Probablemente, muchos de quienes lean esta nota conocen los pasillos y consultorios del Hospital Nacional de Niños, ya sea porque acudieron como pacientes o porque fueron como padres angustiados en busca de alivio para sus chiquitos. Se podría asegurar, sin temor a equivocarse, que casi todo este país, de alguna u otra forma, ha pasado por ahí.
Por eso, celebrar los 60 años de servicio del único hospital pediátrico de Costa Rica no podía ser de otra manera que regalándole una buena noticia: el proyecto conocido como Torre de la Esperanza, o torre de cuidados críticos, ya aparece en el Sistema Integrado de Compras Públicas (Sicop), listo para recibir ofertas de empresas interesadas en construir la obra. Esto es un paso adelante en la ruta hacia ver hecho realidad un sueño que se comenzó a tejer hace dos décadas, o más.
Carlos Jiménez Herrera es el actual director médico del hospital de Niños, ubicado sobre el paseo Colón, en San José. El pasado viernes 24 de mayo, luego de la misa de Acción de Gracias de las 7 a. m. y poco antes del acto oficial para celebrar los 60 años del hospital, de las 10. a. m., el pediatra conversó con La Nación.
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− ¿Qué representa para el país y para usted, como director, que el Nacional de Niños cumpla 60 años?
– A través de estos 60 años saltan a la vista los aportes que esta institución ha realizado en pro de la niñez costarricense: caída de la mortalidad infantil y el cambio en el patrón de morbimortalidad: aún siendo un país subdesarrollado tenemos patologías de primer mundo enfrentándolas con recursos limitados. Esto nos hace tener un gran reto: enfrentar esas patologías complejas. Para ello, serán indispensables los recursos tanto de orden estructural como financieros y humanos.
“La torre de cuidados críticos es una de las necesidades. Necesitamos una torre completa: con servicio de emergencia, unidades de cuidados intensivos, salones de cirugía, unidad de quemados. Después de eso necesitaríamos hacer un reforzamiento importante, que hace años lo está pidiendo este edificio principal en la parte estructural, hidrosanitaria y electromecánica. El tercer proyecto es la remodelación del servicio de Hematooncología.
“¿Por qué razón necesitamos la torre? Lo que más tenemos de mortalidad infantil son las malformaciones congénitas, siendo las malformaciones cardiacas las más importantes. Con las salas que tenemos es insuficiente dar cobertura a la lista de espera en estos pacientes. Necesitamos más salas y más cirujanos especialistas en Cirugía Cardiovascular, Anestesia y Cuidados Intensivos para la demanda por esas patologías.
“Necesitamos una buena Unidad de Cuidados Intensivos en esa torre para responder a la creciente patología social que sufre el país: accidentes de tránsito con víctimas infantiles por no respetar el uso de dispositivos de seguridad, y la agresión física producto de la violencia intrafamiliar. Ni qué decir de las víctimas inocentes o colaterales por ataque de arma de fuego, que en forma creciente nos están llegando. Tenemos 20 años de estar pidiendo esto. En este momento ya es una necesidad para la población infantil”.
− ¿Hay posibilidades de que esto se concrete en esta administración?
− Hay posibilidades fuertes de que arranque una primera fase. Pero esa primera fase tiene que continuarla la segunda, casi que de inmediato, para que sea una torre completa y funcional. Arrancar es lo más importante en este momento. Nosotros tenemos la esperanza.
− ¿Qué fecha le dieron?
− Ya está en Sicop (Sistema Integrado de Compras Públicas). Están los oferentes. Entiendo que tienen tiempo hasta agosto para presentar ofertas. A partir de ahí entraría la fase de análisis y ver si se puede adjudicar.
− ¿Ese sería el mejor regalo de 60 años?
− Por supuesto. La obra total cuesta alrededor de $128 millones o $150 millones. Ya existen $54 millones recaudados.
Luces y sombras en 60 años de hospital de Niños
− En la vida del Hospital de Niños hay momentos de luz y de sombra. ¿Cuáles son?
− Los momentos de luz son la mayoría, gracias a Dios. Para 1971, cuando el Dr. Sáenz Herrera se retira, la mortalidad infantil había caído de 78,5 por mil nacidos vivos a 51 por mil. Para los 20 años del hospital, en 1984, había bajado aún más y estábamos en 17,6. Es decir, había caído un 80% con respecto a cuando abrió. Hoy tenemos una mortalidad por debajo de dos dígitos; yo creo que ese es un momento de luz.
“Se enfrentó trabajando con la desnutrición, enfermedades parasitarias y todas las infectocontagiosas, donde un importante número de los niños se nos morían por enfermedades como sarampión, rubéola, difteria y tétanos. El reforzamiento en el esquema de vacunación nacional, en el cual el Hospital de Niños tuvo una cuota, es uno de esos momentos de luz.
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“También cuando se empiezan a hacer las primeras cirugías cardíacas complejas, extracorpóreas, cirugías de trasplantes... Cuando empezamos, en los años 90, con un Programa Nacional de Tamizaje como los países de primer mundo. Como había dicho el Dr. Sáenz Herrera (Carlos Sáenz, fundador del hospital) en los sueños del año 54, que con una gota de sangre teníamos que hacer el diagnóstico de una enfermedad. Esto se hizo realidad en los años 90, con el Programa Nacional de Tamizaje con tres enfermedades.
“Hoy estamos detectando cerca de 51 enfermedades, lo cual asegura que hacemos el diagnóstico oportuno, indicamos la dieta en los casos de enfermedades metabólicas, o el tratamiento temprano, y logramos que lejos de tener niños discapacitados, que van a ser una carga para la sociedad en el futuro, sean niños y adultos funcionales y productivos.
“¿Momentos de oscuridad? Siempre en el devenir de las actividades humanas vamos a tener momentos difíciles en los cuales se han dado conflictos en algunos grupos de médicos, que nos han afectado algunos programas, pero de eso mejor no hablar”.
− ¿Cuáles son los desafíos epidemiológicos, sociales y económicos para el hospital?
− Dentro de los desafíos epidemiológicos está insistir en educar a la población para recordarle que los grandes logros en la caída de la mortalidad infantil son por los programas de vacunación. Respetar el esquema nacional para la población infantil es básico para que enfermedades como poliomielitis, sarampión, difteria y tétanos no vuelvan a emerger.
“Insistir en el respeto de las medidas higiénicas y en aprender las lecciones. La pandemia nos dejó dos: primero, que cualquier mutación de un virus puede poner en jaque no a este país, sino a la humanidad entera, como lo hizo en el 2020. Y que estas enfermedades pueden controlarse con medidas de higiene personal, ambiental, vacunación y lactancia materna.
“Necesitamos el recurso humano e infraestructura adecuada para poder atender a quienes nacen con alguna malformación. Los programas de genética y metabolismo deben ser fortalecidos en el país. Muy probablemente la medicina del futuro va hacia las terapias génicas y hacia eso tenemos que ir migrando: hacia una medicina más preventiva. Fortalecer prevención y promoción de la salud es vital”.
− Estamos viendo bullying, ideación suicida, abuso de las pantallas. ¿Cuáles son los desafíos que visualizan? ¿Tienen instrumentos para enfrentarlos?
− La patología social es un problema que no es competencia solo del Hospital Nacional de Niños. Es del país. Nosotros tenemos que tratar de permear con educación de pequeño grupo, casa por casa, para fortalecer esta célula vital de la sociedad que es la familia. Es necesario que la familia vuelva a ser ese centro de comunión, formador de seres humanos de bien para que estos niños puedan correlacionarse con sus pares en un ambiente tranquilo y de respeto absoluto, independientemente de las diferencias. Todo el sector salud y las políticas públicas deberían ir hacia ese campo. A nosotros nos toca atender ‘el producto de’, ¿pero dónde nace el problema? En la familia”.
− ¿Cuáles son las mayores fortalezas del Hospital Nacional de Niños y cuáles sus mayores amenazas?
− La mayor fortaleza es el recurso humano calificado. La amenaza más fuerte es la fuga de especialistas. Esto nos provoca inopia en grupos vitales, como Cuidado Intensivo, Anestesia, Cirugía Cardiovascular, Ortopedia y el mismo grupo pediátrico. Hay que fortalecer la formación para tener como hospital e institución una mejor respuesta. El hospital debe atender como red de servicios, no tener centralizado todo, sino que debería progresivamente descentralizar algunos servicios.
− ¿Cómo debe ser el Hospital Nacional de Niños del futuro?
− Un hospital con una consulta externa fortalecida; con menos camas de hospitalización, pero sí con camas que sean más de aislamiento, individualizadas, que nos puedan garantizar una mejor atención. Un hospital con más recurso humano para responder a las necesidades de los niños.
− ¿Otros 60 años más?
− Ahhh, yo me lo imagino para otros 100 años más. A partir del 2040, año en que según los que analizan las cadenas de población la pirámide se hará rectangular, a partir de ese momento cada niño que nazca va a ser un niño preferencial y tenemos que luchar para que no haya discapacidad y casi no se nos mueran. Ese hospital del futuro tiene que ponerse la meta de continuar la reducción de la mortalidad infantil en el país.