Costa Rica inauguró este jueves, en el Día Internacional de la Tierra, un radar para detectar cientos de miles de escombros espaciales que se mueven en la órbita baja del planeta.
La instalación permitirá alertar de la presencia de esa basura y así evitar colisiones con satélites que brindan servicios tan variados como acceso a Internet, gestión de tráfico aéreo y marítimo, televisión, sistemas de defensa, fotografía satelital, cartografía e investigación científica.
Dicho proyecto representa un reconocimiento a la trayectoria ambientalista del país, característica que llevó a la empresa LeoLabs a decidirse por abrir aquí su única operación en Latinoamérica.
El radar fue instalado en Filadelfia de Carrillo, Guanacaste. Su construcción se inició hace nueve meses. Toda la tecnología, materiales y personal involucrado fue 100% costarricense; confirmaron los empresarios detrás de la inversión.
“Queríamos una ubicación en el mundo con una misión ambiental seria y ética. La segunda razón es que buscábamos un sitio donde pudiéramos tener socios y la localización adecuada”, declaró Daniel Ceperley, cofundador y director ejecutivo de la empresa.
Según Cynthia Barzuna, directora de la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena), al analizar el estudio de impacto ambiental del radar, un aspecto que atrajo la atención de los encargados y los llenó de orgullo es que Leolabs declaró haber elegido Costa Rica por su alto compromiso con el ambiente.
La idea comenzó a formarse a inicios del 2019, impulsada la fuerte relación de trabajo y amistad de dos exastronautas: el doctor Edward Lu, también cofundador de LeoLabs, y el director ejecutivo y cofundador de Ad Astra, el exastronauta tico Franklin Chang Díaz.
“Ese servicio de alertas es cada vez más estratégico y es clave para la proyección internacional de Costa Rica por su vocación ambientalista, que ahora también se traslada al espacio exterior. Hoy nuestra patria proyecta su interés por el ambiente incluso en espacios cercanos a la Tierra”, manifestó Chang Díaz.
Para el tico, este emprendimiento prueba que “Costa Rica tiene una posición global en estos temas y está a bordo del tren, pero adelante, en la propia locomotora”.
Junto con los tres exastronautas, en el acto de inauguración participaron el presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, algunos ministros y la primera dama, Claudia Dobles.
La ceremonia se realizó poco antes de las 11 a. m.
“La inversión de LeoLabs, es un ejemplo de la escala de oportunidades que tenemos como país en la atracción de empresas de tecnología de punta que impulsan un mayor ambiente de innovación”, expresó el mandatario.
También el alcalde de Carrillo, Carlos Cantillo, celebró la llegada de esta empresa y su radar al cantón. Según dice, esto los posiciona ya no solo como destino turístico sino también como sede de actvidades espaciales.
“Es una mezcla de orgullo y responsabilidad formar parte de algo que es tan importante para la humanidad desde nuestro cantón. Es un honor para todos los guanacastecos y los costarricenses”, expresó el jerarca municipal.
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Servicio innovador
LeoLabs utiliza radares patentados para rastrear objetos moviéndose a altísima velocidad en la órbita baja; una franja localizada a una altura de entre 100 y 2.000 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, por donde transitan unos 2.300 satélites activos.
La compañía ofrece un servicio de alerta para prevención de colisiones a clientes, cuyos satélites se exponen a una colisión con otros que están sin uso o partes de estos, o bien, con fragmentos de cohetes o naves espaciales antiguas, capaces de impactar naves espaciales modernas, satélites e incluso astronautas a velocidades de hasta 28.000 kilómetros por hora.
Tan precisa es la tecnología del radar instalado en Costa Rica que podrá rastrear en forma automática hasta 250.000 piezas de escombros; algunas tan pequeñas como una bolita de ping-pong.
Esta infraestructura proporcionará cobertura de la zona ecuatorial para órbitas de baja inclinación. Le dará a la compañía la capacidad de cubrir por completo la órbita baja de la Tierra (LEO por sus siglas en inglés).
Todo este esfuerzo, apuntó Ceperley, persigue mejorar la gestión del tráfico espacial, para lo cual se requieren radares en el mundo que mantengan seguro el espacio exterior conforme más satélites sean desplegados y aumente el turismo espacial en el futuro.
“Nadie hace este rastreo. La industria espacial necesita buenos datos y rápidos sobre dónde están los escombros para seguir usando el espacio de manera cada vez más segura. Estamos felices de estar aquí en Costa Rica y recibir tanto apoyo de Franklin Chang Díaz y el Gobierno”, agregó Ceperley.
El aparato trabajará en conjunto con otros tres radares de LeoLabs en los estados de Alaska y Texas, en Estados Unidos, y uno más en Nueva Zelanda.
Cómo funciona
El aparato inaugurado la mañana de este jueves en Guanacaste guarda cierta similitud con el funcionamiento de los sonares biológicos en murciélagos y delfines.
Tales animales emiten sonidos en su entorno y luego escuchan el eco que estos producen cuando rebotan en distintas superficies. De esta manera, identifican objetos próximos.
El radar se apoya en chirridos casi imperceptibles que emiten los escombros conforme avanzan a altas velocidades.
Con estos breves sonidos, mucha ciencia de datos y abundantes algoritmos, LeoLabs genera una cartografía de vectores que ilustra el estado orbital de cada fragmento.
Todo el monitoreo incluye actualización en tiempo real de posiciones, velocidades y predicciones de trayectoria de decenas de miles de estos fragmentos, capaces de darle unas 16 vueltas al planeta cada 24 horas.
Estos análisis le permiten a la empresa brindar una suerte de efemérides (hechos que ocurren en la misma fecha) a veces de hasta siete días en el futuro, las cuales incluyen modelos matemáticos de fuerza, tanto para la gravedad de la Tierra como de resistencia atmosférica.
LeoLabs sigue el mismo procedimiento para conocer la posición de los satélites de sus clientes en periodos específicos, de esa forma enfrentar su trayectoria con los datos de decenas de miles de escombros ya monitoreados. Con esto, se detecta si un satélite se expone al impacto de algún objeto.
Junto con la prevención de colisiones, sus servicios incluyen administración de riesgos, monitoreo de constelaciones y servicios analíticos comerciales para agencias espaciales, también operadores de satélites comerciales y organizaciones de defensa, científicas y académicas.