Con sus hojas de palma elevadas en el aire para recibir el agua bendita, este domingo muchos fieles católicos asistieron a los templos de todo el país para participar del inicio de la Semana Santa.
La ceremonia es la misma en todas las iglesias, pero año con año las comunidades se organizan para dejar en ella una marca especial.
En San Isidro de Heredia, por ejemplo, este año se continuó con la tradición de que la misa se inicie con una procesión que recorre poco más de dos kilómetros, a partir de su salida en la capilla del barrio San Francisco.
El inicio de la caminata se acordó para las 8 a. m., pero los participantes llegaron desde mucho más temprano.
"Casi siempre desde diciembre empezamos a organizarnos: damos ideas y buscamos apóstoles nuevos, porque algunos se enferman o se retiran, pero la mayoría tiene muchos años. Ellos más bien se pelean (por salir)", aseguró Sonia Campos, miembro de la junta de la filial de San Francisco de Asís, la cual colabora con la organización de la procesión.
Los hombres que representarían los doce apóstoles se vistieron en un salón de la capilla, mientras afuera aguardaban los músicos y monaguillos.
Todos los ojos se volvieron hacia Ramón cuando llegó al lugar, listo para transportar la imagen de Jesús en su lomo.
Una vez que la figura estuvo asegurada, todos se reunieron al frente de la iglesia para escuchar el mensaje del cura párroco, Allen Calvo.
El sacerdote explicó que la caminata que emprenderían a continuación se realiza en conmemoración a la entrada de Jesús en Jerusalén, de acuerdo con el relato bíblico.
"En Jerusalén es donde va a entregar la vida por nosotros", contó Allen.
Los tambores de los soldados empezaron a sonar e inició la marcha, con la pequeña multitud de fieles sosteniendo palmas en sus manos.
Entre los personajes de la procesión estuvo don José Moisés Ramírez, quien representó a un apóstol por décima segunda ocasión. Ya había salido como Felipe y Tomás, pero en esta ocasión le tocó ser el apóstol Andrés.
"Tengo mucha fe. Salgo para que Dios me ayude y todo eso, para todos los compañeros y toda la familia", explicó Ramírez.
Un poco más adelante, entre los soldados que cargaban lanzas marchó Alexánder Fonseca, quien continúa una tradición familiar pues su hermano desfiló antes que él. Ahora le inculca el gusto a su hijo Alejandro, de cuatro años, quien caminó a su lado por tercera ocasión.
Los participantes desfilaron por calles adornadas con arreglos florales y globos que los mismos vecinos prepararon.
"Compramos las flores y las ponemos afuera de la casa, para que la gente vea que uno está realmente motivado para la procesión. Todos los años lo hacemos, nos levantamos como a las 5.30 a.m. para decorar", contó Amanda Alvarado.
"Los troncos con flores los hicimos un día antes, los cortamos en los cafetales. Hoy a las 3 de la madrugada comenzamos a ponerlos, todos los años lo hacemos”, explicó Rafael Ángel Valerio, vecino de San Francisco.
La comitiva avanzó en orden durante hora y media, ante los grupos de vecinos que salían de sus casas para observar.
Al llegar ante las puertas de la iglesia de San Isidro, el sonido de los tambores se mezcló con el de las campanas. Quienes aguardaban la procesión dentro del templo levantaron sus palmas en el aire en señal de júbilo y bienvenida.
Ese momento marcó el fin de la procesión, pero fue apenas el inicio de la semana más importante del año para los cristianos.