Pagar el marchamo puede ser un tormento para muchos, pero para Carlos Chacón Alvarado es una tradición que cumple con esmero cada año. Este vecino de Sabanilla de Montes de Oca, San José, se ha ganado fama por sus dotes como mecánico, pero también por ser el mejor buena paga del país.
Desde hace 14 años, Chacón es la primera persona en Costa Rica en cancelar el marchamo y cada vez que se lo topan en la calle le dicen que lo vieron en el periódico o la televisión por levantarse temprano a pagar el derecho de circulación en las oficinas centrales del Instituto Nacional de Seguros (INS).
“Yo voy de primero para no ponerme en esas filas de toda la gente alegando y alegando que está muy caro o que la fila está muy lerda”, contó el ciudadano de 74 años a La Nación, quien comúnmente porta una camisa de botones, pantalón de mezclilla, zapatos cerrados y su querida gorra.
Chacón nació un 19 de setiembre de 1948 en el corazón de barrio Cuba, en una comunidad “de gente sencilla”, según recuerda. Cuando estaba pequeño, se trasladó junto con sus padres y sus tres hermanas a Sabanilla, de donde no se ha ido hasta el día de hoy, ya que lo reconoce como su verdadero hogar.
Allí también formó su propia familia, luego de que en 1979 se casara con Lilliam y un año después tuvieran a su hijo Carlos. ¿Cómo conoció a su pareja? “Es una historia jamás contada”, respondió el josefino, en medio de risas y con el corazón contento por llevar más de cuatro décadas con su amada.
Don Carlos, como le dicen para diferenciarlo de su primogénito, no tiene una comida favorita, sino que le gusta comer “lo que aparezca, lo que Dios repare”. Tampoco tiene una bebida preferida, porque antes era el licor, pero desde hace 14 años logró dejarlo con mucho esfuerzo y convicción.
Se pensionó en 2010 y ahora su tiempo lo aprovecha para realizar labores agrícolas en la finca de su difunta madre, ubicada en Cedros de Montes de Oca. Sus mañanas las empieza con un café negro bien fuerte y cuando termina la chapeada llega a su casa para comerse un gallito y luego dormir con su señora.
Toda su vida ha sido amante de los motores, tanto así que durante 29 años se desempeñó como mecánico automotriz en el Cuerpo de Bomberos, en donde tiene a su “segunda familia”. De hecho, ni siquiera tuvo que pedir el trabajo, porque fueron los propios apagafuegos los que fueron a buscarlo por su gran habilidad.
Cuenta que cuando culminó su etapa de primaria en la escuela José Figueres Ferrer, no siguió estudiando y se metió a trabajar en un taller mecánico, en donde aprendió todas sus habilidades. Fue tanto el conocimiento que adquirió que a los 17 años ya era conocido en todo el cantón por su excelente trabajo.
“Me fueron a traer. Yo no fui a pedir trabajo, me fueron a buscar, porque la fama es la fama”, recuerda don Carlos, cuando a inicios de los años 90 el Cuerpo de Bomberos lo contrató para que les cambiara los motores de gasolina por los de diésel a sus camiones, los cuales lo llevaron a conocer todo el país.
Es tanto el amor que tiene Chacón por los Bomberos que por eso solo paga el marchamo en la sede del INS. Desde 2002, se promulgó una ley para que este cuerpo de emergencias tenga en el Instituto un marco jurídico que lo respalde como organización y le provenga un sistema de financiamiento.
Por eso, don Carlos solo deja su dinero del marchamo en el INS. “Yo no veo la gracia de pagar el marchamo en otro lado; la plata queda en casa, no queda en un supermercado o en cualquier parte donde se puede pagar el marchamo, entonces mi plata va directo a la bolsa del Instituto, es una tradición”, declaró.
Desde ya el vecino de Sabanilla está emocionado por pagar de primero el derecho de circulación del próximo año, ya que le prometieron que le harán una fiesta por sus 15 años como el mejor buena paga. “Me dijeron que me van a esperar como una quinceañera”, afirmó entre risas.
Este año pagó ¢75.000 (¢4.000 más que el año pasado) por su Toyota Land Cruiser del 74′ rojo, al que le dice de cariño “El Distinguido”, porque se lo piropean en cualquier carretera. El vehículo lo compró con el dinero que recibió al pensionarse y, luego de algunos arreglos, no ha tenido que meterle más dinero desde entonces.
Recuerda cuando lo vio por primera vez en su juventud y se prometió que algún día lo tendría. Ahora es una realidad y el medio de transporte que le permite hacer mandados por Zapote o Curridabat y paseos a la playa o la montaña. Ya le puso la calcomanía del marchamo de este año y está listo para la revisión técnica.
Don Carlos nunca pensó en hacerse famoso, pero para él eso no importa, él solo quiere disfrutar su vida.