Si ha tenido la impresión de que en Costa Rica hay quienes consumen más agua de la cuenta, está en lo cierto: hay distritos que utilizan hasta 121 veces más líquido en comparación con aquellos de menor consumo.
Este es uno de los hallazgos del Informe del Estado de la Nación 2019, que advierte de la inequidad en el uso del recurso, brecha que ha crecido con el tiempo.
Al 2010, entre 484 distritos del país, los 10 de más consumo usaban 107 veces más líquido que los 10 de menos consumo. Esa relación creció a 109 veces para el 2012 y, para el 2017, la brecha entre ambos grupos de distritos se amplió a 121 veces.
La actividad económica de la zona, como el turismo, o incluso la escasez del líquido que llega hasta los abonados son factores que pueden explicar tales diferencias.
A pesar de esa desigualdad, un aspecto positivo es que el gasto promedio de todo el país disminuyó.
Puesto de otra manera, el esfuerzo de muchos por reducir su consumo parece opacarse frente “al impacto de pocos que, aun reduciendo su consumo promedio, tienen cada vez más cantidad de agua utilizada que los demás”, se lee en el informe.
La investigación halló que al 2017 los distritos de mayor consumos fueron los guanacastecos de Cabo Velas y Tamarindo en Santa Cruz y Bebedero en Cañas. Siguen San Rafael de Montes de Oca, Pozos, Santa Ana y Piedades (Santa Ana), Mata Redonda (San José), San Rafael (Escazú) y Jacó (Garabito, Puntarenas).
En cambio, los de menos consumo fueron Belén de Nosarita en Nicoya (Guanacaste), Barranca, Chacarita y El Roble del cantón de Puntarenas (Puntarenas), San Isidro en El Guarco y Pejibaye de Jiménez (Cartago), Chires de Puriscal y León XIII de Tibás (ambos en San José), Piedades Norte de San Ramón (Alajuela) y Limoncito de Limón (Limón).
El análisis consideró solo datos del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA). La entidad dispone de más de 640.000 conexiones domiciliares con las cuales da agua potable a 2,4 millones de habitantes (46,7% de la población).
Leonardo Merino, coordinador del Programa Estado de la Nación, asegura que esta comparación refleja una “gran desigualdad” territorial, sea por problemas de disponibilidad del líquido en los distritos de menos consumo, o una desproporción del uso debido a estilos de vida.
“Tenemos años insistiendo en que nuestros patrones de consumo son insostenibles. Este un comportamiento de las personas quienes se sienten con el derecho al recurso y a usarlo, pero sin preocuparse por los efectos en el futuro de cómo usa el agua”, explicó Merino.
Para el próximo año, dijo el investigador, incorporarán datos de otros proveedores para realizar un análisis más amplio.
FUENTE: AYA || J.C. / LA NACIÓN.
Actividad económica
Néstor Veas Ayala, investigador al frente del análisis de datos del AyA, advierte de que los tres distritos de más consumo promedio histórico son sitios cuya principal actividad económica es el turismo. Son Cabo Velas, Tamarindo y Jacó.
“Una hipótesis es que los visitantes, al pagar un hospedaje que incluye servicio de agua, no reparan en ahorrar el recurso. Además, se utiliza una gran cantidad de agua potable para riego de zonas verdes en lugares que, en general, son bastante secos”, plantea Veas Ayala.
Eso sí, aclara que los 10 distritos con alto uso de agua sí bajaron el consumo al 2017 en comparación con cinco años antes.
Rebeca Álvarez, directora ejecutiva de la Cámara de Turismo de Guanacaste (Caturgua), difiere de la tesis del investigador al recordar que las zonas verdes en áreas turísticos se riegan cuanto sea posible con aguas residuales de sanitarios, lavanderías y restaurantes, tratadas en plantas.
Si bien parte de esas aguas tuvo origen potable antes de ser residuales, Álvarez insiste en que los negocios son conscientes de la importancia de fomentar una oferta turística con énfasis en la sostenibilidad ambiental. Para ella, ese mayor consumo descubierto por el análisis se debe más al uso de la población flotante de visitantes durante el año.
Yamileth Astorga, presidenta del AyA, confirmó también que la entidad aumenta la disponibilidad de suministro en zonas costeras.
“Debido a la temperatura más alta en estas zonas, la gente tiende a consumir porque se baña o bebe más veces al día para mitigar el calor. Hablamos de sitios con más necesidad de refrescarse”, explicó.
La directora ejecutiva de Caturgua también recordó otros beneficios resultantes incluso con ese consumo mayor de agua.
“Guanacaste ha crecido el consumo de agua, pero también redujo la pobreza al subir la visitación de turistas. La cantidad de emprendimientos en la provincia aumentó exponencialmente por encadenamientos productivos de la industria turística”, aclaró Álvarez.
Sin embargo, subyace el tema de los comportamientos como también lo reflejan las poblaciones de Belén de Nosarita (Nicoya de Guanacaste) y San Isidro de El Guarco (Cartago); dos de los distritos del país con menos consumo local.
El informe recuerda que ambas zonas poseen acueductos que no existían en el 2012, por lo que atribuye el bajo consumo registrado hasta 2017 a prácticas de ahorro heredadas de cuando no tenían ese servicio.
Mientras tanto, otros sitios con suministro regular histórico, pueden derrochar con el agua debido a su poder adquisitivo.
“En algunos barrios hay un nivel socioeconomico más alto como en San Rafael de Montes de Oca, Piedades y Pozos de Santa Ana, Mata Redonda y San Rafael de Escazú; entre otros. Esto produce más consumo tanto por estilo de vida de los abonados, porque tienen capacidad de pago al margen del consumo”, comentó Astorga.
Más usuarios, menos consumo
Pese a los contrastes distritales, la investigación también halló motivos de optimismo por dos patrones “muy evidentes” del 2010 al 2017: hay más demanda de nuevas conexiones, pero el consumo promedio por usuario está bajando.
Entre esos años, la demanda de nuevas conexiones domiciliares creció 17,21% al pasar de 491.996 a 576.634 (84.638 adicionales).
Simultáneamente, bajó el ritmo de consumo porque el uso promedio anual por hogar bajó de 235 metros cúbicos (m3) en el 2010 a 217 m3 al 2017. La diferencia de 18 m3 equivale a 7,6% menos.
“Esto es alentador, aunque no por ello deben dejarse los esfuerzos que hace el AyA día con día para aumentar la oferta de agua potable, así como por reducir la demanda de agua por usuario e insistir por un uso más racional del líquido”, explica Veas.
Para él, este indicador seguirá descendiendo tanto por las campañas que buscan una mayor eficiencia en el uso del recurso, como por la mayor consciencia de la población en temas de ahorro y protección del agua. También afectan la frecuencia de cortes o racionamientos del suministro y la posibilidad latente de aumentos en el costo del servicio.
FUENTE: Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible 2019, ranquin al 2017. || Diseño / LA NACIÓN.