Todas las mañanas, decenas de oficiales de la Policía Municipal de San José recorren calles y avenidas para levantar a los indigentes de las aceras.
La labor se concentra en los alrededores del mercado de la Coca Cola, el Paso de la Vaca y el antiguo Cine Líbano, pues allí los vecinos y comerciantes se quejan de que no pueden entrar o salir de sus viviendas y negocios por la cantidad de personas durmiendo fuera de sus puertas.
Según Marcelo Solano, director de la Policía Municipal de San José, antes concentraban sus recursos en controlar ventas ambulantes, pero el número de personas sin hogar creció tanto en los últimos años que ahora deben centrar sus esfuerzos en la indigencia.
“Se quejan de que no pueden ingresar; de que hay individuos bajo los efectos de las drogas o el alcohol en las afueras de su casa o comercio; de que no pueden abrir las cortinas metálicas; de que las puertas huelen a orina o materia fecal, de que hay sensación de inseguridad; de que algunos sujetos intimidan a las personas para pedir dinero y de que algunos portan armas punzocortantes”, relató Solano.
Pese a la magnitud del problema, no hay una institución pública o privada que lleve un registro de cuántos habitantes de calle hay en el país, ni siquiera cuántos hay en la capital. Tampoco existe una entidad pública que lidere o articule acciones para sacar a hombres y mujeres de las calles.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos reconoce que no tiene cifras sobre ese tipo de población mientras que el Instituto Mixto de Ayuda Social registró en el 2022 a 4.527 beneficiarios que no poseen un domicilio, pero esa cifra no refleja la totalidad de personas en condición de calle, solo una pequeña porción.
Sergio Valverde, sacerdote que preside la Asociación Obras del Espíritu Santo, estimó que en el país hay 10.000 indigentes. Coincidió con el director de la Policía Municipal de San José en que en los últimos años creció el problema.
Por ejemplo, su organización tuvo que duplicar el número de platos de comida que sirven a diario debido al aumento en la demanda. En diciembre, entregaban alimentos para 500 personas, ahora lo hacen para 1.000.
“En la práctica, fácilmente estamos llegando a 10.000 personas viviendo en las calles, porque hay muchos extranjeros (migrantes) que se están quedando en condiciones de indigencia. A eso se suma la condición económica del país, la violencia intrafamiliar, el deterioro de la salud mental y las drogas”, comentó Valverde.
Entre el grupo de migrantes que tuvo que hacer una parada en el país está Herly Lopez, venezolana de 42 años. Tiene un mes en Costa Rica, los primeros cinco días tuvo que dormir en un parque de San José junto con sus hijos, Jesús (9 años), Esneider (15 años) y cuatro personas más que la acompañan en su travesía hacia Estados Unidos.
La venezolana y su familia conviven con la amenaza de regresar a dormir en las aceras, ya que todos los días debe salir a vender dulces para recolectar los ¢32.500 que le cobran, cada noche, en una cuartería.
“Mi temor cuando pasamos varios días durmiendo en la calle era que nos hicieran algo, que nos robaran no, porque no nos podían robar nada, no teníamos nada”, recordó la mujer.
Planea retomar su viaje hacia Estados Unidos en cuatro meses, pero no es sencillo. Cree que solo para llegar a México necesita, aproximadamente, $1.500. Mientras tanto, pasa los días en una esquina del sur de la capital vendiendo paletas y pidiendo ayuda.
La migración, de acuerdo con Marcelo Solano, director de la Policía Municipal, trajo de vuelta la presencia de niños en las calles josefinas.
“Ese era un fenómeno que prácticamente ya no sucedía en nuestras calles, San José ya no tenía niños en la calle, pero la migración venezolana ha venido a cambiar esa situación. En el día permanecen en las calles solicitando dinero y en las noches se trasladan a varios sitios a pernoctar”, advirtió.
El funcionario hizo énfasis en que el perfil de las personas sin hogar ha cambiado. Años atrás la población en esas condiciones eran hombres adictos a las drogas, pero ahora hay una “cantidad enorme” de mujeres.
Una investigación de Roger Bonilla Carrión y Karina Phillips Hidalgo, publicada por la Universidad Hispanoamericana en 2021, entrevistó 100 personas en condición de indigencia. Del total analizado, 88% eran hombres y 12% mujeres.
Además, del total de entrevistados, el 74% eran individuos menores de 48 años, lo cual muestra que se trata de personas en una edad productiva. Otros resultados fueron que el 83% eran costarricenses, el 54% afirmó tener estudios a nivel de secundaria.
El 72% dijo haber consumido drogas que no fueron recetadas por un médico, el 41% manifestó consumir drogas diariamente y 76% declaró que consumir sustancias psicoactivas le trajo consecuencias negativas a su vida.
La mayoría de los consultados dijo haber iniciado el consumo de drogas por baja autoestima, la segunda razón mencionada fueron los problemas familiares y la tercera declaró haber empezado por curiosidad.
En constante cambio
Mauricio Villalobos, fundador de Chepe Se Baña, una de las principales organizaciones dedicadas a la asistencia social de población sin hogar, manifestó que el fenómeno es muy dinámico e incluye muchas variables que hacen muy complicado tener registros que permitan dimensionar el problema.
En la actualidad, Chepe Se baña mantiene una escuela de arte y oficios que ofrece entre 30 y 35 cursos para indigentes y, por supuesto, los conocidos buses ducha que salen a las calles para colaborar con el aseo, alimentación y servicios médicos.
“Este tema (la indigencia) es muy dinámico, más ahora después de la pandemia, mucha gente cayó en las calles durante la pandemia, muchos lugares de atención se cerraron. Entonces, muchas personas que estaban en albergues tuvieron que salir a las calles”, comentó Villalobos.
Agregó que las personas y familias que viven en cuarterías también suman a la indigencia.
“Todos los días trabajamos en la calle, pero cuando Chepe Se Baña hace un evento en el parque de la Merced (San José) nos llegan, fácilmente, 500 personas. En otros parques nos llegan 200 o 250 personas (...) Medir cuántos habitantes de la calle son es muy complicado porque se han mezclado con gente de cuarterías y migrantes en tránsito, ya no sabemos cuál persona está en situación de calle o son migrantes”.
El activista concluyó que si la población de individuos sin hogar ha crecido en San José, el gobierno local debería elevar la cantidad de programas de atención, pero eso no está sucediendo.
Tampoco existe una política integral para la recuperación de habitantes de la calle y reinserción social.