Faltaban cuatro días para el cierre del Mundial de Fútbol Rusia 2018. Los ojos del planeta estaban en ese país y sus fuerzas de seguridad mantenían la vigilancia al tope ante cualquier hecho que pudiera afectar tal exposición internacional.
Para esa semana, el primer satélite espacial tico cumplía ya dos meses en órbita con la misión de pasar sobre Costa Rica y recopilar información.
En medio de la expectativa por la final entre Croacia y Francia, la recién llegada administración de Carlos Alvarado Quesada recibió el 11 de julio un peculiar y alarmante pedido del gobierno de Vladimir Putin: suprimir una interferencia causada por el satélite.
La solicitud obedecía a que el artefacto (un cubo de 10 centímetros y un kilogramo de peso) interfería la operación de una base militar en la ciudad de Armavir en el sureste de Rusia; cerca del mar Negro.
El aparato había sido concebido por la Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (ACAE) y luego se volvió la pieza central del Proyecto Irazú cuya meta era usarlo para estudiar la fijación de dióxido de carbono en árboles en Los Chiles, Alajuela.
Nombrado Batsú-CS1 (“colibrí” en lengua bribrí) debía girar seis meses alrededor de la Tierra; declaró Adolfo Chaves Jiménez, coordinador del Laboratorio de Sistemas Espaciales del Instituto Tecnológico de Costa Rica (SETEC-Lab) que dirigió el proyecto.
Del archivo:
Batsú-CS1 subió a la Estación Espacial Internacional (EEI) el 2 de abril del 2018 en un cohete Falcon 9 de la empresa SpaceX desde Cabo Cañaveral (Florida) y luego se separó de esta el 11 de mayo para comenzar su vuelo espacial a semanas de iniciarse el Mundial, en junio.
Todo marchaba bien (al parecer) cuando el Centro General de Radiofrecuencia del Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación (Roskomnadzor) ruso informó ese 11 de julio a Costa Rica del traslape de frecuencias con Armavir.
Armavir es una base militar de alerta temprana contra ataques de misiles de largo alcance. Tiene dos radares de unos 30 metros de altura cada uno que cubren la región de Medio Oriente.
Está a cargo de las Fuerzas de Defensa Aeroespacial rusas debido a que es un elemento central del sistema de seguridad del espacio aéreo de ese país.
Al igual que radares civiles, opera a baja frecuencia u onda larga de transmisión dentro del espectro radioeléctrico. Esto le facilita la cobertura de amplias zonas de territorio, según precisa literatura técnica de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
De hecho, la onda larga es de uso rutinario para guiar navegación área, marítima y en satélites de órbita baja (entre 500 y 2.000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra). Por ejemplo, Batsú-CS1.
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Este tipo de frecuencia, de hecho facilita a Armavir y radares similares detectar con muchos kilómetros y minutos de anticipación proyectiles abriéndose paso a altísima velocidad entre las grandes extensiones de aire que vigilan.
La interferencia
De acuerdo con el mensaje de Roskomnadzor al Gobierno, cuya copia está en poder de La Nación, cuando Batsú-CS1 pasaba sobre el espacio de cobertura de Armavir causaba una superposición de frecuencias con sus radares.
“Deseamos asesorarle de la siguiente manera: hay una superposición de frecuencias entre la red del satélite Irazú y las asignaciones de frecuencia a la estación de radar rusa Armavir”, advirtió por correo electrónico el vocero de Roskomnadzor, Andrey Katkov.
Katkov aseveró que si el satélite se movía a otra frecuencia, incluso en modo de transmisión constante como estaba, no iba a “causar interferencia dañina a otros servicios con otras asignaciones de frecuencia”.
“Para evitar interferencias a la estación Armavir, le pedimos que se asegure de que la estación espacial Irazú no transmita en la banda de frecuencia 436.4925 MHz-436.5075 MHz cuando esté a la vista de la estación Armavir”, instruyó el funcionario.
La petición probó que tres entidades públicas de la burocracia nacional si pueden resolver trámites en unas cuantas horas.
El correo lo recibió Jaime Palermo, entonces gerente de Telecomunicaciones del Instituto Costarricense de Electricidad, quien alertó al entonces viceministro de Telecomunicaciones, Édwin Estrada, según confirmaron ambos exfuncionarios.
Luego, Estrada alertó al Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec).
“Dado que Armavir es una estación de radar de gran importancia para los intereses de dicha Administración, se les solicita respetuosamente tomar inmediatamente las medidas que correspondan para evitar la generación de interferencias perjudiciales”, indicó Estrada al entonces rector del Tec, Julio César Calvo, en el oficio MICITT–DVT–OF–534–2018, del 12 de julio de 2018.
Ese mismo día, Batsú-CS1 dejó de interferir con el parte de las fuerzas de defensas al servicio de Putin.
Tres días después se jugaría el partido final de la Copa del Mundo cuando los franceses se impusieron por marcador de 4-2 a los croatas. Aquel juego lo siguieron unas 1.120 millones de televidentes, según informó la Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA).
ÉDGAR JIMÉNEZ Y JUAN F. LARA / LA NACIÓN.
Gran susto
“Me sentí sorprendido. Fue la mayor anécdota de mi vida laboral; una mezcla de sorpresa y un gran susto. Releí la nota un par de veces y no lo podía creer. ¡Qué torta!, fue lo que me dije”, recordó el exviceministro Édwin Estrada.
El asunto era delicado para el Gobierno pues, recordó Estrada, durante el Mundial la seguridad rusa se reforzó ante amenazas de terrorismo.
“Yo pensé, en medio del susto, que si había un atentado luego los rusos dirían que no pudieron evitarlo por el satélite. Imagínese el problema para nosotros. Fue un momento de mucha adrenalina”, agregó Estrada, quien remitió un oficio a Katkov donde le aseguró que todo se arreglaría.
Consultado sobre el incidente, Adolfo Chaves Jiménez, coordinador del laboratorio de Sistemas Espaciales del Tec (SETEC-Lab), precisó que no apagaron el satélite, pero sí tomaron “una serie de acciones” para cesar el traslape, aunque dijo no recordar cuáles.
“Lo que puedo decir con certeza es que, como era un trabajo experimental y fue una sorpresa interesante, asumimos que el problema se arregló porque no tuvimos luego más reportes”, aseveró Chaves.
Para el exrector Julio César Calvo, el origen del problema pudo ser una equivocación de la UIT al asignar al TEC las frecuencias del satélite o un error en la programación.
En cualquier caso, el Tecnológico rara vez volvió a mencionar al “colibrí espacial”, cuya salida al espacio exterior declaró como un “momento histórico” cuando aún le dedicaba divulgación hace casi tres años.