Uno de los trastornos mentales que más daño hacen a las personas es la depresión. Mucho antes de la pandemia por la covid-19, esa enfermedad ya venía haciendo de las suyas aunque, claro, la emergencia sanitaria desencadenada por el nuevo coronavirus vino a profundizar uno de los padecimientos que más golpean la salud mental.
En este nuevo capítulo de Estar Bien, la psicoanalista Jessica MacDonald, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional (UNA), nos ayuda a explorar los territorios de la depresión en momentos en que este trastorno se dispara por la incertidumbre económica y el cúmulo de traumas que casi tres años pandémicos han creado en miles de personas alrededor del mundo.
Solo en Costa Rica, un dato preliminar calcula en alrededor de 1,3 millones la cantidad de costarricenses mayores de 15 años que sobreviven con cuadros graves de ansiedad, depresión y estrés como resultado de convivir con los efectos causados por la pandemia de la covid-19; entre ellos, el miedo a morir y enfermar, la inestabilidad laboral y la pérdida de espacios de socialización y esparcimiento.
MacDonald aclara que la depresión va más allá de la tristeza y aconseja diferenciarla de una mala racha o un duelo.
“Con una depresión ya hay un trastorno o problema mental complejo. Una persona con depresión es una que está al límite de su capacidad de funcionamiento psíquico y a quien cualquier tarea se le vuelve difícil. Aparecen trastornos de sueño, la sensación de pérdida de apetito o, por el contrario, la ansiedad por comer, comer y comer.
“A veces, no aparece la tristeza sino una gran irritación. No vemos a la persona triste sino irritada porque ya está al límite. En la depresión es muy común el aislamiento: evitar las relaciones con otros, dormir o tener insomnio. Aparecen pensamientos pesimistas. Todo se interpreta como una amenaza o que me va a lastimar”, explica la psicoanalista.
Estas sensaciones, que se reflejan con comportamientos humanos como los descritos por MacDonald y con síntomas y signos físicos, tienen un componente bioquímico relacionado con la disminución significativa de un neurotransmisor: la serotonina.
Relacionada con la ilusión y el deseo de hacer cosas, la serotonina disminuye sustancialmente con la depresión. Por eso, la persona experimenta la sensación de estar desvalida. Es, especialmente, un ataque hacia la propia autoestima porque quien está deprimido se siente muy disminuido en su valor.
El hipotálamo, además, se ve afectado por la falta de producción de hormonas. El hipotálamo está en la base del cerebro y entre sus muchas funciones está regular las emociones (también la temperatura corporal, el hambre, la sed, el sueño y la líbido).
Jessica MacDonald describe a las personas con depresión como aquellas “sin piel” emocional: muy muy sensibles. Tanto, que difícilmente pueden lidiar con estímulos emocionales.
Efectos acumulados
Se llega a una depresión por múltiples causas. Una de las más frecuentes es por la acumulación de estrés (puede ver aquí nuestro capítulo dedicado a ese tema) y la ansiedad (repase aquí ese videopodcast).
Ante la debilidad emocional para enfrentar la vida, es importante, y mucho, que quienes rodean a una persona con depresión desarrollen empatía, responsabilidad y solidaridad hacia ella porque una depresión mayor es la puerta a muchos riesgos; entre los más temidos está desarrollar ideación suicida e intentos por poner fin a la vida.
“Cuando algo tan fuerte puede suceder, deberíamos organizarnos como sociedad para prever que estas personas no lleguen a estos límites. Porque no hay salud sin salud mental. Podemos salvar la vida, pero la vida es más que un cuerpo.
“Es ese ser humano que le encuentra sentido a la vida. En la depresión encontramos ese espejo oscuro que nos devuelve la imagen sin color. Hay una distorsión de la vida y de la forma de mirarla”, describe Jessica MacDonald.
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Y sí, aunque es difícil y complejo tener en nuestro círculo familiar o de amigos a una persona con depresión, no hay que dejarla sola por más dificultad que se tenga para el acompañamiento.
El principal consejo que da MacDonald es no regañar, tampoco juzgar. “Decir ‘estoy acá' y escuchar sin descalificar”, recomienda.
A quienes viven con este tipo de trastornos, MacDonald abre una puerta a la esperanza.
“Es importante que, si ya tenemos depresión, empezar a salir paso a paso. Un primer paso podría ser poner pequeñas rutinas: hoy me levanto. Hoy me voy a bañar. Hoy haré esta pequeña tarea. Empezar desde lo más básico. Esto, sin dejar de lado que hay muchos que podrían requerir atención profesional con un psiquiatra pues necesitan medicamentos para regular su estado”, afirma la especialista.
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La salida no es fácil a nivel individual o familiar, pero con una buena orientación se puede ir en ese proceso de ir hacia la luz al final del túnel.
“Si tenemos una persona sin apetito, que no duerme y se está debilitando, es importante la consulta. No es suficiente solo atender el síntoma. Hay momentos en que el sufrimiento puede ser tan grande que es conveniente que un profesional valore”, agregó.