Siete de cada diez costarricenses tuvieron que reducir o eliminar el consumo de alimentos que no son de necesidad básica, como parte de las medidas para enfrentar el impacto provocado por la pandemia de covid-19.
Así lo revela una encuesta realizada por la empresa Unimer Centroamérica para medir el impacto económico y emocional de la emergencia sanitaria, al cumplirse tres meses de la detección del primer caso del nuevo coronavirus en el país.
De acuerdo con el estudio, la dieta familiar ha sido una de las más golpeadas por la crisis. Muestra de ello es que un 41% de los entrevistados disminuyó las porciones de comida que se sirven en su hogar y un 32% redujo los tiempos de comida al día.
Además, un 58% admitió haber cambiado su tipo de alimentación, un 47% optó por elaborar un menú para prever la cantidad y tipo de productos requeridos, un 39% decidió comprar comida para almacenar y un 29% compra directamente a los proveedores para tratar de conseguir precios más bajos.
Frente a estos datos, Unimer concluye que la pandemia ha modificado los hábitos de consumo de los ticos y que la reducción de gastos se convirtió en una importante vía de contención o prevencion ante la crisis.
De hecho, el 94% de los consultados declaró que para encarar la situación actual ha tenido que reducir el presupuesto no solo para alimentos, sino también para recreación, pago de servicios y compra de artículos personales.
Otra de las medidas aplicadas por los ticos es utilizar sus ahorros. Así lo reveló el 67% de los entrevistados, mientras que un 52% dijo haber recibido algún tipo de donativo y un 50% se acogió a las moratorias concedidas por los bancos.
Adicionalmente, un 27% decidió retirar su Fondo de Capitalización Laboral (FCL), un 26% optó por dejar de pagar algunas deudas, el 19% se vio obligado a pedir prestado a familiares, un 17% acudió a las tarjetas de crédito y el 9% solicitó crédito en bancos.
La empresa Unimer aplicó la encuesta en forma digital a 460 costarricenses mayores de edad, entre el 17 y el 21 de abril pasados. Tiene un margen de confianza del 95% y un margen de error de + -4,57%.
Según el sondeo, el 97% de la muestra considera que la emergencia por el covid-19 afectó mucho o demasiado a la economía del país y el 80% sostiene que sus finanzas personales se han visto demasiado afectadas.
En cuanto a las mayores preocupaciones de los ticos en este momento, el trabajo despunta como la mayor inquietud. De hecho, un 73% de los entrevistados admite estar tenso por su estabilidad laboral y la de su familia.
Del pesimismo al optimismo
Mónica es vecina de Desamparados, San José, y tiene 36 años. Ella vive en unión libre con su pareja, Luis, desde hace cinco años. Además, es madre de una niña de seis años y de un niño de dos.
Su hija está en el sistema educativo público, su pareja trabaja en una empresa constructora como maestro de obras y ella realiza trabajos de diseño gráfico por servicios profesionales.
Luis teme que una vez terminada la obra en proceso, su jornada laboral sea reducida o suspendida. Y a Mónica cada vez se le dificulta más conseguir un cliente, por lo que sus ingresos económicos son pocos.
Ella se siente irritada, le cuesta conciliar el sueño, su apetito ha aumentado y le duele la cabeza con frecuencia. Siente que “su mundo se ha derrumbado”, se queja de forma más constante y no ve cómo salir de la crisis.
Mónica forma parte del 31% de personas que, de acuerdo con el estudio de Unimer, tienen una actitud pesismista ante la crisis. De hecho, a este grupo el estudio los aglutina bajo la expresión de “Solo me falta que ...”
En este segmento, que expresa mayor preocupación, tensión y angustia, figuran principalmente personas de entre 30 y 49 años, con un nivel socioeconómico bajo y que tienden a desempeñar trabajos informales.
Otra de las personas afectadas por la crisis es Ana, de 29 años y vecina de Alajuela. Ella convive en el hogar con su mamá, dos hermanas y un sobrino de ocho años de edad.
Ana está culminando su licenciatura en Derecho y trabaja por servicios profesionales en un bufete de abogados. Sin embargo, hace poco le indicaron que no van a requerir de sus servicios de momento, ya que ha disminuido el trabajo en el bufete.
Actualmente, está muy angustiada por su situación económica, y, de momento, se acogió a la medida de su banco para suspender por tres meses el pago de la deuda de su auto y sus tarjetas de crédito.
Tiene mucha esperanza, pero sabe que su realidad laboral y la situación país están complicadas; por lo que también está muy tensa e inquieta. Duerme poco, porque piensa constantemente cómo salir adelante y generar nuevos ingresos.
Ella es parte del 16% que se encuentra en el segmento de “No puedo imaginar el mañana”. Este grupo se debate entre el optimismo y el pesimismo, ya que la crisis actual le causa mucha incertidumbre.
Dicho grupo es integrado mayoritariamente por mujeres y personas con una edad que oscila entre los 18-49 años. Tienen un nivel socioeconómico medio y mayor tendencia a dedicar menos tiempo al trabajo y más a ver televisión.
Contrario al estado de ánimo de Mónica y Ana son complicados, Unimer identificó otros dos segmentos que muestran una actitud más positiva ante los efectos de la pandemia,
De hecho, el estudio identificó a un 34% de los encuestados con la expresión “Al mal tiempo, buena cara”. En este segmento se encuentran los que se sienten optimistas pese haber sido afectados.
Aqui, predominan personas con un nivel socioeconómico medio, hay un porcentaje mayor de personas con 50 años o más y que piensan que la crisis pronto pasará o la situación tenderá a mejorar.
Por último, está el segmento de los “No me puedo quejar”, que representa a un 19% de la muestra. Estos han sido menos impactados por la crisis y, aunque les preocupa la situación, se comparan con otros y ven que podrían estar peor.
Acá hay un mayor porcentaje de personas de entre 18 y 29 años, con un nivel socioeconómico alto y con opciones para realizar teletrabajo.
Ansiedad y depresión al ataque
Los datos que recolectó la encuesta de Unimer Centroamérica no solo retratan la situación económica de los costarricenses, sino también el impacto emocional que han sufrido por la pandemia.
De hecho, el estudio señala que, al menos, 6 de cada 10 ticos han sentido un importante impacto personal en los últimos tres meses.
Al explorar un poco más en detalle en los sentimientos, resultó que el 49% de entrevistados ha experimentado ataques de ansiedad y un 38% se ha sentido deprimido durante la emergencia sanitaria.
Por otra parte, un 70% siente temor de contraer covid-19 y no tener las defensas para enfrentarlo, un 65% experimenta angustia por las cifras de muerte en otros países y un 55% se siente tenso por las restricciones de afecto impuestas por las medidas sanitarias.
Unimer señala que el impacto en las emociones de los ticos es alarmante y que el manejo de esta alteración depende de su inteligencia emocional, así como de los recursos económicos con los que cuenten para enfrentar la crisis.
Para Elvia Fonseca, directora de Estudios Cualitativos de la firma consultora, hay un serie de factores que inciden en la forma como las personas reaccionan antes situaciones difíciles como la actual.
"La inteligencia emocional nos lleva a enfrentar la pandemia de diversas formas. Pero factores como su nivel socioeconómico, educativo, lugar y tipo de trabajo, ahorros, estilo de vida previo y apoyo de su entorno inmediato, son elementos que pueden marcar la forma de vivir la crisis”, aseveró.
Además, subraya que los costarricenses han dejado de lado sus vidas anteriores, para adoptar nuevos estilos, los cuales pueden quedarse o diluirse.
Según Fonseca, valorar aspectos como la capacidad de resiliencia y la inteligencia emocional de los costarricenses ayuda a identificar sus hábitos de consumo.
“Los seres humanos somos muy integrales, entonces tenemos bastante dimensiones. No solamente podemos actuar por una razón u otra sino que, de acuerdo a como nos sentimos, nuestra dimensión emocional también va a impactar nuestra dimensión física, social, intelectual, educativa y, por lo tanto, económica.
“Entonces, por ejemplo, si emocionalmente nos sentimos bien o mal, de eso se desprende cómo nosotros vamos a actuar. Si con nuestra parte física nos sentimos de determinada manera, nos predisponemos a hacer ciertos consumos o a tener ciertos hábitos y conductas”, explicó.
En cuanto al cumplimiento de la recomendación de quedarse en casa; un 62% de los consultados dice que la ha respetado totalmente; mientras que el 35% lo ha hecho parcialmente (porque sale a trabajar o a comprar) y solo un 3% no la ha respetado del todo.
Al preguntarles con qué personas practica el confinamiento durante esta etapa, los consultados señalaron: 55% con su pareja, 47% con sus hijos, 39% con su mamá, 25% con su papá y 24% con sus hermanos.
La mayoría (83%) afirma que ha cambiado su rutina de manera drástica durante estos días. De hecho, el 89% dice que está buscando realizar actividades que lo hagan sentirse mejor, como ejercitarse, leer, investigar, jugar, ver películas, etc.
En cuanto al seguimiento que le han dado a la evolución de la pandemia, un 90% de la muestra sigue atenta e informándose sobre el tema del covid-19 y solo un 10% evita leer sobre la emergencia.
Además, hay sentimientos encontrados sobre el futuro: 36% siente que la situación va a extenderse y tenderá a empeorar; 32% considera que la situación puede cambiar pronto y que todo puede mejorar; mientras que un 32% no tiene idea si va a mejorar o si va a empeorar la situación.
La directora de Estudios Cualitativos de Unimer afirmó que la conclusión más importante que marca el estudio es que la pandemia trajo una nueva normalidad a todos los costarricences y que eso desencadena nuevos hábitos de consumo.
"No nos podemos quedar con el pensamiento de que va a haber una pausa y que vamos a volver a actuar como antes, en nuestra forma de sentirnos y comportarnos.
"En Unimer creemos en una nueva normalidad. Para algunas personas esto puede ser muy positivo y para otras muy negativo, dependiendo de su inteligencia emocional y factores claves como su nivel socioeconómico, el tipo de trabajo, si tienen ahorros o no, el estilo de vida que tienen y qué tanto pueden mantenerlo.
“Creemos que hay una nueva forma de comportarnos y esto nos lleva a tener nuevas tendencias, tanto en la forma de ser de nosotros como humanos como en las cosas que vamos a valorar mucho más o no”, concluyó.
Percepción de ticos
460 costarricenses participaron en una encuesta digital realizada entre el 17 y 21 de abril
FUENTE: ESTUDIO UNIMER CENTROAMÉRICA || J.C. INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.