San Carlos
Los primeros coligalleros comenzaron a llegar hace siete meses, pero la situación realmente se complicó hace algunas semanas cuando comenzó la tala y la contaminación de las quebradas con mercurio, por la desesperación de sacar oro de la mina Crucitas, en Cutris de San Carlos.
"Se ha convertido en un perfecto desastre ambiental", dice con énfasis Greivin Rodríguez Miranda, administrador de la finca Vivoyet, donde se ubican los yacimientos.
El hombre, de 49 años, ve el ir y venir de los oreros desde su casa, pero anda con cuidado porque recibió amenazas de muerte. Por esa razón, un custodio lo acompaña todo el tiempo y fue incluido en un programa de protección de víctimas y testigos de la Fiscalía.
LEA: Fiebre del oro atrae a una multitud a Crucitas
Según cuenta, los daños en la vegetación son muy evidentes, hay árboles talados, incluso los conocidos almendros de la zona. Además, añade, "nadie puede asegurar que los vecinos no estén consumiendo agua con mercurio", al tiempo que enseña una muestra de esa sustancia tomada de quebrada La Olla.
Cuando comenzó la crisis, afirma el administrador, hizo recomendaciones y solicitudes a autoridades Gobierno sin encontrar respuesta.
"Las consecuencias las estamos viviendo", sentenció.
La mina sería explotada por la empresa de capital canadiense Industrias Infinito, que logró una concesión para sacar 800.000 onzas de oro. Sin embargo, el Tribunal Contencioso Administrativo determinó que hubo irregularidades en la administración y anuló la concesión mediante sentencia dictada en noviembre de 2010. El fallo fue ratificado por la Sala Primera de la Corte Suprema al año siguiente.
Greivin Rodríguez se atreve a estimar que en la zona podría haber el triple de oro y plata de lo que Infinito pretendía sacar. Luego de que la empresa abandonó el país, la propiedad fue adquirida por un grupo de empresarios costarricenses, de la que el administrador no dio más detalles.
Él teme que esta situación pueda dar origen incluso a un nuevo conflicto con Nicaragua pues la mayoría de estas quebradas van a desembocar al río San Juan.
Édgar Gutiérrez, ministro de Ambiente, declaró el lunes que ellos se comprometieron con el fiscal general a realizar un estudio del impacto que está provocando la fiebre del oro. Admitió, que una de las mayores preocupaciones es el contrabando de mercurio en la región.
Gutiérrez, sin embargo, no precisó cuándo realizaron las acciones.
Salida... temporal
A raíz de la incursión de coligalleros, la Fiscalía de San Carlos dirige una investigación por extracción ilegal de oro, daños ambientales y otros eventuales delitos.
Por su parte, la Fuerza Pública hace ingresos esporádicos, el último de los cuales se realizó este miércoles, cuando más de diez patrullas ingresaron a la finca. Producto de esta acción se ubicaron a 193 personas y se detuvo a 14 de ellos.
Carlos Hidalgo, vocero del Ministerio de Seguridad, dijo que los policías le dieron 24 horas a los coligalleros encontrados para que salieran de la propiedad, con el riesgo de ser encausados judicialmente.
ADEMÁS: Seguridad confirma que grupos organizados manejan extracción de oro en Crucitas
Este jueves, efectivamente, muchos de ellos salían de la propiedad. Sin embargo, señalan que se trata de una estrategia mientras vuelve la calma, no porque quieran desistir.
Wílberth Boniche es uno de los aventureros que se quedó pese al llamado de las autoridades. Se trata de un joven de 25 años, vecino de Tilarán y dice ser estudiante avanzado de Zootecnia en la Universidad de Costa Rica.
"No soy un delincuente, soy un estudiante que quiere ver hecho realidad su sueño de convertirse en profesional. Aquí está abierta la puerta para lograr mis objetivos y no pienso desistir", contó el guanacasteco mientras andaba en la compra de comestibles en Coopevega.
Con él estaban otros dos jóvenes, José Agustín Sequeira y Andrés Vega.
"Yo soy programador de redes, pero ese título no me ha garantizado trabajo; el trabajo en la zona es muy escaso y yo quiero mejorar en todo sentido", dijo Sequeira, vecino de Pital de San Carlos.
Los tres llevan seis semanas de estar ahí y su idea es llegar a reunir unos ¢5 millones cada uno, para financiar los estudios y ahorrar.