Minutos después de que el domingo se conocieran el número y serie del premio mayor de la lotería navideña, comenzaron los rumores de que cerca de la iglesia de San Rafael de Oreamuno, se habían vendido varios pedacitos. Y así fue... 300 metros al oeste de la entrada principal de la parroquia de San Rafael Arcángel se ubica la venta de lotería y cobro de servicios La Fortuna, que hizo honor a su nombre y repartió 40 pedacitos por ¢1.600 millones, entre varios churucos, es decir, habitantes de Churuca.
Gustavo Robles Vega, de 50 años, no ocultó su alegría de saber que en su negocio estuvo la suerte y que quedó el 19 con la serie 613 quedó muy bien repartido porque muchos los vendió “a gallo tapado”.
“Tengo 12 años de ser vendedor oficial de la Junta (de Protección Social) y es la primera vez que vendo el mayor de la navideña, en una ocasión vendimos el mayor en chances y el segundo premio en lotería. No sé con exactitud desde cuándo había sacado esa parte.
“Acostumbro guardar mucho los números buenos de los bajos y los doy tapados, entonces mucha gente se lo llevó tapado. Imagínese ¿cuál vendedor hace eso de vender los números buenos a gallo tapado (los números eran el 19, 22, 10, 09, 04, 30, etc)? Eran 40 fracciones y sé de unas tres personas que son clientes que me pidieron que se los guardara y creo que la persona que más pegó fue con 2 fracciones.
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“La gente que viene a comprar sabe que aquí no se cobra ni un colón más, cualquiera se lo puede asegurar que la vendemos a precio”, declaró el vendedor.
Robles tiene dos locales muy cerca el uno del otro (a menos de 25 metros) y trabaja con un primo y una muchacha. Está seguro de que si ese número lo hubiera puesto en la ventana, casi de inmediato se lo hubieran llevado y no estaría como quedó, bien repartido. Según dice, los clientes saben que un día de sorteo, él tiene en su negocio la “crema” de los números, prefiere venderlos despedazados a que llegue una sola persona y se los lleve.
“El 21, 19 y 10 eran los números más buscados y todavía el domingo a las 6 y 30 de la tarde los estaba repartiendo. Las series las tenía de la 612 hasta las 615 y quedó repartido entre los dos locales.
‘No digan que pegaron’
“Espero que esas personas que ganaron, piensen bien qué van hacer con la plata y que no hagan loco y que no le digan a la gente que pegaron porque a como está esto de inseguridad.
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“Yo no espero que me reconozcan (dinero) los ganadores, me satisface y no es que no quisiera que me den nada, pero ya uno sabe cómo es esto y más bien la gente se enoja con el vendedor o se desaparece”, relató.
El domingo al llegar a su casa se sentó a ver el sorteo y sabía las series que llevaba y aseguró que cuando vio el mayor le dio como un escalofrío, pero a la vez una emoción muy grande.
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“Hoy (lunes) fue de locos porque la gente es muy agüizotera y le agarran fe a uno y que van a pegar. Para el I Sorteo de Consolación andan buscando mucho el 10 y que les dé suerte con un gallo tapado...
“Hasta el momento creo que aquí solo yo lo vendí porque aquí en Churuca todo se sabe rápido”, dijo.
Este lunes, otro vendedor de Cartago confirmó que entre él y el papá colocaron ¢320 millones. Cuatro pedacitos los comercializaron en el centro de esa ciudad y cuatro más en Oreamuno.
La Junta, por su parte, informó de que hasta las 3 p. m. del lunes se habían cambiado 31 pedacitos del premio mayor por ¢1.240 millones, tanto en la sede de la institución como en sucursales bancarias.