivel de riesgo:
- La cantidad de virus (carga viral) de la persona que lo porta. No es lo mismo estar comenzando la infección a si ya se tienen síntomas y hay más cantidad de partículas virales. Si además está tosiendo, estornudando o gritando, hay más riesgo de transmisión.
- La variante viral. Ómicron es la única que revelan los análisis genómicos en Costa Rica. Esta se caracteriza por tener una mayor transmisión y habilidad para evadir los anticuerpos generados por una infección anterior o por vacunas.
- El sistema de defensas de las personas que no tienen el virus y están alrededor de quien no lo tiene. El sistema inmunitario difícilmente logra bloquear el ingreso del virus a las vías respiratorias o al ojo, pero sí puede controlarlo (o no) desde el inicio.
- Si hay suficiente espacio en el lugar o si está aglomerado.
- La distancia entre la persona con el virus.
- Si el sitio es cerrado o semiabierto, si hay ventanas o sistemas de filtración de aire.
- El tiempo que la persona permanece en el lugar.
- El tipo de mascarilla que se utiliza. Debe preferirse, en la medida de lo posible, una KN95 o N95.
- Si la persona con mascarilla se la quitó en algún momento o se descuidó.
“Si usamos mascarillas tipo KN95, bien colocadas y no permanecemos mucho tiempo en un lugar cerrado sí tiene sentido. Ahora, si vamos al cine, al teatro o a una reunión más larga en un sitio cerrado, yo sí utilizaría doble mascarilla para prevenir un poco más”, manifestó Juan José Romero.
Corrales añadió que es consciente de que no todas las personas están en capacidad de comprar mascarillas de tipo KN95, pero sí hay otras que, bien utilizadas, pueden proteger.
“Las mejores mascarillas son las KN95, pero cualquier mascarilla bien usada va a proteger algo. Lo que menos va a proteger es una de una capa, por lo menos aquí en Costa Rica se trató de que todas tuvieran de dos a tres capas. Una mascarilla de tela de tres capas va a proteger un poco mejor, y si podemos hacer la inversión, especialmente si vamos a estar mucho rato en sitios cerrados, quirúrgicas o, mejor, KN95″, destacó.
En resumen: cualquier mascarilla bien usada protege más que no usar nada, pero sí las N95 o KN95 protegen mejor que las quirúrgicas y aún más que las de tela. Estas también deben tener una forma de colocación para que alcance su máxima protección, debemos asegurarnos que quede fija a nuestro rostro. Las KN95 tienen la ventaja de usarse más de una vez, pero debe seguirse un protocolo para ello.
Sin embargo, en condiciones donde los demás omiten el cubrebocas es necesario ser más riguroso con otras medidas como el lavado de manos, evitar aglomeraciones y guardar distancias. Tener completo el esquema de vacunación también es aliado.
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Paso 3: saber usar la mascarilla
Usted pudo salir e invertir dinero en su equipo de protección, pero ni el mejor cubrebocas funcionará ni lo protegerá, si no sabe utilizarlo bien. Por esto debe cubrir boca, nariz y mentón y quedar fija en ella.
“Al aire le cuesta pasar por la tela de la mascarilla, pero no por los huecos. Ajustarla bien, ya sea con nudos o ajustando las tiras. Esto es gratis. A veces sentimos ‘esta sí me deja respirar’ y es porque dejamos muchos agujeros y lo que hacemos es convertir a la mascarilla en mera decoración, porque mucho aire va a salir”, afirmó Jiménez.
Así se usa una mascarilla
No basta con tener una mascarilla, también debemos saber cómo usarla.
FUENTE: Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina de EE. UU. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Todas estas medidas no evitarán una infección del todo, pero sí bajarán su riesgo.
“Es un engranaje: mascarilla, vacunas, lavado de manos, no salir si nos sentimos enfermos, evitar aglomeraciones y sitios muy cerrados en la medida de lo posible”, concluyó Ávila.
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