“Sabe rico”, “me relaja”, “todos mis amigos lo hacen”, “no huelo a cigarrillo”, “aprendo trucos con el vapor”, “se siente muy bien”. Esas son solo algunas de las razones que muchos jóvenes costarricenses consultados para este trabajo mencionan para explicar su gusto por el vapeo. Sus respuestas bien podrían hacerse extensivas a miles de personas que hoy vapean en nuestro país.
Es probable que ya usted conozca el término vapear, pues los datos demuestran que es una práctica cada vez más popular. O quizá no sepa lo que es, pero de seguro ha visto a alguien vapeando en la calle, en un concierto, en una fiesta, en una parada de autobús... en cualquier parte.
Son esas personas que llevan un vapeador (cigarrillo electrónico), pequeño aparato alimentado por una batería electrónica que calienta un líquido y lo convierte en vapor para ser inhalado y exhalado. Su uso provocó, según datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), 102 emergencias atendidas en hospitales nacionales solo en 2022.
Alejandro Quirós, de 25 años, es una de esas personas. Empezó a vapear desde hace un año, pero ya ve las primeras consecuencias. “He sentido molestias en la garganta e irritación en la lengua”, relata.
Desde su entrada en el mercado, los vapeadores fueron presentados como una alternativa para dejar de fumar. En la actualidad, se ofrecen en sofisticadas tiendas exclusivas para ese tipo de aparatos, plataformas en línea, pulperías, supermercados y casi cualquier tipo de comercio.
De hecho, Alejandro empezó fumando cigarrillo tradicional, pero no le gustó y migró al vapeador. A pesar de sentir las primeras molestias, no tiene planes de dejarlo pronto.
Distinto sucedió con Esteban, quien prefiere reservar su apellido. Él dejó de vapear hace seis meses.
“Es definitivamente dañino. No experimenté efectos inmediatos, pero, en temas de aire, cuando entrenaba o hacía ejercicio definitivamente me afectaba. Es bastante adictivo y genera ansiedad cuando uno lo está haciendo constantemente y lo deja de hacer”, cuenta.
“Inofensivos y seguros”, dicen sus vendedores, pero no lo son.
En el mercado costarricense circula una amplia variedad de estos dispositivos: desechables, recargables, con nicotina, sin nicotina y con cartuchos sustituibles; algunos son sistemas más sofisticados y duraderos que otros. Sus precios van desde los ¢10.000 y pueden superar los ¢55.000.
Desde el 2021, la ley N.° 10.066 regula la venta de vapeadores; sin embargo, las disposiciones son mínimas: establece que deben pagar un 20% de impuestos y señala algunas prohibiciones de uso y venta.
Por ejemplo, prohíbe la venta de vapeadores a menores de edad, enlista los sitios prohibidos para su uso y se indican las multas que se aplican en caso de infringir algún punto descrito en esta legislación.
Más allá de eso, los únicos requisitos que piden el Ministerio de Salud y el Ministerio de Hacienda para importar y distribuir los vapeadores es una declaración jurada obligatoria solo para los dispositivos con líquidos que contienen nicotina. En estos casos, también se exige colocar etiquetas de advertencia sobre daños a la salud.
No obstante, el riesgo no es exclusivo de los aparatos con nicotina. El líquido que contienen –conocido popularmente como e-líquido– puede tener altas concentraciones de sustancias peligrosas como diacetilo, un químico vinculado, según la Sociedad Americana de Cáncer, a una enfermedad grave pulmonar conocida como bronquiolitis obliterante.
A pesar de lo anterior, por disposición del Ministerio de Salud, los vapeadores no requieren registro sanitario para venderse en el país.
Salud en riesgo
Alcibey Alvarado, neumólogo y miembro de la Asociación Estadounidense para el Cuidado de la Salud Respiratoria, asegura que hay varias complicaciones por el uso de vapeadores con o sin nicotina.
“Está el edema pulmonar, que es una inflamación del pulmón. Otra complicación es cuando la gente toma la solución accidental o intencionalmente y se puede envenenar. Además, estos equipos tienen una batería que si se sobrecalienta puede explotar y producir quemaduras en la cara y fracturas óseas”, detalla.
En vista de que el uso del vapeador puede afectar múltiples órganos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se vió obligada a establecer el código U07.0, que se refiere al “Trastorno relacionado con el vaporizador”. Ahora, los estados miembros deben clasificar las afecciones relacionadas con vapeadores en esa categoría.
Según Alvarado, hay productos que no son estériles, sino que pueden contener virus, hongos, bacterias y podrían desencadenar una neumonía no solo química por los componentes, sino bacteriana por la contaminación de los cartuchos.
Hasta el momento, los daños a largo plazo del uso de vapeadores son inciertos. Aunque sí se considera que complicaciones de salud podrían aparecer en los próximos 10 años.
Aunque el debate continúa para aprobar los vapeadores como un método funcional para dejar el cigarrillo tradicional, la OMS y la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) se mantienen firmes en que los estudios que colocan los vapeadores como una alternativa no son concluyentes.
Las dosis de nicotina, la estética de los productos y los saborizantes de estos artículos son la combinación perfecta para generar dependencias, especialmente en personas jóvenes.
“En un periodo de tres años para acá hemos notado el incremento de personas que llegan deseando dejar de fumar y también vapear. Hemos ido a colegios y nos hemos dado cuenta que incluso personas menores de 18 años ya utilizan los vapeadores”, indica Luis Alpízar, miembro del equipo de trabajo de la Clínica de Cesación de Tabaco del Hospital Calderón Guardia.
¿Y el registro sanitario?
“Esperaría que sí tenga”, “lo desconozco”, “algunas marcas creo que lo tienen”, expresaron algunos usuarios cuando se les consultó si los vapeadores y líquidos que utilizan tienen registro sanitario.
“Este tipo de productos generan daños. El Ministerio de Salud por medio de diferentes leyes como la 9.028 y la 10.066 lo que pretende es desarrollar estrategias no solo en términos de regulación, sino que desestimulan el consumo en la población, advertir los riesgosas a las personas que son jóvenes, porque los promocionan como si fueran algo de moda”, asevera Priscilla Herrera, directora general de Salud en el Ministerio de Salud.
La posición de las autoridades de Salud es contradictoria. Aunque hay algunas regulaciones, según Herrera, si los vapeadores tuvieran un registro sanitario llevaría a las personas a pensar que es un producto totalmente seguro de consumir y quienes los distribuyen se podrían valer de dicho registro para incentivar el uso de estos dispositivos.
Lo cierto es que, en la práctica, muchos vendedores promocionan los vapeadores como artículos seguros, que no producen daños a la salud y unos hasta dicen, aunque sea falso, que cuentan con registro sanitario.
Después de visitar tiendas de vapeadores en la Gran Área Metropolitana, al consultar sobre la seguridad de los productos, algunos vendedores indicaron que toda su mercadería pasó por un “estricto” control sanitario para obtener el “registro” que solicita el Ministerio de Salud, lo que deja en evidencia la desinformación de los comerciantes.
“A nivel de derechos de los consumidores, sí hay una regulación. En la medida en que yo tengo que saber qué estoy comprado, tiene que haber un etiquetado que me diga que estoy comprando”, asegura Nuria Villalta, directora de la Unidad de Atención al Cliente en Ministerio de Salud, refiriéndose a las etiquetas obligatorias que indican las sustancias del líquido de los vapeadores.
Es cierto: la mayoría de los productos que se revisaron para este trabajo contaban con la etiqueta. No obstante, en otros países se ha probado que hay niveles de nicotina más altos de los que afirman tener y presencia de nicotina en líquidos que dicen no tenerla.
En México, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios encontró hasta 30 sustancias dañinas adicionales que no reportaban los fabricantes, algunas incluso asociadas a contenidos en pesticidas.
En el 2020, el acetato de vitamina E en algunos vapeadores que contenían THC (principal compuesto psicoactivo del cannabis) provocó la hospitalización de más de 2.000 personas y más de 55 fallecimientos en Estados Unidos.
Sin embargo, para Villalta, en este momento no tiene sentido hacer pruebas a los líquidos de los vapeadores porque no hay una normativa que funcione como punto de partida.
Por el momento, nuevas regulaciones parecen lejanas. De la voluntad política y el monitoreo de las iniciativas que tomen otros países depende la creación de nueva legislación en el país, según las funcionarias del Ministerio de Salud.
“Nosotros estamos tratando de valorar algún tipo de regulación para estos productos; sin embargo, es un tema novedoso, complejo y variado. Tenemos un equipo que está conformado por diferentes direcciones técnicas y hemos estado revisando qué hay a nivel internacional”, aseguró Herrera, directora general de Salud.
Aumento sin precedentes
Aunque los vapeadores no son productos recomendados por las autoridades, no poseen registro sanitario ni se informa a profundidad las sustancias que hay en los líquidos que la población inhala, inevitablemente se han convertido en una moda.
Según la Dirección General de Aduanas, desde el 2014 y hasta el 2022 la importación de vapeadores con nicotina creció más de un 11.000%. En ese periodo, la importación pasó de sólo 117 kilogramos (kg) en el 2014 a más de 13.000 kg en el 2022. Además, el año pasado ingresaron al país 340.000 kg de vapeadores sin nicotina.
Este año, el panorama es aún más complejo. Solo en los primeros cinco meses del 2023 se habían importado más de 40.000 kg de vapeadores con nicotina, 25.000 kg más en comparación con todo el año anterior. Además, ya se suma 136.000 kg de vapeadores sin nicotina importados por el comercio costarricense.
Son cantidades difíciles de dimensionar. Tomando en cuenta que estos dispositivos podrían pesar entre 30 y 450 gramos aproximadamente (dependiendo del tipo), si hipotéticamente se importara solo el modelo más pesado (450 gramos), en lo que va del año han ingresado más de 390.000 dispositivos con y sin nicotina a suelo tico.
“Todas las políticas y las prohibiciones que ha habido alrededor del tabaco, han hecho que la gente se pase a otros elementos o productos que suponen un menor contenido de nicotina, un sustituto del fumado… y, también, la moda. Tiene que ver con el esnobismo que generan este tipo de dispositivos” aseguró Gerardo Bolaños, director general de Aduanas.
Según datos oficiales, el año pasado se recaudaron más de ¢700 millones en impuestos por la mercadería de vapeadores con y sin nicotina que ingresó al país, un cargamento valorado en más de $8 millones.
“Está de moda, lo vemos en redes sociales con influencers y nos están vendiendo sustancias dañinas. En los últimos tres años ha ido en aumento esta tendencia, ahora están más al alcance”, agregó Gabriela Rojas, médica del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), quien ha atendido a personas con adicciones al vapeador.
Así como ingresan estos dispositivos, también se distribuyen. Acceder a este tipo de productos puede ser una tarea sencilla: hay puntos de venta específicos para su distribución, se ofrecen en varios comercios y están disponibles en sitios en línea, en los que solo basta con marcar una casilla que dice “soy mayor de edad” para comprar.
Adquirirlos en tiendas físicas puede ser más complejo para quienes no llegan aún a los 18 años, pero esto no representa un verdadero obstáculo. Vendedores independientes circulan los productos sin ningún tipo de restricción y en ocasiones, por desconocimiento, los padres de familia se acercan a comprar estos dispositivos para sus propios hijos.
Aunque las autoridades continúan uniendo esfuerzos para desincentivar el uso de los vapeadores, especialmente entre la población joven, las regulaciones están lejos de ser concretadas y, por el momento, productos que se promocionan como inocuos y ponen en riesgo la salud pública circulan con escasas regulaciones.