Un supervisor y cinco trabajadores de una fábrica de cemento, en Agua Caliente de Cartago, fueron detenidos entre la noche del viernes y la mañana de ayer por robar parte de la cocaína que el OIJ destruía en un horno del lugar.
Las capturas fueron hechas por agentes de la Sección de Estupefacientes tras seis meses de investigaciones, según informó el director del OIJ, Jorge Rojas. Los sospechosos tenían en su poder 20 kilos de cocaína.
Desde hace seis años, el OIJ destruye en esa compañía la droga que se decomisa en todo el país y, hasta el viernes, no había ningún contratiemps registrado.
La detención de los trabajadores se logró gracias a un informante que alertó a la Policía acerca de “empleados de la fábrica de cemento quienes buscaban compradores de droga”.
Este año, el OIJ ha destruido más de 20 toneladas de cocaína, parte de la cual, sospechan, venía siendo sustraída por los trabajadores, ahora presos.
Sin embargo, hasta ayer las autoridades desconocían desde hace cuánto tiempo estas personas venían cometiendo los robos, así como las cantidades.
Sospechan que gran parte era vendida a pequeños traficantes locales con quienes los trabajadores de la cementera habían hecho contactos meses atrás.
La Policía intenta ahora confirmar o descartar versiones acerca de que solo este año habrían robado droga en tres ocasiones.
Los capturados son de apellidos Solano, Meneses, Segura, Quirós, Siles y Arias, quienes tenían a su cargo el manejo del horno de la compañía.
Son vecinos del cantón Central de Cartago y trabajan desde hace más de cinco años en la empresa donde eran empleados de confianza y no daban problemas.
Todos permanecían anoche a la orden del Juzgado Penal de Cartago acusados de tráfico de drogas. Ninguno cuenta con antecedentes criminales.
Ayer, no fue posible conocer una reacción de la compañía Holcim, propietaria de la fábrica de cemento de Agua Caliente, Cartago.
El director del OIJ fue claro en que la empresa no tiene ninguna relación con lo sucedido. Anunció que analizarán la conveniencia o no de continuar destruyendo drogas en el horno de la compañía, a la cual pagan ¢1 millón por tonelada de estupefacientes.
Aprovecharon confianza. Rojas atribuyó en parte lo sucedido al descuido y exceso de confianza de los funcionarios judiciales a cargo de la destrucción de la droga.
En cada envío, desde laboratorios del OIJ en San Joaquín de Flores, Heredia, participan más de 50 policías fuertemente armados, también fiscales y jueces.
El sector donde funciona el horno, uno de los más poderosos del país, es tomado por las autoridades y solo permiten el acceso a empleados de mucha confianza que designa para ello la compañía.
Un juez y agentes del OIJ son apostados a tres metros de la puerta principal del horno, donde los trabajadores se colocan para ir introduciendo dos sacos de 10 kilos de cocaína cada uno. La carga baja hasta una segunda compuerta; a uno dos metros, donde permanece unos instantes hasta que otro trabajador activa el control para que continúe su caída libre hasta el horno. Ni los agentes judiciales, ni el juez, tienen acceso a este lugar lo que, al parecer, permitió a los empleados fraguar un plan para robar parte de la cocaína, según el director del OIJ.
Tras varias horas de trabajo, en un sitio sofocante debido a las elevadas temperaturas, los empleados acumulaban paquetes de cocaína en la segunda compuerta.
Después, solo esperaban que los funcionarios judiciales se retiraran para apoderarse de las cargas de droga. El OIJ determinó que la ocultaban un tiempo en sus armarios y luego la sacaban en maletines.
Este año, el OIJ ha destruido en siete ocasiones cargas de cocaína en la mencionada empresa.