El reciente avistamiento de objetos luminosos en el cielo impresionó a muchos costarricenses la madrugada del lunes 12 de febrero. Algunos especularon que se trataría de meteoritos o algún fenómeno natural, pero resultaron ser basura espacial. Ante el interés por este fenómeno, indagamos qué es este tipo de escombros y cuáles problemas pueden generar.
De acuerdo a un informe de la revista National Geographic, la presencia de desechos espaciales suscita preocupación en lo relativo a la contaminación extraterrestre.
Según la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) se calcula que la cantidad de residuos orbitando alrededor del globo terrestre supera los 130 millones de objetos, con tamaños comprendidos entre 1 milímetro y 10 centímetros.
Se define basura espacial como cualquier artefacto fabricado por el ser humano que fue lanzado al espacio y que dejó de ser funcional o útil, de acuerdo con el informe. Esto abarca satélites en desuso, fragmentos de naves que se desprenden al vuelo, restos de accidentes y muchos otros objetos descartados o separados de naves y demás máquinas.
En el 2021, Costa Rica inauguró en la localidad de Carillo, Guanacaste, un radar destinado a la detección de escombros espaciales que circulan en la órbita baja terrestre.
La iniciativa se lanzó en el 2019 impulsada por la estrecha colaboración laboral y amistosa entre Edward Lu, cofundador de la empresa LeoLabs, y el director ejecutivo y cofundador de Ad-Astra Rocket, el costarricense Franklin Chang Díaz.
“Ese servicio de alertas es cada vez más estratégico y es clave para la proyección internacional de Costa Rica por su vocación ambientalista, que ahora también se traslada al espacio exterior. Hoy nuestra patria proyecta su interés por el ambiente incluso en espacios cercanos a la Tierra”, manifestó Chang Díaz en ese momento.
¿Cuáles son las posibles implicaciones de la basura espacial?
Erika Rossetto, especialista en dinámica orbital y directora de la Space Data Association, entidad que reúne a operadores de satélites con el fin de incrementar la seguridad de los vuelos y promover las mejores prácticas en el sector, señala que es poco común que los objetos orbitales reingresen a la atmósfera, y cuando lo hacen, tienden a fragmentarse en trozos diminutos, lo que reduce la posibilidad de causar daño a las personas.
Asimismo, la Oficina del Programa de Desechos Orbitales (ODPO, por sus siglas en inglés) de la NASA indica que, en promedio, un fragmento de basura espacial cayó en la Tierra cada día durante los últimos 50 años. No obstante, la mayoría no sobrevive al intenso calor generado durante el reingreso a la atmósfera, y aquellos que lo hacen tienden a caer en océanos, otros cuerpos de agua o áreas poco pobladas.
Rossetto destaca que la basura espacial es un problema en constante aumento, dado el crecimiento continuo del número de satélites, y detener los lanzamientos de nuevos artefactos no se presenta como una opción viable debido al avance tecnológico y las necesidades de los usuarios, empresas y gobiernos.
Un estudio realizado por la ODPO demostró que incluso en un improbable escenario donde no se realizaran más lanzamientos en el futuro, las colisiones entre los satélites existentes incrementarían la población de desechos más rápido de lo que la resistencia atmosférica (la fuerza resultante de la interacción entre los objetos en órbita y la atmósfera terrestre) podría eliminarlos.
Rossetto afirma que la solución a este tipo de desechos depende de tres acciones: la inversión en tecnología, la limpieza del espacio y la colaboración entre empresas y agencias espaciales.
De este modo, quienes avistaron los objetos en Costa Rica pueden alegrarse de que presenciaron un fenómeno infrecuente... pero ahora comprenderán sus riesgos.
Por otro lado, recientemente la ESA previó que para el 19 de febrero presuntamente ingrese de forma natural a la atmósfera el satélite ERS-2, una nave espacial lanzada el 21 de abril de 1995.
El ERS-2 es un satélite que observa el planeta Tierra y que hasta el momento de su lanzamiento fue considerado como el más sofisticado jamás desarrollado en Europa.
Según las estadísticas, una vez al mes una nave espacial reingresa a la atmósfera terrestre. Sin embargo, ya se produjeron otras reentradas naturales de satélites de observación de la Tierra de la ESA: GOCE en 2013 y Aeolus en 2023. Para este 2024, también se prevé la entrada de dos astros artificiales más: OPS-SAT y Cluster II (FM2).
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