Muchos hombres huyen al tacto rectal porque ignoran todas las enfermedades o anomalías de ano y recto que se pueden detectar y tratar a tiempo, más allá del cáncer de próstata.
Alejandro Álvarez, médico de familia y epidemiólogo de Coopesiba, cooperativa que da servicios de salud en Barva de Heredia, ayudará a explicar las ventajas de este examen para la población masculina.
¿Por qué es importante el tacto rectal?
Es un procedimiento bastante sencillo y rápido (dura máximo minuto y medio) que da infinidad de información no solo sobre enfermedad de la próstata, también sobre el ano y el recto: verrugas, abultamientos, hemorroides trombosadas, fisuras anales o abscesos, entre otros.
Una de sus mayores ventajas es que permite examinar directamente la próstata al palpar su consistencia, tamaño y bordes. La palpación de la próstata no solo permite detectar cáncer. Es posible diagnosticar varias enfermedades prostáticas entre las cuales están la hiperplasia prostática benigna (crecimiento de la próstata) y la prostatitis aguda o crónica.
¿Cuándo se recomienda el tacto rectal?
Se recomienda en varias situaciones:
1. Cuando hay alguna molestia urinaria o rectal es fundamental el tacto pues permite ver próstata, esfínter anal y paredes del recto, que son zonas donde puede haber cáncer.
Si hay síntomas y se piensa en hemorroides o alguna patología de recto o próstata, no necesariamente cáncer, se puede realizar a cualquier edad. Por ejemplo, la prostatitis es una enfermedad que afecta a hombres de diferentes edades: desde adolescentes hasta adultos jóvenes, y se puede detectar con tacto rectal.
2. Cuando hay factores de riesgo, se realiza como tamizaje para detección temprana de cáncer. Entre los factores de riesgo están los antecedentes familiares. En estos casos, se aconseja a partir de los 45 años, sin embargo, si hay hombres con varios parientes con cáncer se puede hacer antes, incluso a los 40 años.
3. Cuando el paciente no tiene ni factores de riesgo ni antecedentes familiares y no pertenece a la etnia más propensa (raza negra), se recomienda una vez por año a partir de los 50 años.
¿Cómo perder el miedo al tacto rectal?
Para romper la desinformación y tabú que hay en torno al tacto rectal, el médico debe iniciar explicándole al paciente los beneficios de este procedimiento; principalmente, que este permite detectar varias enfermedades.
También es importante que el médico le explique cómo se realiza y buscar el consentimiento del paciente, pues no se puede obligar a hacer el examen si no está de acuerdo o no está completamente informado.
¿Qué se necesita para un tacto rectal?
Para hacer un tacto rectal no se requiere preparación especial. Por ejemplo, no es necesario que el paciente defeque antes o se ponga un enema. Sí es importante que el médico verifique que no haya alguna contraindicación para hacerlo.
¿Cuáles contraindicaciones hay para el tacto rectal?
Hay, al menos, cuatro que impiden hacerlo:
1. Si tiene hemorroides trombosadas, o que se salieron del recto y están visibles. Esto por el peligro de que se compliquen.
2. Si el paciente tiene una fisura anal provocada por estreñimiento o algún trauma, puede que el tacto rectal le cause dolor. Por eso, primero se le da tratamiento para las fisuras y luego se hace el tacto cuando hayan cicatrizado.
3. Que tenga un absceso en el esfínter rectal. Hacer el tacto rectal en esas condiciones tiene el riesgo de llevar la infección hacia adentro o que el absceso se complique más.
4. Cuando el paciente acaba de recibir radioterapia y tiene proctitis o inflamación del recto por radioterapia.
¿Cómo se hace el tacto rectal?
Una vez que se tiene el consentimiento del paciente y se verifica que no hay contraindicaciones, el médico lo único que necesita es tener a mano los insumos para realizar el examen: un par de guantes, un gel lubricante para poner en la zona del recto, y algún papel toalla para limpiar al final.
Hay tres posiciones para el tacto rectal. Son las más adecuadas porque producen cierta relajación en el paciente que facilita el examen:
1. Acostado boca abajo.
2. De costado o en posición fetal.
3. De pie apoyando sus brazos y la parte superior del cuerpo en la cama de exploración.
Antes de hacer el tacto es importante inspeccionar la zona del ano para descartar verrugas y hemorroides (internas o externas).
El tacto rectal se hace con el dedo índice. Siempre empieza con una palpación superficial para ver la consistencia del esfínter anal y comprobar que las paredes del recto estén íntegras. Luego, se continúa hasta llegar a la próstata.
La próstata normal tiene la consistencia que tiene la piel en la punta de la nariz. Lo primero es palpar su superficie para verificar que los bordes estén nítidos. El médico debe buscar en los lóbulos de la próstata si hay nódulos (pelotitas o zonas un poco más duras). También se palpa el tamaño. Esta glándula es del tamaño de una nuez, si el médico siente algo más grande es probable que el paciente tenga una hiperplasia.
También se revisa la movilidad de la próstata porque una característica del cáncer es que inmoviliza esta glándula.
Después de hacer esa palpación de la próstata solo queda examinar el guante para ver la consistencia de las heces y descartar o confirmar si hay sangrado o moco. Esa última parte del examen da mucha información para saber si el paciente es estreñido; incluso, si hay pus es porque hay inflamación de la próstata.
¿Qué sigue después del tacto rectal?
Si el médico palpa alguna tumoración hay que programarle al paciente un ultrasonido transrectal. Si se encuentra un nódulo, la próstata endurada o con los bordes irregulares, el siguiente paso es hacer una biopsia.