Costa Rica posee una buena cantidad de agua porque cada año llueven unos 3.000 litros por metro cuadrado (m²), afirmó con contundencia Germaín Esquivel Hernández, catedrático e investigador de la Universidad Nacional (UNA).
De acuerdo con sus estudios, incluso la parte noroeste de Guanacaste recibe hasta 1.000 litros por m² anuales de lluvia, aun durante fases de El Niño, cuando hay menos precipitaciones.
El problema, añadió Esquivel, es que el país padece un fenómeno llamado “escasez de agua económica”: el líquido escasea por condiciones vinculadas a aspectos referenciales como, por ejemplo, los indicadores de gestión del agua, que él calificó de inflexibles.
“Es cuando tomadores de decisión o entidades dicen que hay equis cantidad de litros de agua por persona o que 94% de la población recibe agua. El manejo debería medirse distinto, en función de cuántas personas son atendidas y qué pasa si varía la disponibilidad de líquido”, indicó en entrevista con este diario.
Para él, la forma de abordar la administración del agua evidencia una historia de impedimentos legales, sociales, políticos, económicos y de infraestructura que explican el manejo ineficiente del servicio (a pesar de la abundancia del agua), razón por la cual este mes la propia Aresep advirtió un riesgo a corto y mediano plazo para el suministro.
La Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) atribuyó este peligro a problemas de gestión en obras del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), el cual se ha endeudado para levantar infraestructura en acueductos, pero sin materializarlos en tiempo y forma.
Si esta situación continúa, el servicio de acueducto sufrirá un colapso operativo, pues no dispondrá de los recursos necesarios para reponer o sustituir los activos, como las tuberías de asbesto, hierro galvanizado o fundido en uso desde el año 1950 y en donde se registra una alta incidencia de rupturas o fugas, indicó la Autoridad.
Para Esquivel Hernández, la Aresep acierta en su diagnóstico.
Con un doctorado en Gestión de Recursos Naturales del Programa Mesoamericano de Doctorado en Ciencias Naturales para el Desarrollo, este científico coordina el Laboratorio de Manejo del Recurso Hídrico y el Grupo de Investigación en Isótopos Estables de la Escuela de Química de la UNA.
Según sus investigaciones a lo largo de más de una década, el panorama descrito por la Aresep, que alcanza a otros proveedores, seguirá empeorando por ausencia de datos actualizados.
Una vez más, afirmó, el problema del abordaje al administrar agua se evidencia en que la ausencia de información fresca ha impedido planificar el suministro del líquido ante eventos climáticos extremos, como sequías o inundaciones.
Asimismo, manifestó la preocupación por la contaminación crónica de mantos acuíferos subterráneos con lixiviados que emanan de aguas residuales de los tanques sépticos. Si bien existen sistemas de alcantarillado sanitario en zonas urbanas, recordó que gran parte del país aún depende de tanques sépticos carentes de regulación adecuada.
“Vos hacés el tanque pero una autoridad formal nunca vendrá a tu casa a verificar si funcionan bien, si requiere mantenimiento o sustitución. Nadie hace esto, solo se vacía cada cierto tiempo y listo”, explicó.
Aunque Costa Rica no debería tener escasez de agua, indicó que se han registrado más de 700 conflictos en la última década, y en donde la infraestructura empuja la multiplicación de esos problemas.
Infraestructura en colapso
Casi 40% de los reportes que ha detectado fueron por fugas debido a falta de mantenimiento en tuberías. Además, el país pierde hasta 60% del agua trasegada por AyA debido a otras deficiencias, como plantas de tratamiento inoperativas y sistemas de aguas residuales ineficientes.
La mayoría de abonados vive en el Valle Central y cuando hay exceso de lluvia por el fenómeno La Niña, la infraestructura colapsa. Esos daños quedan sin reparación oportuna para cuando la fase contraria de El Niño (menos precipitaciones). Aunque ese es el periodo cuando el agua debería manejarse mejor, se pierde por infraestructura deficiente o en mal estado, explicó.
La población nacional alcanzó los 5.044.197 habitantes, según los primeros datos del Censo 2022, publicados este mes por el Instituto Nacional de Estadística y Censos. Del total, 72,5% (3.660.000 personas) viven en las provincias de San José, Alajuela, Heredia y Cartago.
El Valle Central comprende los núcleos urbanos más grandes de esas provincias.
“A mi parecer, el mayor problema es que no hemos tomado las decisiones históricas para mejorar la infraestructura según la población atendida. Esa es la principal debilidad política aun y cuando sabemos que la mayoría vive en un área relativamente pequeña como es el Valle Central”, indicó.
El investigador advirtió de que esto debe vigilarse con cuidado porque hay una previsión de mayor frecuencia de eventos climáticos de La Niña debido al cambio climático. Más lluvias.
“De no abordarse estos problemas, y pronto, sí existe el riesgo de un colapso generalizado de la infraestructura hídrica tanto para el suministro de agua potable, como dice Aresep, como en tratamiento de aguas residuales”, concluyó.