En poco más de cinco años, del 2008 a abril de este año, el país gastó $920 millones (¢464.179 millones) en la compra de combustibles para generación eléctrica.
En poco más de cinco años –del 2008 a abril de este año–, el país gastó $920 millones (¢464.179 millones) en la compra de combustibles para generación eléctrica.
Con esos recursos hubiera sido posible construir tres plantas como Angostura –de 177 megavatios (MW) de capacidad–, hoy la más grande y cuyo costo ascendió a $270 millones.
La gigantesca cifra representa un 66% del costo total del Proyecto Hidroeléctrico Reventazón (de 305 MW), estimado en $1.400 millones. La planta la construye el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en Siquirres, Limón. Incluso con ese dinero se podrían construir 11 hospitales como el de Heredia, cuyo costo ascendió a $85 millones.
A partir del 2007, cuando ocurrió la última crisis energética, Costa Rica ha mantenido un consumo sostenido de combustibles para generación de entre un 8% y un 9% de la producción total.
Pese a su alto costo, el país depende de la energía térmica para satisfacer los faltantes durante los veranos, cuando disminuye la generación a base de agua, su principal fuente de producción.
Esta situación se ha vuelto más compleja en los últimos años debido a los cambios en el clima.
Este año, el panorama no parece cambiar. El invierno anterior fue escaso en lluvias y bajaron las reservas de agua para el verano. Además, la época seca se prolongó más de lo usual.
Tal condición ha elevado la generación térmica a 661.615 megavatios hora (MWh) entre enero y mayo. En todo el año anterior se produjeron 830.283 MWh.
El efecto se ha sentido en la factura del ICE y de los usuarios.
Hasta abril de este año, el gasto en compras de hidrocarburos ascendió a ¢62.367 millones, casi el doble de lo proyectado por la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) para el mismo periodo: ¢35.641 millones.
Para los usuarios, ha representado alzas en sus recibos de entre 3% y 13% en enero , y otro de entre 9% y 14% a partir del 1.° de abril.
Mientras, la baja del 13% que se esperaba a partir de julio quedó en un 4,27% , en promedio.
Síntomas. Para René Castro, ministro de Ambiente y Energía, la factura térmica equivale a la “luz amarilla” de la confiabilidad del suministro eléctrico. El paso que sigue es ir hacia una luz verde o roja. “Para movernos hacia la verde, veo tres opciones: dos autóctonas, como son la geotermia o hidroeléctricas con grandes embalses, como Reventazón y Diquís, y una importada, como el LNG (gas natural)”.
La luz roja, agregó, serían primero precios exorbitantes de electricidad para los ciudadanos y empresas y el último paso son los temidos apagones, que ya afectan a países como Panamá y de los que estuvimos cerca en el 2007.
Luis Pacheco, gerente de Electricidad del ICE, recordó que como el país tiene una base energética de fuentes como el agua y el viento, depende de la variabilidad de clima.
“A partir del momento en que esta disponibilidad renovable se termina, debe iniciarse la producción de electricidad con plantas térmicas, complementariamente, para lograr satisfacer esa demanda, buscando el menor costo posible y dando como resultado el gasto indicado”, manifestó.
Agregó que más bien con la puesta en operación de la planta Garabito, el país ha logrado un importante ahorro al sustituir el diésel por búnker, de menor costo.