
Karim al Asad, hijo del presidente de Siria, Bashar al Asad, representó a su país en la Olimpiada Mundial de Robótica (WRO) del 2017 en Costa Rica, sin que su comitiva alertara del parentesco a anfitriones y autoridades.
A su ingreso, el 8 de noviembre de ese año, la guerra civil siria acumulaba seis años y la familia de Asad era un grupo de interés para las partes en conflicto.
La presencia del joven de 13 años se mezcló entre 60 delegaciones extranjeras integradas por decenas de niños y adolescentes y agregó una condición de riesgo a la seguridad de todos, coinciden encargados del torneo y el excanciller y exministro de Relaciones Exteriores y Culto, Manuel González.
La guerra civil siria, todavía en desarrollo, enfrenta a Bashar al Asad y sus aliados extranjeros con grupos armados sirios y externos quienes, además, pelean entre sí por el poder.
La identidad de Karim se descubrió por accidente; lo delató un error al cierre de la competición realizada del 10 al 12 de noviembre en Parque Viva en La Guácima de Alajuela, cuando la representación recibió un premio que no le correspondía.
Cuando el muchacho entró a Costa Rica, al menos 400.000 personas habían muerto en el conflicto, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos mientras el conteo de refugiados iba por 5,1 millones apuntó el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
La Nación consultó a la Dirección General de Migración y Extranjería si registró su ingreso bajo el nombre Karim al Asad, pero la entidad evitó referirse amparada en la Ley Protección de Datos de los Habitantes (Ley 8968), por la cual “prima el interés superior de la persona menor de edad, por lo que los datos de movimientos migratorios no podrán ser otorgados”.
La ingeniera Alejandra Sánchez, anfitriona y organizadora de la actividad, confirmó que los sirios registraron al adolescente con su propio nombre. Nadie advirtió quién era. No obstante, la comitiva sí causó alguna extrañeza.
Un grupo diferente
De 34 personas en esa representación, Karim aterrizó primero en un vuelo por la mañana con sus dos colegas de equipo y los únicos siete adultos registrados como “no participantes”.

Los “no participantes” suelen ser padres o encargados de los menores en el concurso. Otras 25 personas arribaron por la tarde entre competidores, entrenadores y personal de apoyo.
Apenas llegaron, los sirios además solicitaron una reunión con la organización.
Sánchez envió a uno de sus colaboradores al suponer que serían dudas técnicas las cuales, dijo, suelen ser frecuentes y asaltan a todas las delegaciones.
El ingeniero Francisco Antonio Molina Castro, a cargo de aspectos técnicos, se reunió con tres hombres de 30 a 50 años un par de días antes del concurso en el Hotel Wyndham San José Herradura. Allí se alojó el grupo.
Molina les preguntó en inglés qué necesitaban y, para su sorpresa, uno le habló en español.
Durante la hora de plática, este tradujo al árabe para sus otros dos compatriotas. Uno incluso nunca llegó a hablar al limitarse a asentir con la cabeza, revivió el costarricense.
“Todo fue muy ameno, incluso ordenaron unos bocadillos pero solo me preguntaron por la seguridad. Les expliqué que era privada. Ahí me dijeron que si no era necesaria la presencia de fuerzas de seguridad oficiales”, recordó.
Molina les dijo que no y su respuesta envió a los hombres a un estado a medio camino entre duda y sorpresa. Tanto que indagaron cómo se atendería en Costa Rica la seguridad si viniera alguien de altísimo vuelo.
El tico aseguró que trámites para una visita así suelen elevarse al Ministerio de Relaciones Exteriores u otra autoridad de Gobierno. Debió aclararles –también lo preguntaron– que tampoco hay ejército en Costa Rica.
“Ahí se hizo como un breve silencio medio incómodo y terminaron las preguntas. No consultaron lo usual como horarios, los voltajes, el espacio para mostrar robots. Nada. Es más, me quedó la impresión de que no sabían de qué era la competencia”, indicó.
El premio que no era
El 13 de noviembre durante la premiación de la WRO sobrevino un error que luego aclararía todo.

En la categoría Open, donde compitió Karim, se anunciaron como ganadores equipos a los cuales en realidad no les correspondía. Uno era Siria.
“Cada equipo subió al escenario a recibir trofeos y aplausos pero a los minutos ofrecimos a la audiencia la explicación ahí mismo del error.
“Fue una congoja tras bambalinas mientras le dábamos trofeo a quienes sí les tocaba y ofrecíamos explicaciones. A las chiquillas del equipo español, que vinieron con unas monjas y las obligaron a devolverlo, viera que llorada se pegaron, pobrecitas, estaban desconsoladas”, recordó la ingeniera Alejandra Sánchez.
Ese día, hacia medianoche y concluida la olimpiada, el jefe de la delegación siria le mandó un correo electrónico y varios mensajes de WhatsApp a la anfitriona. Le alertó de una situación urgente por la cual debían reunirse.
Ella aceptó verse con él al día siguiente y en el mismo hotel. Su sospecha era algún cambio de vuelo o de logística a última hora.
“Estaba pálido y se veía angustiado. Me dijo que tenía un serio problema derivado del error con los premios y es cuando me dice que anda con el hijo del presidente sirio y que allá se reportó el anuncio del premio y luego se armó una fiesta en un parque o una plaza importante de Siria”, recordó.
El hombre le explicó que volver a su país sin el trofeo suponía un riesgo personal para su propia seguridad y que no podía devolver el trofeo. Ella, entre sorprendida y asustada, dio su visto bueno.
“Ya luego de despedirnos sí me preocupó el asunto porque esa información era algo que debía conocer la organización. ¿Cómo no nos dijeron? Gracias Dios no pasó nada”, señaló.
Omisión de cuidado
El excanciller Manuel González indicó que nunca supo del asunto en aquel momento y que Costa Rica no tiene relaciones diplomáticas con Siria pero, al margen de esa situación diplomática, el país habría aceptado el ingreso de sirios por razones deportivas.
Para González, no comunicar en forma debida la identidad de uno de los integrantes pudo configurar un engaño y, de haber sido así, calificó la omisión de inaceptable e inadecuada por razones, tanto de respeto para Costa Rica, como de seguridad, porque se trataba de una representación oficial.
“De haberse comunicado, nosotros como país sede de esa competencia habríamos dicho que no podíamos dar la seguridad. Es más, de haberse sabido de esa visita, habríamos invitado a la delegación a no ingresar por la seguridad de esa persona y en particular del resto de menores”, indicó.
Esto habría salvado la responsabilidad de Costa Rica en caso de un incidente contra el muchacho, “que afortunadamente no ocurrió”.