Un agricultor de la comunidad de Crucitas, de apellido Cambronero, hoy vive con exceso de mercurio en su sangre por la contaminación del agua. El metal triplica el límite tolerable para el cuerpo humano.
La contaminación es producto de una actividad en la que él no participó, pero que irrumpió en su comunidad al menos desde el 2017: la minería ilegal del oro de Crucitas, en el distrito Cutris de San Carlos, cerca de la frontera con Nicaragua.
“Al principio los mineros llegaban y esparcían mercurio por la quebrada a diestra y siniestra, porque no sabían cómo utilizarlo. Luego, aprendieron, pero siempre se ha usado para la extracción y lo tiran a los ríos. Así termina llegando a los mantos acuíferos y a las fuentes de agua. El agua que llega a la Escuela de Crucitas viene de la finca en la que más se ha explotado la minería”, detalló Cambronero.
El hombre de 26 años, quien pidió ser identificado solo con su apellido, fue uno de los ocho vecinos que se sometieron a exámenes de laboratorio del laboratorio clínico de la Universidad de Costa Rica (UCR), en octubre pasado, en busca de evidencias sobre los efectos de la contaminación con mercurio en la comunidad.
Cambronero explicó que los ocho salieron contaminados. El valor máximo admisible de mercurio en la sangre es de 10 microgramos por litro (mcg/L). El resultado de este agricultor fue de 28 mcg/L.
“Todos salimos positivos. Nosotros no hicimos escándalo porque sabíamos que era muy posible que pasara, por la extracción ilegal de oro en la que trabajan con mercurio, pero ahora el AyA (Acueductos y Alcantarillados) hizo estudios y se dio cuenta de que hay pozos de agua que tienen 65 veces más mercurio del máximo tolerable”, relató el entrevistado con evidente resignación.
Por el momento, Cambronero no ha presentado síntomas por el consumo del metal pesado, pero es consciente de que muchas de las secuelas se pueden presentar a largo plazo.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la intoxicación por mercurio puede generar “daños en los sistemas nervioso e inmunitario, el aparato digestivo, los pulmones y riñones”.
“Por la inhalación o ingestión de distintos compuestos de mercurio o por exposición cutánea, se pueden observar síntomas como temblores, insomnio, pérdida de memoria, efectos neuromusculares, cefalea o disfunciones cognitivas y motoras”, añade la OMS.
Los mineros artesanales utilizan el mercurio para extraer el oro del lodo donde está contenido. Al efectuar el procedimiento en sitios no controlados, el metal se filtra en el suelo, contaminando las aguas subterráneas, además de que llega a los ríos.
El mercurio produce una reacción química sobre el oro; lo atrapa, generando una especie de masa plateada, llamada amalgama. Luego, la amalgama es colocada en un tubo metálico que es expuesto a altas temperaturas en una fogata, de manera que el mercurio se vuelve gaseoso.
Luego, se libera el gas (contaminándose en el proceso) y lo que queda en el fondo del tubo es una pieza de oro puro. Para ese momento, el mercurio ya está en el ambiente.
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Aunque solamente ocho habitantes de Crucitas se realizaron la prueba de laboratorio de la UCR, Cambronero está convencido de que la mayoría de sus vecinos daría positivo si se le practica el mismo examen, porque todos consumieron agua de los pozos contaminados.
En cuanto al agua, los estudios mencionados por el finquero fueron realizados por Vigilancia y Control de Agua Potable del Ministerio de Salud en el mes de noviembre de 2022. La investigación encontró que “todos los valores se encuentran muy por encima del valor máximo admisible” del metal.
El valor máximo admisible de mercurio en agua es de 0,001 miligramos por litro (mg/L). Sin embargo, se detectaron hasta 65 veces más. En la Escuela de Crucitas se encontraron 0,053 mg/L, es decir, menores de edad habrían consumido hasta 53 veces el máximo admisible.
Cambronero agradece que, si bien él vive en Crucitas porque allí trabaja su finca agrícola, su familia permanece en Santa Rosa de Pocosol, en San Carlos, alejada de la contaminación por el metal pesado, porque allí tienen un restaurante.
Sin embargo, reconoce que su esposa y su hija visitaron la comunidad fronteriza en alguna ocasión y consumieron agua contaminada.
El hombre externó también su preocupación por el sector productivo de Crucitas, debido a que animales como vacas, cerdos y gallinas continúan consumiendo agua contaminada con mercurio.
Las comunidades afectadas son Crucitas, El Roble, Chamorro y Chorreras, todas estas del distrito de Cutris, así como Llano Grande y El Jocote, ambas del distrito de Pocosol.
Desde setiembre de 2022, el AyA abastece a estos pueblos por medio de camiones cisterna, en los lugares en que los caminos lo permiten. De lo contrario, se transportan pichingas llenas de agua en el cajón de un pickup.
Sin embargo, esta problemática se agravará en los próximos meses, debido al comienzo de la estación lluviosa.
“El camión cisterna sí logra entrar a Crucitas, adonde no está llegando es a Chorreras; se supone que hoy (miércoles 22 de febrero) iba maquinaria para arreglar el camino y ver si logra llegar. Ahí las escuela está cerrada, por ese tema. A El Roble entran pickup, pero a Chorreras no llega agua”, añadió el sancarleño.
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