Las calles y aceras del centro de San José, por las que en la última semana transitaron menos vehículos y peatones de lo acostumbrado, recobraron este sábado su afluencia habitual.
La avenida central capitalina se llenó durante la mañana de visitantes que llegaron a distraerse o a hacer algún mandado, sin que se notaran señales de que el país se encuentra en alerta amarilla por la pandemia del nuevo coronavirus.
Sin embargo, transeúntes, vendedores ambulantes y dependientes de tiendas afirmaron a La Nación que en medio de la aparente normalidad, toman medidas para protegerse de la enfermedad que, hasta este sábado, se ha diagnosticado en 27 personas dentro del país.
Una de las transeúntes consultadas fue Evelyn Rodríguez, quien minutos antes del mediodía disfrutó de un helado junto a su hijo y su nieto en la Plaza de la Cultura.
Ella contó que los niños tenían días de permanecer en la casa, por temor a contraer el covid-19, pero esa mañana la acompañaron a hacer algunas compras y conseguir alcohol en gel. Esa tarea les resultó imposible, pues en todos los locales que visitaron les dijeron que el producto estaba agotado.
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Pese a la dificultad, Rodríguez afirmó que se esfuerza para que su familia cumpla las recomendaciones del Ministerio de Salud.
“Yo trabajo en el Hospital de Niños y ahí nos han dado un montón de advertencias, más que todo el lavado de manos cada vez que podamos, el tratar de no tener contacto y no tocarnos los ojos y la boca. Todo lo que me transmiten en el hospital, yo se los transmito a ellos”, afirmó.
Un par de cuadras hacia el oeste, en el bulevar, Ana Brenes tiene su puesto de venta de lotería. Ella contó que desde ahí, ha observado como la mayoría de las personas no se tapan correctamente la boca al estornudar.
“Yo pienso que la gente no se está cuidando como debe serlo, porque no es una cultura”, afirmó.
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Brenes dijo que ella, en cambio, ya tenía el hábito de lavarse las manos cada hora. Ahora, además, compró alcohol y una botella adicional para que ella y su hijo tengan siempre a mano.
Lo mismo hicieron en la zapatería de al lado, donde las dependientas dijeron que rocían sus manos con alcohol después de atender a cada cliente.
Al mediodía, el tránsito por la avenida era abundante, como el de cualquier otro fin de semana. A algunos grupos de peatones se les escuchaba hablar sobre el coronavirus, otros sacaban sus botellas de alcohol en gel y frotaban sus manos.
Incluso, entre los vendedores ambulantes había quienes ofrecían el producto, aunque una de ellas se molestó cuando este medio quiso preguntarle sobre el artículo y su precio.
En el Mercado Central, la concentración de clientes era evidente. Laura Rojas, quien atiende la pescadería Costa Rica, dice que esa fue la primera vez en la semana que el inmueble se llenó de esa manera.
“Hasta ahorita hay gente, pero todos estos días, nada, súper vacío. Hasta hoy se ve demasiada gente y hay tumulto. Estaba acostumbrada a casi ni ver nadie desde el lunes”, afirmó.
Así como en ese puesto, muchos de los demás locales del mercado y también los comercios de la avenida central tienen botellas de alcohol líquido o en gel a disposición de los clientes, pero adquirir el producto es difícil.
Por eso, en el puesto de la macrobiótica San Cayetano llama la atención un letrero que indica que se vende alcohol en gel.
Ahí, Luci Gutiérrez comercializa botellas de ¢1.000, ¢1.500 y ¢2.000, aunque para la 1 p. m. ya le quedaban pocos frascos.
“Un señor nos trae de Cartago, pero yo creo que ya no va a traer. Yo creo que ya esto es lo último que nos queda”, afirmó.