En próximas semanas, saldrán de circulación los billetes de ¢2.000, ¢5.000, ¢20.000 y ¢50.000 impresos en papel algodón, lo cual podría motivar a muchas personas a coleccionarlos. Sin embargo, su deterioro se acelera si solo se guardan en gavetas o en álbumes de fotos.
Colecciones familiares de billetes del pasado podrían ya sufrir este destino por prácticas nocivas y que desconocen sus propietarios.
Manuel Chacón Hidalgo, curador de numismática de los Museos del Banco Central de Costa Rica, comentó que desde la década de los 90 crece el interés por el acopio de billetes y monedas conforme desaparecen de la vida económica, debido al auge del pago electrónico. Cada vez circula menos papel moneda como símbolo de un valor fiduciario.
Para el curador, pronto el dinero físico será cuestión de los museos y, en el caso de Costa Rica, los pagos con Sinpe Móvil aceleran ese proceso e incentivan el coleccionismo.
“Usted con un celular paga ahora hasta los aguacates en la esquina, esto despierta el interés de guardar estos instrumentos que representan dinero y memoria de otra época, la cual narran los propios billetes”, dijo.
El problema es que los billetes en sustrato de algodón envejecen más velozmente de lo que sus dueños creen, por lo que requieren de cuidados para alargar su vida pero también incrementar su valor.
Por ejemplo, un billete de dos colones de 1932, de los conocidos en la jerga como “Mona Lisa”, puede llegar a cotizarse en ¢1,6 millones en el comercio local de numismática pero, ese mismo billete, no vale igual si está deteriorado.
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Tres factores marcan la diferencia al guardar billetes en sustrato de algodón.
- El primero es su exposición a luz porque esta afecta las tintas impresas. Tenerlos enmarcados en vidrio expuestos siempre a luz (en particular del Sol) los daña.
- El otro elemento es la humedad pues, al ser de algodón, son más delicados y proclives al desgaste por ser el algodón un soporte de origen natural. La recomendación es utilizar hojas para billetes para guardarlos y que están disponibles en tiendas de numismática. Si no, un libro funciona.
- Finalmente, está el tema de la manipulación. Como siempre se usaron en las manos, algunas personas toman sus billetes de hace más de 70 años sin reparar en que el mínimo toqueteo dejará sobre su delicada superficie rastros de sudor y grasas naturales que los pueden manchar.
Los errores, sin embargo, no cesan ahí.
Leonardo Montalbán Roldán, presidente de la Asociación Numismática de Costa Rica, relató que, por desgracia, ha visto abundantes episodios de mala conservación cuando se guardan en gavetas donde se llenan de moho y los carcomen los insectos.
“Nunca recomendamos los álbumes fotográficos porque esos plásticos los afectan por las sustancias adhesivas que contienen”, advirtió.
Otro problema es su disposición, pues algunos propietarios de colecciones insisten en tratarlos como billetes en circulación lo cual lleva a estas personas a almacenarlos doblados o en rollos.
“Cuando usted tiene un cuadro y decide guardarlo, usted no saca ese lienzo del marco para luego doblarlo en cuatro, ¿verdad? Es lo mismo con los billetes: siempre deben tenerse extendidos. Si no desea comprar bolsas para billetes, aunque cuestan solo ¢300, utilice un libro”, aconsejó.
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Otro error común es cuando se decide planchar los billetes para quitarles arrugas.
Esto, recalcó Montalbán, borra el relieve original del papel moneda y hace que pierdan valor. Del mismo modo, tratar de quitarles manchas suele derivar en blanqueamientos de una parte o todo el ejemplar. Otra forma de devaluarlos por desconocimiento.
Pero, ¿y qué otorga valor a un billete del pasado? ¿Sus años? ¿la cantidad de moneda a la cual equivalía? No. El valor de un billete de otros tiempos descansa en su rareza y estado de conservación.
¿Por qué coleccionar papel moneda?
La rareza en numismática es qué tan difícil sea conseguir un billete. Cuanto más difícil sea conseguirlos, son más raros y por ello más valiosos.
Parte del encanto por coleccionarlos, consideró Chacón, es porque tienen una gran capacidad para alojar imágenes que sirven de referencia de la historia, la economía y la cultura en periodos anteriores.
“A veces el disfrute de este tipo de colecciones es únicamente estético. La ventaja de la numismática es que uno puede coleccionar sin importar el presupuesto, el asunto es tener la sensibilidad y claridad de qué se quiere coleccionar”, expresó.
De acuerdo con Montalbán, para muchas personas resulta una inversión porque estos billetes llegan a ganar valor con el tiempo hasta cotizarse en pequeñas fortunas. Hay billetes de baja denominación, dijo, que hoy llegan a venderse en miles de dólares.