A las 5:05 p. m. de ayer, el relleno sanitario de Río Azul dejó finalmente de recibir basura, luego de 34 años de controversia y de intentos fallidos de cierre.
El vertedero, ubicado en el cantón de La Unión, cerró sus puertas por orden del Ministerio de Salud sin que se presentara ningún incidente ni amago de violencia.
Ninguna autoridad de Gobierno estuvo presente. Solo asistieron 86 buzos (recuperadores de basura que se puede reciclar), quienes ahora exigen una fuente de empleo.
Alexis Cervantes, director ejecutivo de la Federación Regional Municipal del Este (Fedemur), fue quien colocó el candado en el portón de acceso al lugar.
No obstante, Cervantes afirmó que el relleno puede operar 18 meses más y advirtió que pueden ocurrir deslizamientos si no se realiza un cierre técnico adecuado.
Dicha tarea será asumida por una empresa privada que contratará el Ministerio de Salud.
Por otra parte, los municipios que usaban Río Azul dejan deudas por ¢900 millones, según Fedemur.
Con el cierre de Río Azul, quedaron atrás los días en que los vecinos cerraban el relleno y el Gobierno tenía que reabrirlo a la fuerza.
También quedan en el archivo todas las ocasiones en que no se pudo clausurar por falta de otro sitio para enviar la basura del área metropolitana.
Desde hoy, las ocho municipalidades que depositaban en Río Azul llevarán sus desechos a otros lugares. Por ejemplo, Tibás depositará en el relleno Los Mangos en Alajuela y La Unión en Cartago.
Curridabat, Montes de Oca, Desamparados, Moravia, Coronado y Alajuelita llevarán la basura a La Carpio, San José.