En los últimos cinco meses, producto de un embargo bancario solicitado por el sindicato de la institución, Japdeva vio cómo se agravó la crisis financiera que arrastra desde hace años.
La acción del Sindicato deTrabajadores de Japdeva (Sintrajap) se sumó a la suspensión de la temporada de cruceros producto de la pandemia y a la reducción de ingresos por la entrada en operación de la nueva Terminal de Contenedores de Moín.
¿Cómo piensa la entidad salir de los apuros? Andrea Centeno, presidenta ejecutiva de Japdeva, abordó ese y otros temas en una entrevista con este diario:
― ¿Hay personas pendientes de salir de la entidad de acuerdo con el plan de movilidad y prejubilación que ustedes diseñaron?
― Sí, le voy a dar datos para que sepa cómo arrancamos y cómo estamos en este momento: arrancamos (el proceso de reorganización) con 1.189 trabajadores, de ellos, en este momento, quedan en planilla de la institución 576, es decir han salido 613 personas.
"De esas 613 personas, unos 300 se acogieron a la prejubilación, de los cuales hay 35 que aún están en la entidad porque con el embargo detuvimos el proceso de transformación. En los últimos cinco meses no ha salido gente.
“El resto de trabajadores que salieron, lo hicieron por las opciones de bonos de movilidad laboral o fueron trasladados a otras instituciones públicas”.
― ¿Cuánto es el costo de la planilla de Japdeva hoy, tomando en cuenta salarios más cargas sociales? ¿Cuánto era ese rubro antes de empezar el proceso de transformación?
― Pagamos alrededor de ¢1.720 millones menos por mes. Voy a decir un promedio porque el pago depende de, por ejemplo, de las horas extra, de los días feriados y otros, pero cuando comenzamos (el proceso de transformación, en mayo de 2019) el promedio mensual era de ¢2.650 millones, ahora andamos en una planilla, incluidas las cargas sociales, que ronda los ¢810 millones, aproximadamente..
― Tienen 576 trabajadores en la actualidad ¿Cuál es la meta?
― El plan de reestructuración habla de entre 269 y 300 personas, ojo que puede haber adaptaciones en el camino, eso es muy importante, está presentado el estudio con los datos, pero si hay que hacer adaptaciones eso se puede hacer, pero la meta no ha variado.
“Ahora, si las condiciones de Japdeva no mejoran porque la erosión del embargo es muy grande, tenemos que irnos a planes de contingencia, eso significaría mantener planillas, eventualmente más pequeñas para garantizar, por lo menos, dar el servicio público (de muelles)”.
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― ¿Cuándo esperan lograr la reducción de la planilla a máximo 300 personas?
― Lo que nos tienen embargado son los dineros de extremos laborales (...) Si no existiera el embargo, la meta la teníamos para enero del 2021.
―¿Cuál es la razón del embargo? ¿Cuál es el origen de ese conflicto con el sindicato?
― En la convención colectiva del 2003 hay una cláusula que habla de un fondo de ahorro y capital de los trabajadores de Japdeva, debe haber para ese fondo un aporte del patrón y un aporte del trabajador, cuando se negoció esa convención colectiva se le solicitó a Jadepva, como patrón, aumentar el aporte de un 5% del total del pago de planillas a un 8%, esa diferencia del 3% tenía que cargarse a las tarifas que pagan los usuarios de los muelles, pero la Aresep no aprobó el aumento de tarifas y Japdeva siguió pagando el 5% y no el 8%, como había negociado.
"La Junta Directiva de aquel momento informó que, a partir de la resolución de Aresep, se pagaría solo el 5%.
“En el 2013, el sindicato de Japdeva hizo un estudio, pusieron una demanda e indicaron que ese 3% era un derecho de los trabajadores porque fue negociado en la convención colectiva, ahí empezó una disputa legal que deriva en el embargo”.
― Además de detener el proceso de reducción de planilla ¿El embargo ha impedido pagar liquidaciones a trabajadores que ya salieron de Japdeva?
― Sí claro, en el momento que cae el embargo habíamos finiquitado, semanas atrás, a algunos trabajadores y les correspondía el pago, pero las liquidaciones quedaron congeladas; es un monto cercano a los ¢650 millones correspondientes a 41 personas. No se les ha pagado de otro lado porque no tenemos forma de pagarles.
― La situación de esas 41 personas debe ser muy complicada ¿Ellos qué le dicen a usted?
― Que están a la espera del pago de sus derechos laborales, que comprenden la situación que enfrenta Japdeva, pero que ellos necesitan el dinero para cubrir sus necesidades; no solo me escriben, me llaman, me he reunido con ellos.
“Ellos saben que la institución ha hecho todos los esfuerzos legales en el Juzgado, nos reunimos con el sindicato, pedimos que nos liberaran por lo menos ese monto de ¢650 millones para pagarles a los empleados, pero nos han rechazado las solicitudes”.
― ¿Esas 41 personas han emprendido acciones legales individuales para conseguir el pago de sus liquidaciones?
― Sí, algunos de ellos.
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―¿Qué medidas han tomado para paliar los efectos del embargo?
― En general, hemos recortado todos los gastos, hemos tratado de priorizar el pago de salarios, los insumos, pedimos un adelanto de pago de servicios por parte de Recope por ¢600 millones, negociamos con proveedores arreglos de pago.
“El embargo no solo nos impide reducir la planilla, no permitió lanzar los primeros concursos para tercerizar servicios, no hemos podido demostrar que tenemos el dinero para respaldar esas contrataciones, no hemos podido honrar arreglos de pago que teníamos con proveedores y hay otros proveedores que ya no nos quieren vender”.
― Es frecuente que, al publicar algo sobre Japdeva, aparezcan comentarios preguntando: ‘¿Por qué no cierran Japdeva?’, me gustaría trasladarle esa consulta de muchos lectores a usted...
― Japdeva sigue brindando un servicio público esencial para el país (...) Hay gente que piensa que cerrando Japdeva, el resto de buques va a la Terminal de Contenedores de Moín (dada en concesión a APM Terminals), hay un contrato internacional que establece que ellos son una terminal especializada en carga contenerizada.
“Japdeva atiende alrededor de 800 buques al año que tienen que ver con fruta fresca, carga a granel, acero, materiales de construcción, jugos, carros y somos los únicos con muelles especializados en el abastecimiento de combustibles. Ahora tenemos suspendida la temporada de cruceros, pero Japdeva también atiende cruceros”.
― ¿La carga de trabajo que tienen en la actualidad está relacionada con la cantidad de mano de obra disponible?
― No, obviamente no, por eso se tenía que hacer el proceso de transformación. El puesto y las terminales se pueden operar con menos personal (...) Antes estaban los muelles repletos todos los días y ahora atendemos un buque un día, tres buques otro día y puede haber un día en el que no atendemos ningún buque, con toda sinceridad. Es más, me asomo por la ventana de mi oficina, le puedo decir que hoy solo tenemos un barco, tenemos tres puestos de atraque vacíos.
― Semanas atrás usted dijo que estaban tocando puertas de algunas entidades públicas para solicitar préstamos ¿En qué estado está eso?
― Estamos tocando puertas para ver si podemos captar un superávit del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi), la ley nos permite captar superávit de instituciones públicas no financieras que nos ayuden en el proceso de reestructuración, uno de los superávit es el del Cosevi, estamos hablando con ellos para ver si con ciertos acuerdos podemos pactar un monto que nos ayude en estos momentos.
― ¿Cuánto sería y bajo qué condiciones?
― Estamos hablando todavía, pero sería de ¢6.500 millones
― ¿Cuándo esperan concretar eso?
― Le voy a responder de manera fácil: si no concretamos antes del 15 de octubre no tenemos con qué pagar salarios.
― ¿La situación es tan grave que ustedes estén valorando usar los dineros del canon que paga APM Terminals por la concesión del megapuerto para solucionar problemas?
― No.