Si ya se ha descubierto que fármacos originalmente creados para tratar otras enfermedades son eficaces para frenar la covid-19 ―como el remdesivir (para el ébola) y el favipiravir (antiviral contra influenza)―, ¿por qué no buscar entre miles de compuestos existentes en el mundo otros que puedan tener el mismo efecto?
Esa búsqueda la inició hace varias semanas un equipo de científicos de la Universidad de Costa Rica (UCR), que se dio a la tarea de rastrear entre los antivirales existentes, aquellos con el potencial de frenar la replicación del coronavirus que causa la covid-19, el SARS-CoV-2.
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Este esfuerzo científico se une a otros liderados por esta y otras universidades públicas de Costa Rica, con la intención de encontrar un tratamiento eficaz para los enfermos mientras aparece una vacuna que prevenga la aparición de este nuevo padecimiento respiratorio, un hallazgo que se podría dar hasta avanzado el 2021.
El equipo de la UCR, que incluye ocho investigadores de siete centros de investigación y facultades, ya ha creado un sensor molecular y desarrolló una plataforma biocomputacional, que se encargarán de analizar, en tiempo récord, 100.000 compuestos. Ya se avanzó en el análisis de 31.500.
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La meta es identificar cuáles de todos ellos son capaces de inhibir un componente de los coronavirus, la proteasa Mpro, considerado esencial en la reproducción dentro del cuerpo humano de esos microorganismos, incluido el SARS-CoV-2, informó la oficina de Divulgación (ODI), de la UCR.
El propósito, informó la Universidad, es escoger los cien mejores compuestos, y hacer otros procesos de filtración para seleccionar formulaciones seguras para usar en humanos y que tengan baja toxicidad.
“Lo que deseamos con esta investigación es analizar en tiempo récord información masiva de distintos compuestos de muchos tipos ya inventados que, si bien se destinan para otras enfermedades, podrían tener el potencial de neutralizar la replicación del virus”, explicó Rodrigo Mora, microbiólogo e investigador principal.
Para futuras pandemias
Probar todos los 100.000 compuestos es imposible en un laboratorio experimental de la UCR, pero con apoyo de la Ingeniería ya crearon una plataforma informática de análisis masivo.
“La plataforma computacional será capaz de probar miles de compuestos por medio del docking molecular (algoritmos de acople) y análisis farmacodinámico para así identificar potenciales drogas candidatas. Si estos compuestos tuvieran que analizarse uno por uno, duraríamos un año. Esto retrasaría el trabajo.
“Lo que se busca con la parte computacional es hacer una selección de los mejores compuestos inhibidores de esta proteasa, para que luego sean probados en el laboratorio”, explicó por medio de la ODI Francisco Siles Canales, ingeniero eléctrico de la UCR y codirector del proyecto de investigación.
El equipo investigador usará lo que se conoce como clúster computacional, es decir, un conjunto de computadoras independientes conectadas entre sí para correr varios procesos al mismo tiempo, informó la UCR.
Se revisará la información de nueve bibliotecas internacionales.
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”Hasta ahora se han descargado dos de esas bibliotecas. Una es llamada Bently y otra Green Pharma, que contemplan compuestos naturales y unos específicos contra el SARS-CoV-2. Ya los primeros resultados los generamos. Tardamos en el primero 18 horas y en el segundo 24 horas. Con el resto de los compuestos vamos a tardar días en lugar de un año. Es una de las ventajas de hacerlo de forma computacional”, agregó Siles.
Cuando se concluya la investigación, estos recursos quedarán al servicio de la ciencia nacional e internacional para atender con estas herramientas las contingencias que generen futuras pandemias o mutaciones de los coronavirus, aseguraron los investigadores.
Este esfuerzo se suma a otras iniciativas nacidas dentro de la academia, entre ellas la producción de plasma convaleciente, de pacientes recuperados de covid-19, con la intención de ofrecer un tratamiento que ayude a aplacar los síntomas de la enfermedad.
Además, el Instituto Clodomiro Picado desarrolló un suero producido a partir de plasma de caballos, que en la actualidad se encuentra en fase de estudios para verificar su eficiencia y seguridad.